Santiago de Compostela es uno de los principales centros de peregrinación del mundo entero. Son millones las personas que a lo largo de los siglos han recorrido las etapas del Camino de Santiago hasta llegar a su hermosa catedral a rezar a los pies del apóstol. Una vez allí, llama la atención el uso de un espectacular incensario movido por ocho personas a gran velocidad por las naves del templo: el botafumeiro. A continuación recojo una poesía en honor de Santiago peregrino.
Al celebrar tu memoria,
Santo Apóstol peregrino,
guíanos por el camino
al Pórtico de la Gloria.
Camino de Compostela,
va un romero caminando
y es el camino de estrellas
polvareda de sus pasos.
En el pecho las vieiras,
y el alto bordón en la mano,
sembrando por la vereda
las canciones y los salmos.
Llévale, romerico,
llévale a Santiago,
llévale, romerico,
llévale un abrazo.
Llegó al corazón de España
por el monte y por el llano;
en los anchos horizontes
cielo y tierra se abrazaron.
Sube hasta el monte del Gozo
y allí, de hinojos postrado,
las altas torres de ensueño
casi toca con las manos.
Llévale, romerico,
llévale a Santiago,
llévale, romerico,
llévale un abrazo.
Romeros, sólo romeros,
dile que peregrinamos
con la mirada en el cielo
desde la aurora al ocaso.
Camino de Compostela,
todos los hombres, hermanos,
construyendo un mundo nuevo
en el amor cimentado.
Llévale, romerico,
llévale a Santiago,
llévale, romerico,
llévale un abrazo.
Ven, Santiago, con nosotros,
que tu bordón es un báculo,
el cayado del pastor
para guiar el rebaño.
¡Santo Apóstol peregrino,
llévanos tú de la mano
para ir contigo hasta Cristo,
Santiago el Mayor, Santiago!
Llévale, romerico,
llévale a Santiago,
llévale, romerico,
llévale un abrazo.
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