Se ha planteado en Alemania la cuestión de si un sacerdote puede bendecir una unión homosexual. He estado meditando esta cuestión desde la más abierta de las mentalidades, examinando, incluso, si había algún resquicio teológico por el que esto fuera posible. Pero no veo ninguna posibilidad para hacer tal cosa lícitamente.
Si un grupo de masones me pide venir a la Iglesia para asistir a un grupo semanal de lectura de la Biblia, les diría que sí. Pero si se me pide que bendiga su logia, la respuesta llena de caridad sería que no puedo hacerlo.
Se puede bendecir a los masones, a los homosexuales, a los comunistas: es decir, se puede bendecir a las personas. Pero no se puede bendecir ni a la logia ni a una unión ilícita ni a un partido contrario a la fe de la Iglesia.
Las personas homosexuales pueden ser bendecidas, incluso si viene una pareja a la sacristía. Pero lo que no se puede bendecir es la unión, porque aquí lo que está en juego es si creemos que la Palabra de Dios es infalible o no. Tampoco un hombre que está teniendo una relación adúltera con su secretaria puede venir al sacerdote a que les bendiga esa relación. Del sacerdote no podrá esperar una pareja adúltera ni que les bendiga ni que tranquilice su conciencia.
Cada vez son más claros los crujidos de la estructura que revelan que se va a producir un cisma en la Iglesia. Alemania, Austria, Suiza, los Países Bajos serán el epicentro. Precisamente por lo delicada de la situación con presiones desde fuera y desde dentro, es por lo que debemos estar unidos a la Sede Romana. Aunque veo inevitable que haya ovejas y pastores que se marchen del redil hacia un lado y otros hacia el opuesto.
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