Bocadillos espirituales para vivir la Cuaresma: Martes de la 3 a. Semana – Ciclo B

“Se adelantó Pedro y pregunto a Jesús: “Señor, si mi hermano me ofende ¿cuántas veces le tengo que perdonar? Jesús le contesta: “No te digo hasta siente veces, sino hasta setenta veces siete”. (Mt 8,21-35)



Nuestras generosidades no son nada comparadas con las de Dios.

Pero, en un exceso de generosidad, piense perdonar siete veces.

Jesús lee cambia las matemáticas y le dice que hay que perdonar “setenta veces siete”.

Si mis matemáticas no fallan sería 490 veces.

Matemáticamente son bastantes, pero siempre son limitadas.

Y Jesús no habla el lenguaje de las matemáticas sino el lenguaje del amor.

Que traducido en perdones es “perdonar siempre”.


El perdón es expresión del amor.

Por tanto perdonamos según la medida de nuestro amor.

Y como el amor es como la respiración del cristiano, tenemos que amar siempre.

Por tanto, tenemos que perdonar siempre.

Aquí no vale esa tacañería del “a la tercera va la vencida”.

No podemos dejar de respirar.

Tampoco podemos dejar de amar.

Por eso, tampoco podemos dejar de perdonar.

Cuando dejamos de amar es como cuando dejamos de respirar, nos morimos.

Cuando dejamos de amar dejamos de perdonar.

Y cuando dejamos de personar dejamos de amar.


El perdón no es un favor que hacemos.

El perdón es la expresión de nuestro ser cristiano.

Y no podemos ser cristianos a ratos.

Tampoco podemos amar y perdonar a ratos.


¿El difícil perdonar?

Para muchos no solo es difícil, sino imposible.

Pero el problema no está en el perdón sino en el amor.

Perdonamos poco cuando amamos poco.

Perdonamos mucho cuando amamos mucho.

Perdonamos siempre cuando amamos siempre.

No te dijes en tus sentimientos de rebeldía.

Fíjate en a verdad de tu amor.


¿Por qué a Dios no le cuesta perdonar?

Porque Dios es amor.

Y como es amor está perdonando siempre.

Para Dios, perdonar es tan natural, como le es natural el amar.

Amar y perdonar se implican mutuamente en una misma realidad.

Por eso decimos que el oficio de Dios es perdonar.


Soy consciente de que el perdón encuentra serias resistencias en nuestros sentimientos heridos.

Que nuestros sentimientos se resisten.

Que en muchos de nosotros prevalece el dolor de nuestros sentimientos.

Y sin embargo cuando dejo de perdonar me pongo a la altura del que me ofendió.

En cambio cuando perdono me pongo a la altura de Jesús, el cual “habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo”.

Y cuando nos mando nos mandó amar nos dijo “amaos como yo os he amado”.

Bien pudiera decirnos: “perdonad como yo os he perdonado”.


En la vida tendremos muchos momentos para amar.

Pero también muchos momentos para perdonar.

¿Cuántas veces la ofensa ha sido más grande que tu amor?

¿Cuántas veces la ofensa ha sido más grande que tu perdón?

Amar es perdonar.

Y perdonar es recrear de nuevo al que me ofende.

No dejes de perdonar.

Y no dejarás de recrear.


Clemente Sobrado C. P.




Archivado en: Ciclo B, Cuaresma Tagged: amor, perdon, reconciliacion
20:35

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