Pobres cuatro viejas. Nada hay más denostado y despreciado en la vida pastoral que las cuatro viejas. Ya saben eso de “no merece la pena, total, para cuatro viejas que vienen”. El rosario, la adoración, vida ascendente, una charla. Bah, si solo acuden cuatro viejas.
Por eso, en primer lugar, vayan estas líneas como desagravio por las veces en que estas frases las ha pronunciado un servidor. Si lo hice, por escrito u oralmente, es igual, perdón pido. Me pasé y punto.
En la iglesia siempre tuvieron un puesto importante las personas mayores, especialmente las señoras. Recuerdo, siendo monaguillo en mi pueblo, cómo lo hablábamos en la sacristía: “fíjate, a misa solo vienen señoras mayores; el día que se mueran no vendrá nadie”. Je. Según se morían, llegaban otras.
Normal. Mujeres, ya digo que sobre todo mujeres, que han tenido sus tareas, maridos, hijos, padres que atender, trabajos que solucionar y a las que poco tiempo quedaba para otra cosa. ¿Cómo iban a estar en la parroquia todo el día? Los domingos a misa y si acaso, que bastante tenían ellas. Pasaron los años, fallecieron los padres, se casaron los hijos y llegó la tranquilidad al hogar. Momento para ir a rezar un poco por echar la tarde, que también pasaba, y un mucho de devoción y ganas de pedir por la familia.
Pero he hablado de desagravio y reconocimiento y todavía no he llegado a lo segundo.
Las señoras mayores, las cuatro viejecitas, son esa base sólida sobre la que se puede edificar sin problemas toda la vida parroquial con la certeza de que cualquier actividad es posible porque en ella tienes garantizada la asistencia al menos de las cuatro de siempre. Y como ellas están fijas, quién sabe si acudirá algún despistado más. Pues mira, uno nuevo.
Aportaciones de las cuatro viejas a la vida parroquial
- Asistencia siempre de fieles a cualquier misa que se celebre.
- Un mínimo de presencia de feligreses en cualquier actividad: charla, retiro, meditación, exposición del Santísimo.
- El rezo del santo rosario, que llevan ellas sin problemas.
- La limpieza básica de templo y dependencias.
- Cuidado de manteles, purificadores y corporales. En cuántas parroquias son ellas las mejores lavanderas.
- Encargarse de la atención total a la parroquia. Encargadas de todo recuerdo a varias, algunas de ellas plenamente en activo hoy y con más de ochenta años.
- Ser la memoria viva de la vida parroquial, sus usos y costumbres.
- Dar la cara si alguien se mete con el señor cura párroco (alguna excepción hay también especializada en echar leña a cualquier fuego).
- Las rosquillas y demás especialidades culinarias, sobre todo dulces, con las que alegran la vida de su párroco.
Y esto solo para empezar. Por eso hoy, cuando tantas veces nos hemos quejado de organizar cosas para que al final asistan las cuatro viejas de siempre, reivindico la riqueza de presencia, cariño y oración de las cuatro viejas. Pido perdón por los posibles desagravios y suplico a Dios su bendición para ellas, que les guarde en la fe, la oración, el buen humor y la paciencia con sus curas. Amén.
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