Creatividad pastoral y ocurrencias del señor cura párroco

Depende de cómo quieran entenderlo. Técnica y formalmente, queda mucho mejor hablar de creatividad pastoral –de la fetén, que un no olvida el foro- que de ocurrencias del señor cura párroco. Depende.

Hay que partir de mucho dolor. Justo el que los pastores debemos sentir al ver a tantas ovejas perdidas, descarriadas, errantes. Hoy cualquier barrio, cualquier ciudad, cualquier pueblo es abundante en gente alejada de Cristo y de la Iglesia. Estas cosas nos tienen que doler en el alma. Es una herida profunda verte en misa con una asistencia del todo exigua, los cuatro, o mejor las cuatro de siempre, la prácticamente inexistencia de la confesión, o tener el templo lleno porque ha habido un funeral de persona muy conocida, pero donde nadie responde ni al Señor ten piedad. Triste, muy triste.

Ante esto hay muchas posibles respuestas.

La primera, simplemente pasar. Es lo que hay, es lo que te encuentras. Seguir con los cuatro de misa hasta que sean tres, dos… o nadie. Limitarte entonces a entierros y fiestas patronales y seguir hasta que las fiestas directamente sean un folklore animado y organizado por el excelentísimo ayuntamiento o a la asociación “La fiesta es nuestra”.

Hay otra posibilidad. Consiste en encerrarte todos los días un ratito en el cuarto de llorar y lamentarte por tu desgracia. No sirve de nada, pero algo te desahogas.

La tercera, la buena, pero con muchos matices, es la de empezar a discurrir a ver qué cómo conseguir que la gente vuelva a Cristo y a la Iglesia. Y ahora vamos con los matices.

Nos podemos conformar con que la gente venga a algo. Organizamos competiciones deportivas, excursiones, clubs juveniles, meriendas, nos apuntamos los curas a la peña de los chupilerendis. La verdad es que esas cosas atraen… pero son simple gaseosa. El día que el cura se va, todo se queda en la nada. Perdón, no son gaseosa, son cicuta, porque no solo la gente acaba sin volver, sino que encima les estamos enseñando que la iglesia es un club de entretenimiento, y para entretener hoy hay cosas más atrayentes. Más aún, pobre del cura que pretenda otra cosa.

Necesitamos creatividad. Necesitamos estrujarnos la sesera, echar horas en oración ante el Señor para ver cómo conseguimos uno más para Cristo. Para Cristo. Quede claro. Y aquí es donde aparece lo que un servidor, más humildemente, llama “sus ocurrencias”. A ver qué se nos ocurre para que la gente valore la eucaristía, los sacramentos, la oración, la devoción, porque cuando alguien encuentra eso, los curas vamos y venimos, pero la fe y la cercanía de Cristo no se pierden.

Tampoco ¡por favor! me identifiquen creatividad pastoral con liturgias alternativas, shows parroquiales y mandamientos iuxta modum.  

Ayer celebraron en la parroquia de la Beata María Ana Mogas el quinto aniversario de la capilla de adoración perpetua. Fue una de mis “ocurrencias”. Ahora, en mis pueblos, en ello estoy. Dando vueltas. Tirando de cualquier hilito por frágil que parezca. Tocando cualquier tecla por mínima que sea para que un alma, aunque sea una sola, vuelva a Cristo.

Pues esto es la creatividad pastoral. La que parte del dolor del pastor que llora al ver a sus ovejas vagando sin rumbo y que no le deja sosegar hasta que una a una vuelvan al redil del que jamás debieron salir. Cosa del pastor después será ver el modo de traer a cada una. Ahí está su creatividad, ahí todas sus ocurrencias. 

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