Domingo de la semana 17 de tiempo ordinario; ciclo B
"Los ojos de todos te están aguardando, tú les das la comida a su tiempo"
R 4,42-44: "Comerán y sobrará"
Sal 144,10-11.15-16.17-18: "Abres tú la mano, Señor, y nos sacias"
Ef 4,1-6: "Un solo Cuerpo, un Señor, una fe, un bautismo"
Jn 6,1-15: "Repartió a los que estaban sentados todo lo que quisieron"
Sal 144,10-11.15-16.17-18: "Abres tú la mano, Señor, y nos sacias"
Ef 4,1-6: "Un solo Cuerpo, un Señor, una fe, un bautismo"
Jn 6,1-15: "Repartió a los que estaban sentados todo lo que quisieron"
Los panes hechos con la más reciente cosecha, con las primicias, eran una forma de sacrificio, de oblación a Dios. La expresión "así dice el Señor" se introduce siempre que va a cumplirse algo previamente determinado.
Algunos llaman "signos de vida" a siete acciones de Cristo, comenzando por el "agua de vida" del pasaje de la Samaritana. El que se lee este domingo es el cuarto. Cuando san Juan dice que "estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos" no lo hace en vano porque piensa en la Eucaristía. Usa el término "dijo la acción de gracias" en lugar de "alabó o bendijo" que emplean los sinópticos en la primera multiplicación.
El entusiasmo final de las gentes, fruto del signo inmediato aunque lejos de la profundidad del mismo, hace que se marche al monte Él solo. Probablemente hasta los mismos discípulos participarían del clamor popular.
Al comprobar algunos males que aquejan al mundo de hoy (hambre, guerras, injusticia, incultura...) sentimos desaliento e impotencia. Creemos que tiene que haber una salida, pero no sabemos cuál. Hasta nos desentendemos porque pensamos que la solución a tan grandes problemas no depende de nosotros. En el Evangelio no se llama a nadie a hacer milagros. Esa solución es sólo de Jesús. Pero el hombre de Bal;vsSalisá y el muchacho de los peces dieron lo que tenían.
_ "Los milagros de la multiplicación de los panes, cuando el Señor dijo la bendición, partió y distribuyó los panes por medio de sus discípulos para alimentar la multitud, prefiguran la sobreabundancia de este único pan de su Eucaristía. El signo del agua convertida en vino en Caná anuncia ya la Hora de la glorificación de Jesús. Manifiesta el cumplimiento del banquete de las bodas en el Reino del Padre, donde los fieles beberán el vino nuevo convertido en Sangre de Cristo" (1335).
_ " «¡Oh sagrado banquete, en que Cristo es nuestra comida; se celebra el memorial de su pasión; el alma se llena de gracia, y se nos da la prenda de la gloria futura!» Si la Eucaristía es el memorial de la Pascua del Señor y si por nuestra comunión en el altar somos colmados «de toda bendición celestial y gracia», la Eucaristía es también la anticipación de la gloria celestial" (1402).
_ "La presentación de las ofrendas: entonces se lleva al altar, a veces en procesión, el pan y el vino que serán ofrecidos por el sacerdote en nombre de Cristo en el sacrificio eucarístico en el que se convertirán en su Cuerpo y en su Sangre. Es la acción misma de Cristo en la última Cena, «tomando pan y una copa»... La presentación de las ofrendas en el altar hace suyo el gesto de Melquisedec y pone los dones del Creador en las manos de Cristo. Él es quien, en su sacrificio, lleva a la perfección todos los intentos humanos de ofrecer sacrificios... Los cristianos presentan también sus dones para compartirlos con los que tienen necesidad" (1350-1351).
_ "No es el hombre quien hace que las cosas ofrecidas se conviertan en Cuerpo y Sangre de Cristo, sino Cristo mismo que fue crucificado por nosotros. El sacerdote, figura de Cristo, pronuncia estas palabras, pero su eficacia y su gracia provienen de Dios. Esto es mi Cuerpo, dice. Esta palabra transforma las cosas ofrecidas" (San Juan Crisóstomo. Prod. Jud. 1,6) (1375).
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