Sábado 24 de Febrero de 2018
I de Cuaresma
I de Cuaresma
Morado
Martirologio Romano: En Tréveris, en la Galia Bélgica, (hoy en Alemania), san Modesto, obispo († c.486).
Antífona de entrada Sal 18, 8
La ley del Señor es perfecta, reconforta el alma; el testimonio del Señor es verdadero, da sabiduría al simple.
Oración colecta
Padre eterno, vuelve a ti nuestros corazones, para que, buscando siempre el único bien necesario y practicando la caridad fraterna, vivamos consagrados a tu servicio. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
Oración sobre las ofrendas
Te pedimos, Señor, que estos sagrados misterios nos renueven espiritualmente y nos hagan dignos de recibirlos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Antífona de comunión cf. Mt 5, 48
Dice el Señor: “Sean perfectos como es perfecto el Padre que está en el cielo”.
Oración después de la comunión
Padre, otorga tu ayuda continua a quienes alimentas con la Eucaristía; y, a cuantos has iluminado con tu Palabra, acompáñalos siempre con el consuelo de tu gracia. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Oración sobre el pueblo (Facultativa)
Dios nuestro, que esta bendición fortalezca a tus fieles, para que no se aparten nunca de tu voluntad y puedan gozar siempre de tus beneficios. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Lectura Deut 26, 16-19
Lectura del libro del Deuteronomio.
Moisés habló al pueblo diciendo: Hoy el Señor, tu Dios, te ordena practicar estos preceptos y estas leyes. Obsérvalas y practícalas con todo tu corazón y con toda tu alma. Hoy tú le has hecho declarar al Señor que él será tu Dios, y que tú, por tu parte, seguirás sus caminos, observarás sus preceptos, sus mandamientos y sus leyes, y escucharás su voz. Y el Señor hoy te ha hecho declarar que tú serás el pueblo de su propiedad exclusiva, como él te lo ha prometido, y que tú observarás todos sus mandamientos; que te hará superior -en estima, en renombre y en gloria- a todas las naciones que hizo; y que serás un pueblo consagrado al Señor, tu Dios, como él te lo ha prometido.
Palabra de Dios.
Comentario
Hemos hecho una alianza con Dios. Él es el Señor de la vida, y no aceptamos a ningún otro ni seguimos a ningún ídolo. Ser pueblo “de Dios” nos compromete a vivir apasionadamente en el mismo estilo de Dios, que es puro amor.
Salmo 118, 1-2. 4-5. 7-8
R. ¡Felices los que siguen la ley del Señor!
Felices los que van por un camino intachable, los que siguen la ley del Señor. Felices los que cumplen sus prescripciones y lo buscan de todo corazón. R.
Tú promulgaste tus mandamientos para que se cumplieran íntegramente. ¡Ojalá yo me mantenga firme en la observancia de tus preceptos! R.
Te alabaré con un corazón recto, cuando aprenda tus justas decisiones. Quiero cumplir fielmente tus preceptos: No me abandones del todo. R.
Aclamación 2Cor 6, 2b
Este es el tiempo favorable, éste es el día de la salvación.
Evangelio Mt 5, 43-48
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Jesús dijo a sus discípulos: “Ustedes han oído que se dijo: ‘Amarás a tu prójimo’ y odiarás a tu enemigo. Pero yo les digo: Amen a sus enemigos, rueguen por sus perseguidores; así serán hijos del Padre que está en el cielo, porque él hace salir el sol sobre malos y buenos y hace caer la lluvia sobre justos e injustos. Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen lo mismo los publicanos? Y si saludan solamente a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen lo mismo los paganos? Por lo tanto, sean perfectos como es perfecto el Padre que está en el cielo”.
Palabra del Señor.
Comentario
“Amar al enemigo… queda claro si uno recuerda las verdaderas razones para amar a otra persona. No son su belleza, su atractivo, sus acciones. Más allá de todo lo exterior, Dios es su creador, esa persona es imagen de Dios, Jesús dio su sangre por ella. Eso mismo es lo que puedo ver en mí. Si Jesús dio su sangre por mí, ¿cómo no me voy a amar? Pero también la dio por los demás ¿cómo no los voy a amar?”.
Oración introductoria
Aquí estoy, Señor, en tu presencia. Quiero estar contigo estos momentos para que llenes mi corazón de tu amor, de tu bondad. Tú conoces mi alma, sabes cuánto me cuesta salir de mí mismo y amar de verdad. Por eso, vengo a ti, que eres la fuente de amor, para que acercándome tanto a la hoguera de tu caridad, mi corazón y mi vida ardan en tu amor.
Señor, llena mi corazón de tu amor.
Meditación
Hoy, el Evangelio nos exhorta al amor más perfecto. Amar es querer el bien del otro y en esto se basa nuestra realización personal. No amamos para buscar nuestro bien, sino por el bien del amado, y haciéndolo así crecemos como personas. El ser humano, no puede encontrar su plenitud si no es en la entrega sincera de sí mismo a los demás.
El amor tiene su fundamento y su plenitud en el amor de Dios en Cristo. La persona es invitada a un diálogo con Dios. Uno existe por el amor de Dios que lo creó, y por el amor de Dios que lo conserva, y sólo puede decirse que vive en la plenitud de la verdad cuando reconoce libremente este amor y se confía totalmente a su Creador.
El amor humano debe, por tanto, ser custodiado por el Amor divino, que es su fuente, en él encuentra su modelo y lo lleva a plenitud. Por todo esto, el amor, cuando es verdaderamente humano, ama con el corazón de Dios y abraza incluso a los enemigos. Si no es así, uno no ama de verdad.
Esto es lo que Cristo vino a enseñarnos, viviéndolo él en primera persona. Ante todas las ofensas que recibe, su respuesta siempre es la misma: amor y perdón. Y esto lo podemos vivir en las situaciones más ordinarias de nuestra vida, ante una queja, ante la crítica que recibimos, un mal gesto, una ofensa, al ser olvidados en algo importante u otra situación diaria. Pero esto requiere una profunda actitud de humildad, la cual sólo lograremos aprendiendo en la oración con Cristo.
Propósito
Responder con un gesto de amor (una sonrisa, la palabra "gracias", con paciencia, con perdón...) las ofensas que reciba el día de hoy.
Diálogo con Cristo
Jesús, Tú que eres manso y humilde de corazón, enséñame la virtud de saber amar a mis enemigos, a aquellos que me ofenden, a comprenderlos o tan sólo saber perdonarlos. Es difícil, pero sé que contigo nada es imposible. Llena mi corazón de tu amor a tal grado que pueda transmitir tu amor a todos los que me rodean. Que tu corazón, Señor, lata en mi pecho toda mi vida.
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