“Uno le avisó: “Oye, tu madre y tus hermanos están fuerza y quieren hablar contigo”. Pero él contestó al que le avisaba: “¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?” Y, señalando con la mano a los discípulos, dijo: “Estos son mi madre y mis hermanos. El que cumple la voluntad de mi Padre del cielo, ese es mi hermano, y mi hermana y mi madre”. (Mt 12,46-50)
Un cambio que todo lo revoluciona.
No todo se reduce a lo que se ve.
No todo depende del apellido.
Hay realidades que van más allá.
Hay hermanos biológicos.
Hay hermanos psicológicos.
Hay hermanos que están más allá de lo simplemente biológico.
Jesús vino a crear:
Un nuevo estilo de familia.
Un nuevo estilo de maternidad.
Un nuevo estilo de filiación.
Un nuevo estilo de fraternidad.
Un nuevo estilo de familia que no se encierra en la casa.
Un nuevo estilo de familia que abarca toda la humanidad.
San Juan en su prólogo ya lo anunció:
“Pero a todos los que lo recibieron les dio el poder
de hacerse hijos de Dios,
A los que creen en su nombre;
La cual no nació de sangre,
Ni de carne,
Ni de deseo de hombre,
Sino que nació de Dios”.
(Jn 1,12-13)
Hay una maternidad que depende del sí a la vida.
Hay una maternidad que depende del sí a la Palabra de Dios.
Hay una fraternidad que depende del mismo vientre.
Hay una fraternidad que depende del sí a la Palabra de Dios.
Hay una familia que depende del amor humano.
Hay una familia que depende del amor y la escucha de la Palabra.
La nueva familia nacida de la Palabra.
En la que ya no hay “extraños”.
En la que ya no hay “solitarios”.
En la que ya no hay “marginados”.
Y como escribía Benedicto XVI:
“La criatura humana, en cuento naturaleza espiritual, se realiza en las relaciones interpersonales.
Cuánto más las vive de manera auténtica, tanto más madura también en la propia identidad personal.
El hombre se valoriza no aislándose sino poniéndose en relación con los otros y con Dios”. (CV 53)
¿Cuánto será que todos nos sentimos madres de todos,
Hermanos de todos?
Cuando la Palabra de Dios sea ese germen de vida en cada uno de nosotros.
Clemente Sobrado C. P.
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