La Orden Seglar del Carmelo Descalzo



Ya terminé los ejercicios espirituales con las hermanas carmelitas del Divino Corazón de Jesús y ahora me encuentro en el convento de los carmelitas descalzos de Caprarola, predicando ejercicios espirituales al Carmelo Seglar de la provincia romana. ¿Quiénes son los carmelitas seglares, terciarios carmelitas o miembros de la Orden seglar del Carmelo Descalzo?, ¿cuáles son sus orígenes?, ¿cuál su identidad y su lugar en la Orden carmelitana?



A lo largo de los siglos, las distintas familias religiosas han compartido siempre su carisma y su vida con laicos, a los que acogían en sus casas (temporalmente o de por vida) y con los que establecían distintos tipos de relaciones.



Los monasterios tuvieron oblatos desde el s. V, que se ofrecían al servicio del monasterio y participaban de su espiritualidad, sin hacer los votos, conservando su libertad para irse cuando quisieran. A lo largo del s. XII surgieron en Europa las Órdenes Mendicantes, a las que se asociaron desde el principio hermanas y hermanos laicos que compartían su espíritu, pero viviendo en sus casas y ocupándose de sus trabajos y de sus familias. Muy numerosos fueron los laicos (hombres y mujeres) que se unieron a san Francisco de Asís. Cuando la familia franciscana fue adquiriendo la estructura de una Orden religiosa, los llamados Hermanos Laicos de la Tercera Regla (o más sencillamente Terciarios) conservaron un lugar importante, junto a los frailes y a las monjas, como verdaderos miembros de la familia franciscana. En el Carmelo, también surgieron desde antiguo hermanas y hermanos laicos, que se sentían vinculados a la Orden y vivían su espíritu en el mundo.



El beato Juan Soreth (1394-1471) organizó la vida de los grupos seglares afiliados a la Orden, dándoles un reconocimiento jurídico. Pero desde mucho antes había un rito de admisión de las Sorores (mujeres que profesaban la castidad, vivían en sus casas, dedicadas a la oración y a las obras de misericordia y eran consideradas como verdaderos miembros de la Orden). Pronto se les unieron algunos varones y personas casadas, que también participan de la espiritualidad de la Orden y asumían algunos compromisos, como determinadas oraciones diarias y ciertos servicios a los pobres, compaginándolo con sus deberes familiares y laborales.



Santa Teresa de Jesús y san Juan de la Cruz tuvieron buenos amigos laicos y sacerdotes seculares, con los que compartían momentos de oración y que les ayudaron mucho en la fundación de conventos y monasterios (la verdad es que se ayudaban mutuamente). Cuando el Carmelo Descalzo se convirtió en Orden independiente, el Papa Clemente VIII dio al nuevo Prepósito General o.c.d. las mismas facultades que tenía el Prior General de los Carmelitas o.carm, entre las que se encontraba “la facultad de recibir al hábito de la Orden a los hermanos laicos o terciarios” (breve Decet Romanum Pontificem, de 1595).



El actual Código de Derecho Canónico (promulgado en 1983) coloca a las Órdenes seglares entre las asociaciones de fieles, destacando tres elementos: 1- El compromiso por la perfección cristiana; 2- La secularidad de sus miembros (viven integrados en la sociedad, haciendo presente su carisma en el mundo) y 3- La participación en la espiritualidad de una familia religiosa, como rama laical de la misma. Las define así: «Se llaman Órdenes Terceras, o con otro nombre parecido, aquellas asociaciones cuyos miembros, viviendo en el mundo y participando del espíritu de un Instituto religioso, se dedican al apostolado y buscan la perfección cristiana bajo la alta dirección del mismo Instituto» (canon 303).



Las constituciones de la OCDS dicen así: «La gran familia del Carmelo Teresiano está presente en el mundo de muchas formas. Su núcleo es la Orden de los Carmelitas Descalzos, formada por los frailes, las monjas de clausura y los seglares. Es una sola Orden con el mismo carisma. Esta se nutre de la larga tradición histórica del Carmelo, recogida en la Regla de San Alberto y en la doctrina de los doctores carmelitas de la Iglesia y de otras santas y santos de la Orden. Las presentes Constituciones de la ocds son un código fundamental para sus miembros, presentes en distintas regiones del mundo. Por este motivo se caracterizan por la simplicidad de las estructuras y la sobriedad de normas de vida. De este modo, dentro de una unidad fundamental, establecida en este texto legislativo, conservan la apertura a un pluralismo de concretizaciones exigidas por los diversos contextos socio-culturales y eclesiales».

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