A mi modo de entender, ha sido Benedicto XVI, entre los líderes mundiales, el que ha tenido un acercamiento más sensato al Islam. En su célebre discurso de Ratisbona, el Papa apuntaba a un aspecto esencial: la relación entre razón y religión. Sintetizando mucho podríamos decir que Benedicto XVI contrastaba dos posturas contrarias: una razón cerrada a la religión – una “razón positivista” - , triunfante en buena parte de Occidente, y una religión separada de la razón. Un problema, este último, que sí puede afectar al Islam, como también en algún momento ha afectado al Cristianismo. La razón, si no se cierra en sí misma, une, tiende a la universalidad. La religión, privada de razón, divide.
Como es sabido, en Ratisbona Benedicto XVI citaba un texto de Manuel II Paleólogo referido a la “yihad”, a la guerra santa. No ignoraba el emperador que en la “sura” 2, 256 está escrito: «Ninguna constricción en las cosas de fe», pero, no obstante esto, Manuel II dirigía a su interlocutor – un persa culto – la siguiente pregunta: «Muéstrame también lo que Mahoma ha traído de nuevo, y encontrarás solamente cosas malas e inhumanas, como su disposición de difundir por medio de la espada la fe que predicaba».
Para el emperador bizantino, “la violencia está en contraste con la naturaleza de Dios y la naturaleza del alma”. O, dicho de otra manera, la violencia contradice la racionalidad de Dios y la racionalidad del hombre. Frente a la violencia, se debe actuar “según la razón”.
No es evidente que, para todos los sabios musulmanes, la naturaleza de Dios haya de ser racional: “para la doctrina musulmana, Dios es absolutamente trascendente. Su voluntad no está vinculada a ninguna de nuestras categorías, ni siquiera a la de la racionabilidad”, señala Benedicto recogiendo el pensamiento de Theodore Khoury. Dios sería Dios, sin más. Y nosotros no podemos pedirle cuentas a Dios, ni esperar de Él siquiera un mínimo de coherencia.
Para Benedicto XVI, apoyándose en San Juan, está claro que “en el principio existía el ‘logos’, y el ‘logos’ es Dios”. Para el Papa la fe bíblica va a asociada a una especie de Ilustración, a un proceso de acercamiento entre la fe y la razón.
La historia cristiana no ha estado exenta de la tentación de separar fe y razón. Lo señala el Papa Benedicto: “En contraste con el llamado intelectualismo agustiniano y tomista, Juan Duns Escoto introdujo un planteamiento voluntarista que, tras sucesivos desarrollos, llevó finalmente a afirmar que sólo conocemos de Dios la ‘voluntas ordinata’. Más allá de ésta existiría la libertad de Dios, en virtud de la cual habría podido crear y hacer incluso lo contrario de todo lo que efectivamente ha hecho […] La trascendencia y la diversidad de Dios se acentúan de una manera tan exagerada, que incluso nuestra razón, nuestro sentido de la verdad y del bien, dejan de ser un auténtico espejo de Dios, cuyas posibilidades abismales permanecen para nosotros eternamente inaccesibles y escondidas tras sus decisiones efectivas”.
Pero esa no ha sido la postura oficial de la Iglesia, que siempre ha sostenido la analogía que existe entre Dios y nosotros, entre su Espíritu y nuestra razón creada: “Dios no se hace más divino por el hecho de que lo alejemos de nosotros con un voluntarismo puro e impenetrable, sino que, más bien, el Dios verdaderamente divino es el Dios que se ha manifestado como ‘logos’ y ha actuado y actúa como ‘logos’ lleno de amor por nosotros”.
Concluía Benedicto XVI diciendo que “«no actuar según la razón, no actuar con el ‘logos’ es contrario a la naturaleza de Dios», dijo Manuel II partiendo de su imagen cristiana de Dios, respondiendo a su interlocutor persa. En el diálogo de las culturas invitamos a nuestros interlocutores a este gran ‘logos’, a esta amplitud de la razón. Redescubrirla constantemente por nosotros mismos es la gran tarea de la Universidad”.
El Cristianismo, en relación con el Islam, puede, quizá, hacer de puente. El Cristianismo ha aceptado, es consustancial a él, las verdaderas conquistas de la Ilustración: los derechos del hombre y, especialmente, la libertad de la fe y de su ejercicio.
El Cristianismo le pide al Islam un compromiso muy claro: en contra de la violencia y a favor de la sinergia entre fe y razón, entre religión y libertad. El Cristianismo y el Islam pueden coincidir, tal vez, en una cosa: la denuncia de una razón positivista, limitada, cerrada a la dimensión del misterio.
¿Será posible, en la práctica, establecer estas alianzas? ¿Será posible, en la práctica, una razón no cerrada a la religión o una religión no contraria a la naturaleza de Dios y del alma? Si uno lee lo que escribe un apologeta del ateísmo como Richard Dawkins o si uno se interesa por las noticias que nos llegan de Iraq y de Siria, no cabe albergar demasiada esperanza.
Pero Dios es Dios. Y el hombre ha sido creado a su imagen y semejanza. Debemos apostar por la razón en armonía con la fe. Lo demás será – lo estamos viendo - un desastre.
Guillermo Juan Morado.
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