La celebraré por todo lo alto mañana, 22 de octubre, recordándote como amigo querido, padre bueno, ejemplo atrayente y santo admirable.
Acompañaste mis años hermosos de estreno sacerdotal y tuve la suerte de que me recibieras en tu casa de Roma, como recuerda esta foto encantadora.
Me seguiste acompañando en mis años felices de Sololá y tuve la suerte de verte en Guatemala y te oí leer nuestra gran pancarta: "Seminario de Solola!!".
Pero, sobre todo, pude ser testigo de tu entrega, enseñando, guiando, sufriendo y desgastándote por amor.
¡Gracias, San Juan Pablo II, gracias de corazón! ¡Sigue cuidándome y acompañandome desde el cielo, con todos mis feligreses, familiares y amigos ¡Juan Pablo II, viajero incansable, apóstol, testigo, AMIGO ENTRAÑABLE!
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