Ayer tomó hábito en mi convento la postulante que entró hace un mes o algo así. Las postulantes toman un hábito muy sencillo distinto del que recibirán ya en el noviciado.
Tuvimos una ceremonia muy sencilla que podéis ver en este link. En ese link, también podéis ver la entrada de esta joven al convento.
Tuve la alegría también de compartir la comida en el almuerzo con sus encantadores padres. La clausura de mis monjas es muy rigurosa, de manera que la comida nosotros la tomamos en el locutorio, donde habían puesto una mesa.
Aunque yo sea el capellán, sólo entro en la clausura si es necesario para algo: dar la comunión a una enferma, administrar lo santos óleos, retirar el Santísimo Sacramento el día de Jueves Santos, o cosas así de inusuales. Y eso me gusta, porque si son una orden monástica deben preservar su clausura de forma estricta.
Estoy muy contento con mis monjas. Son muy marianas, muy espirituales y viven pobremente dedicadas a la oración. En la ceremonia que podréis ver en el vídeo, derramo unas gotas de perfume bendecido sobre el nuevo hábito. Tres perfumes en honor de la Santísima Trinidad, y uno de rosas en honor de la Santísima Virgen María.
Otra cosa que me gusta de la iglesia del convento, es que desde mayo hasta septiembre, puedo celebrar la misa sólo con luz natural, sin ninguna bombilla encendida en toda la iglesia. De esta manera, las velas de los seis candelabros de plata lucen esplendorosos, creando una atmósfera de penumbra y recogimiento.
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