La verdad es que el reencuentro con viejos conocidos es algo fantástico. Llevaría sin ver a Pepi y Mario lo menos diez años. Lo que son las cosas. Llaman a la puerta del despacho, y mira por donde ellos dos. Viejos conocidos de antiguas andanzas pastorales.
Colaboradores en alguna de las parroquias donde estuve hace años.
Abrazos, besos, risas… pero bueno… pero qué alegría. Esas cosas. Poco dura la alegría en la casa del pobre. Porque todo eran reproches: vaya parroquia que habéis construido, menudo edificio, habrá costado una pasta, los pobres, la crisis. Venían de dar una vuelta y se habían encontrado con la capilla de la adoración perpetua. Vaya por Dios, más reproches.
Yo que estaba tan feliz de ver a dos viejos parroquianos y la que me cayó encima. Porque claro, la cosa comenzó por lo de estar con los pobres pero continuaba con el tipo de pastoral que se hacía. Para ellos cosas como una capilla de adoración perpetua no es que estén mal, eso no, pero no dejan de ser el reflejo de cosas pasadas, superadas, que hoy no sirven.
Escuché un fantástico sermón sobre estar con los pobres, solidaridad, la nueva forma de hacerse presente en este mundo, el diálogo, la nueva Iglesia, la apertura al mundo. La conclusión la que ya me sé: que hay que estar con los pobres, y que una Iglesia que no vive en solidaridad con el desvalido no es la Iglesia de Jesús.
Tímidamente argumenté que Cáritas funciona bien, sus múltiples proyectos y voluntarios. Incluso, pobre de mí, se me ocurrió decir que este fin de semana nos tocaba operación kilo en un hipermercado y que si nos querían echar una mano. En buena hora. Porque además de lo de pastoral poco encarnada y actualizada me dijeron que eso es asistencialismo y que aquí se trata de devolver al pobre su dignidad de hijo de Dios, cosa a la que no tengo nada que reprochar.
Yo tengo un problema: mi tendencia a responder a las dificultades con un qué hacemos. La teoría me pierde. Así que acabé diciendo que no sé qué entendían por pastoral actualizada, opción por los pobres y presencia en el mundo, pero que si me lo explicaran con ejemplos concretos quizá pudiera llegar a comprenderlo. Por ejemplo, en la comunidad a la que pertenecen qué pastoral hacen y qué acciones llevan a cabo. Por ejemplo, cómo estaban concretando su presencia evangélica en el mundo. Pero que sobre todo me interesaba eso de la opción por los pobres exactamente cómo lo iban haciendo realidad, mayormente por la cosa de aprender.
Se hizo un incómodo silencio, al cabo del cual Mario me dice: “este es vuestro fallo, que os creéis que se trata de hacer cosas, cuando es simplemente saber estar de otro modo. Jorge, estás perdiendo el tiempo. Treinta años de cura y no has entendido nada”.
Efectivamente. Nada de nada. Se fueron lamentándose por este cura perdido para la causa.
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