Estos días estoy muy pesadito con el tema funerario. De hecho, estoy pensando cambiar el nombre del blog: Blog funerario del padre Fortea. El caso es que es precioso el comienzo de la película Ángeles y demonios. Aquí pongo el link, pero el sonido es pésimo y la calidad de la imagen tampoco es la óptima:
Pues bien, lo cierto es que el Anillo del Pescador no se destruye. Hace muchos años que se guarda íntegro, porque no sirve para sellar. Quiero desde este blog proponer que se haga una destrucción del sello papal tan bonita como la de la película. Ese sello sí que se destruye. Y sería un acto muy bonito filmar su destrucción si se hace tan bien como en la película.
Más de mil millones de personas estarían encantadas de ver, en las noticias de ese día, una escena tan estéticamente bella como la de la película, con todo su protocolo, vestiduras y marcos incomparables.
No es la belleza por la belleza. La estética lleva a Dios. Incluso la muerte de un Sumo Pontífice puede convertirse en un hecho estéticamente impresionante hasta para los no creyentes y crear un sentimiento de admiración hacia la religión.
Se podría crear todo un protocolo (filmado en todos sus detalles) en el que el camarlengo sella los aposentos papales y acto seguido se dirige al lugar donde se destruye el sello papal: monseñores, alabarderos, gentiluomini con sus collares y golas en el cuello.
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