“Dijo Jesús a la gente: “El Reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo; el que lo encuentra lo vuelve a esconder, y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo. El Reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas… va a vender todo lo que tiene y la compra”. (Mt 13, 44-46)
Dios acepta que en su Reino haya cojos que caminan despacio.
Pero no acepta a quienes caminan resignados.
Dios acepta que en su Reino haya quienes se cansan de luchar.
Pero no acepta a quienes caminan tristes y obligados.
Dios no quiere que en su Reino haya seguidores que todo lo ven “renuncia”.
Digámoslo claramente:
Dios no quiere cristianos que todo les duele.
Dios no quiere cristianos con cara de “quien tiene que pagar impuestos”.
Dios no quiere cristianos con cara de “quien no le queda otro remedio”.
Dios no quiere cristianos a quienes “todo les parece caro”.
Dios no quiere cristianos a quienes “todo les parece un sacrificio”.
Muy por el contrario:
Dios quiere cristianos que “han descubierto un tesoro”.
Dios quiere cristianos que “han encontrado una perla”.
Dios quiere cristianos que le valoran como el tesoro de sus vidas.
Dios quiere cristianos que le valoran como a la perla de sus vidas.
Dios quiere cristianos felices porque han encontrado lo que buscaban.
Dios quiere cristianos felices porque han encontrado el sueño de sus vidas.
Dios quiere cristianos capaces de vender “todo lo que tienen con alegría”.
Dios quiere cristianos capaces de renunciar con alegría a todo lo que tienen.
Dios quiere cristianos que, como Pablo, puedan decir que, haber encontrado a Jesús, es para él “una ganancia”.
Ser cristiano no es una teoría.
Ser cristiano no es una doctrina.
Ser cristiano no es una ley.
Ser cristiano es:
Encontrar un tesoro.
Encontrar algo que vale más que todo lo que tienen.
Encontrar algo por lo que se puede dejarlo todo con alegría.
Encontrar algo por lo que uno se la puede jugar entero.
Encontrar algo por lo que el resto no tiene importancia.
Es encontrar a Alguien que vale más que todo.
Es encontrar a Alguien a quien se le tiene que seguir con gozo, con alegría.
Para Jesús hay algo que tiene que quedar muy claro:
La fe es un tesoro inapreciable.
La fe es algo absoluto frente a la cual todo se relativiza.
La fe es algo que es preciso vivir con alegría.
La fe es algo que tiene que hacernos felices.
La fe es algo por lo cual bien vale la pena venderlo todo.
Y venderlo con alegría, antes de que otros nos la roben.
Por eso mismo, vivir como cristiano:
No es una renuncia a nada.
Sino un lograrlo todo.
No es privarnos de nada.
Sino conseguirlo todo.
No es quejarnos de lo que dejamos.
Sino alegrarnos de lo que pretendemos.
La tristeza no es cristiana.
La tristeza y nostalgia de lo que dejamos no es cristiana.
Cristiano es el gozo.
Cristiana es la alegría.
Cristiana es la felicidad.
Alguien me preguntó si alguna vez me había arrepentido “de lo que había renunciado”.
Mi respuesta fue muy sincera: “Sería arrepentirme de haber encontrado lo que encontré”.
Clemente Sobrado C. P.
Archivado en: Ciclo B, Tiempo ordinario Tagged: parabola, perla, reino de dios, tesoro
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