Oficio de Lectura - La perfección de la caridad consiste en el amor a los enemigos - beato Elredo, Abad de Rieval (+1167 dC)

OFICIO DE LECTURA - VIERNES DE LA SEMANA I - TIEMPO DE CUARESMA

Del Propio del Tiempo. Salterio I.

SEGUNDA LECTURA

Del Espejo de caridad, del beato Elredo, abad
(Libro 3, cap. 5: PL 195, 582)
EL AMOR FRATERNO, A IMITACIÓN DE CRISTO
La perfección de la caridad consiste en el amor a los enemigos. A ello nada nos anima tanto como la consideración de aquella admirable paciencia con que el más bello de los hombres ofreció su rostro, lleno de hermosura, a los salivazos de los malvados; sus ojos, cuya mirada gobierna el universo, al velo con que se los taparon los inicuos; su espalda a los azotes; su cabeza, venerada por los principados y potestades, a la crueldad de las espinas; toda su persona a los oprobios e injurias; aquella admirable paciencia, finalmente, con que soportó la cruz, los clavos, la lanzada, la hiel y el vinagre, todo ello con dulzura, con mansedumbre, con serenidad. En resumen, como cordero llevado al matadero, como oveja ante el esquilador, enmudecía y no abría la boca.
¿Quién, al oír aquellas palabras, llenas de dulzura, de amor, de inmutable serenidad: Padre, perdónalos, no se decide al momento a amar de corazón a sus enemigos? Padre -dice-, perdónalos. ¿Puede haber una oración que exprese mayor mansedumbre y amor?
Hizo más aún: le pareció poco orar; quiso también excusar. «Padre -dijo-, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Su pecado ciertamente es muy grande, pero su conocimiento de causa muy pequeño; por eso, Padre, perdónalos. Me crucifican, es verdad, pero no saben a quién crucifican, porque, si lo hubieran conocido, nunca hubieran crucificado al Señor de la gloria; por eso, Padre, perdónalos. Ellos me creen un transgresor de la ley, un usurpador de la divinidad, un seductor del pueblo. Les he ocultado mi faz, no han conocido mi majestad; por eso, Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.»
Por tanto, que el amor del hombre a sí mismo no se deje corromper por las apetencias de la carne. Para no sucumbir a ellas, que tienda con todo su afecto a la mansedumbre de la carne del Señor. Más aún, para que repose de un modo más perfecto y suave en el gozo del amor fraterno, que estreche también a sus enemigos con los brazos de un amor verdadero.
Y, para que este fuego divino no se enfríe por el impacto de las injurias, que mire siempre, con los ojos de su espíritu, la serena paciencia de su amado Señor y Salvador.
RESPONSORIO    Is 53, 12; Lc 23, 34
R. Se entregó a sí mismo a la muerte y fue contado entre los malhechores; * él tomó sobre sí el pecado de las multitudes e intercedió por los pecadores.
V. Jesús decía: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.»
R. El tomó sobre sí el pecado de las multitudes e intercedió por los pecadores.
Señor, haz que tu pueblo vaya penetrando debidamente el sentido de la Cuaresma y se prepare así a las fiestas pascuales, para que la penitencia corporal, propia de este tiempo, sirva para la renovación espiritual de todos tus fieles. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

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06:53

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