La liturgia diaria meditada - Estaban como ovejas que no tienen pastor (Mc 6, 30-34) 06/02

Sábado 03 de Febrero de 2018
Misa a elección:

Feria. Verde.
San Blas, obispo y mártir. (ML). Rojo.
San Oscar, obispo. (ML). Blanco.

San Blas vivió en el siglo IV. La tradición cuenta que una vez libró a un niño de una espina en la garganta que lo estaba asfixiando. Cuando san Blas estuvo preso por ser cristiano, la madre del niño lo visitaba en la cárcel y le llevaba alimentos y velas. De allí proviene la costumbre de bendecir las gargantas con velas en este día. San Blas es conocido como uno de los “catorce santos auxiliadores”, un grupo de santos que, desde el siglo XIV, son conocidos por la eficacia de su intercesión contra varias enfermedades.

San Oscar o Ansgario, obispo de Hamburgo y después también de Bremen, en Sajonia, el cual, siendo monje del monasterio de Corbie, fue designado por el papa Gregorio IV como legado para todas las tierras del norte de Europa, anunciando el Evangelio a grandes multitudes de Dinamarca y Suecia y consolidando allí la Iglesia de Cristo. Después de superar con ánimo invicto muchas dificultades, desgastado por sus trabajos murió en Bremen, en 865.

Antífona de entrada         Cf. Sal 105, 47
Sálvanos, Señor y Dios nuestro, congréganos de entre las naciones, para que podamos dar gracias a tu santo nombre y gloriarnos en tu alabanza.

Oración colecta    
Señor y Dios nuestro, concédenos honrarte con todo el corazón y amar a todos con amor verdadero. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

O bien:         de san Blas
Escucha, Señor, las súplicas que te presentamos por la intercesión de san Blas, mártir, y concédenos gozar de la paz en esta vida y recibir la recompensa eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.

O bien:         de san Oscar
Señor, que enviaste al obispo san Oscar para iluminar con el Evangelio a numerosos pueblos, concédenos, por su intercesión, la gracia de caminar siempre en la luz de tu verdad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.

Oración sobre las ofrendas       
Presentamos ante tu altar, Señor, los dones de nuestra entrega; te rogamos que los aceptes con bondad y los conviertas en el sacramento de nuestra redención. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Antífona de comunión      Sal 30, 17-18
Que brille tu rostro sobre tu servidor, sálvame por tu misericordia. Señor, que no me avergüence de haberte invocado.

O bien:         Mt 5, 3. 5
Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les pertenece el reino de los cielos. Felices los pacientes porque recibirán la tierra en herencia.

Oración después de la comunión
Alimentados con el don de nuestra redención, te pedimos, Padre, que con este auxilio de salvación eterna se acreciente siempre en nosotros la verdadera fe. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Lectura           1Rey 3, 4-13
Lectura del primer libro de los Reyes.
El rey Salomón fue a Gabaón para ofrecer sacrificios allí, porque ése era el principal lugar alto. Sobre ese altar, Salomón ofreció mil holocaustos. En Gabaón, el Señor se apareció a Salomón en un sueño, durante la noche. Dios le dijo: “Pídeme lo que quieras”. Salomón respondió: “Tú has tratado a tu servidor David, mi padre, con gran fidelidad, porque él caminó en tu presencia con lealtad, con justicia y rectitud de corazón; tú le has atestiguado esta gran fidelidad, dándole un hijo que hoy está sentado en su trono. Y ahora, Señor, Dios mío, has hecho reinar a tu servidor en lugar de mi padre David, a mí, que soy apenas un muchacho y no sé valerme por mí mismo. Tu servidor está en medio de tu pueblo, el que tú has elegido, un pueblo tan numeroso que no se puede contar ni calcular. Concede entonces a tu servidor un corazón comprensivo, para juzgar a tu pueblo, para discernir entre el bien y el mal. De lo contrario, ¿quién sería capaz de juzgar a un pueblo tan grande como el tuyo?”. Al Señor le agradó que Salomón le hiciera este pedido, y Dios le dijo: “Porque tú has pedido esto, y no has pedido para ti una larga vida, ni riqueza, ni la vida de tus enemigos, sino que has pedido el discernimiento necesario para juzgar con rectitud, yo voy a obrar conforme a lo que dices: Te doy un corazón sabio y prudente, de manera que no ha habido nadie como tú antes de ti, ni habrá nadie como tú después de ti. Y también te doy aquello que no has pedido: tanta riqueza y gloria que no habrá nadie como tú entre los reyes, durante toda tu vida”.
Palabra de Dios.
Comentario
El pedido de Salomón no solo agrada a Dios; también debe agradarnos a nosotros. Que un gobernante no pida tener poder, ni negociados, ni abundancia material es una alegría para todo el pueblo.
Sal 118, 9-14
R. ¡Enséñame, Señor, tus preceptos!
¿Cómo un joven llevará una vida honesta? Cumpliendo tus palabras. Yo te busco de todo corazón: no permitas que me aparte de tus mandamientos. R.
Conservo tu palabra en mi corazón, para no pecar contra ti. Tú eres bendito, Señor: enséñame tus preceptos. R.
Yo proclamo con mis labios todos los juicios de tu boca. Me alegro de cumplir tus prescripciones, más que de todas las riquezas. R.
Aleluya           Jn 10, 27
Aleluya. “Mis ovejas escuchan mi voz, yo las conozco y ellas me siguen”, dice el Señor. Aleluya.
Evangelio        Mc 6, 30-34
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos.
Al regresar de su misión, los apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Él les dijo: “Vengan ustedes solos a un lugar desierto, para descansar un poco”. Porque era tanta la gente que iba y venía, que no tenían tiempo ni para comer. Entonces se fueron solos en la barca a un lugar desierto. Al verlos partir, muchos los reconocieron, y de todas las ciudades acudieron por tierra a aquel lugar y llegaron antes que ellos. Al desembarcar, Jesús vio una gran muchedumbre y se compadeció de ella, porque eran como ovejas sin pastor, y estuvo enseñándoles largo rato.
Palabra del Señor.
Comentario
A veces tenemos proyectos muy sanos y coherentes con nuestra fe, como puede ser un descanso, un estudio o un tiempo de retiro, y hasta un tiempo de oración y contemplación. Pero este proyecto puede ser interrumpido por la necesidad de hermanos muy necesitados de nuestro servicio o palabra. Que en esos momentos nos sintamos como Jesús, compadecidos de aquellos que vienen a buscar un pastor.
Oración introductoria
Jesucristo, te doy gracias por los momentos en que piensas en mí sin que yo me dé siquiera cuenta. Concédeme imitar tu ejemplo. Que aprenda a mirar las necesidades de los demás antes que las mías. Que lo haga de corazón, no por aparentar. Te pido por mis seres queridos, por mis amigos y por las personas que aún no te conocen. Quiero ofrecerte esta oración en acción de gracias por tu presencia en la Eucaristía y en mi corazón.
Llévame, Señor, al silencio de mi alma para estar contigo y gozar de tu presencia.
Meditación 
Hoy, el Evangelio nos plantea una situación, una necesidad y una paradoja que son muy actuales.
Una situación. Los Apóstoles están “estresados”: «Los que iban y venían eran muchos, y no les quedaba tiempo ni para comer» (Mc 6,30). Frecuentemente nosotros nos vemos abocados a lo mismo. El trabajo exige buena parte de nuestras energías; la familia, donde cada miembro quiere palpar nuestro amor; las otras actividades en las que nos hemos comprometido, que nos hacen bien y, a la vez, benefician a terceros... ¿Querer es poder? Quizá sea más razonable reconocer que no podemos todo lo que quisiéramos.
Una necesidad. El cuerpo, la cabeza y el corazón reclaman un derecho: descanso. En estos versículos tenemos un manual, frecuentemente ignorado, sobre el descanso. Ahí destaca la comunicación. Los Apóstoles «le contaron todo lo que habían hecho» (Mc 6,30). Comunicación con Dios, siguiendo el hilo de lo más profundo de nuestro corazón. Y —¡qué sorpresa!— encontramos a Dios que nos espera. Y espera encontrarnos con nuestros cansancios.
Jesús les dice: «Venid también vosotros aparte, a un lugar solitario, para descansar un poco» (Mc 6,31). ¡En el plan de Dios hay un lugar para el descanso! Es más, nuestra existencia, con todo su peso, debe descansar en Dios. Lo descubrió el inquieto Agustín: «Nos has creado para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que no descanse en ti». 
La caridad de Jesucristo no conoce el ensimismamiento en los propios problemas o dificultades. Él nos enseña a salir del círculo estrecho de mi "yo y mis circunstancias", sean éstas felices o penosas. Cuando más queramos encerrarnos en nosotros mismos, levantemos la mirada del corazón y veamos a Cristo en la barca, predicando sin descanso a sus hermanos, los hombres. Imitemos su ejemplo y extendamos su Reino con generosidad. Pensemos en lo que realmente vale la pena: la salvación de las almas a nosotros encomendadas.
Propósito
Procuraré escuchar a mis amigos, familiares y compañeros con atención y sin dar muestras de prisas.
Diálogo con Cristo
¡Gracias Jesús por enseñarme a mirar las necesidades de los demás antes que las propias! Ayúdame a entender que sólo el contacto contigo en la Eucaristía logrará cambiar mi corazón. No lo logrará ni mi buena voluntad, ni medicina alguna en el mundo. Haz que anhele el recogimiento de mi alma, ese humilde sagrario donde me esperas para enseñarme a vivir como Tú.

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