La liturgia diaria meditada - Alégrense de que sus nombres estén escritos en el cielo (Lc 10,17-24) 07/10


Sábado 07 de Octubre de 2017
Nuestra Señora del Rosario
(MO). Blanco.

El rezo del Rosario comienza a popularizarse a partir de la Edad Media. Nace como una práctica del pueblo sencillo, que, al no poseer una Biblia para rezar los salmos, reemplazaba los 150 salmos bíblicos por 150 Avemarías. Estas oraciones se distribuyeron en grupos de diez, meditando con ellas distintos pasajes de la vida de Cristo y de la Virgen. Numerosas devociones hablan de la aparición de la santísima Virgen estimulando a los fieles a esta forma de oración.

Antífona de entrada         Cf. Lc 1, 28. 42
Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo. Bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre.

Oración colecta    
Señor, derrama tu gracia en nuestros corazones, y ya que hemos conocido por el anuncio del Ángel la encarnación de tu Hijo Jesucristo, condúcenos por su Pasión y su Cruz, con la intercesión de la Virgen María, a la gloria de la resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

Oración sobre las ofrendas       
Te rogamos, Señor, que prepares nuestros corazones para ofrecer este sacrificio y así poder celebrar de tal modo los misterios de tu Hijo unigénito, que seamos dignos de alcanzar sus promesas. Él que vive y reina por los siglos de los siglos.

Antífona de comunión      Lc 1, 31
Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús.

Oración después de la comunión
Te pedimos, Señor Dios nuestro, que habiendo proclamado en este sacramento la muerte y resurrección de tu Hijo, asociados a los dolores de su pasión podamos también gozar de su consuelo y participar de su gloria. Por Jesucristo, nuestro Señor

Lectura        Hech 1, 12-14
Lectura de los Hechos de los apóstoles.
Después de que Jesús subió al cielo, los apóstoles regresaron del monte de los Olivos a Jerusalén: la distancia entre ambos sitios es la que está permitido recorrer en día sábado. Cuando llegaron a la ciudad, subieron a la sala donde solían reunirse. Eran Pedro, Juan, Santiago, Andrés, Felipe, Tomás, Bartolomé, Mateo, Santiago, hijo de Alfeo, Simón el Zelote y Judas, hijo de Santiago. Todos ellos, íntimamente unidos, se dedicaban a la oración en compañía de algunas mujeres, de María, la madre de Jesús y de sus hermanos.
Palabra de Dios.

Salmo Lc 1, 46-55
R. El Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas. Su nombre es santo.
O bien:
Eres feliz, Virgen María, tú que llevaste en tu seno al Hijo del Padre eterno.

Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador. R.

Porque miró con bondad la pequeñez de su servidora. En adelante todas las generaciones me llamarán feliz, porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas. Su nombre es santo. R.

Y su misericordia se extiende de generación en generación sobre los que le temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los soberbios de corazón. R.

Derribó del trono a los poderosos y elevó a los humildes, colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías. R.

Socorrió a Israel, su servidor, acordándose de su misericordia, como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abraham y de su descendencia para siempre. R.

Aleluya        Cf. Lc 1, 28
Aleluya. Alégrate María, llena de gracia, el Señor está contigo, bendita tú entre las mujeres. Aleluya.

Evangelio     Lc 1, 26-38
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
El ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María. El Ángel entró en su casa y la saludó, diciendo: “¡Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo!”. Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo. Pero el Ángel le dijo: “No temas, María, porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; él será grande y se le llamará Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin”. María dijo al Ángel: “¿Cómo puede ser eso, si yo no convivo con ningún hombre?”. El Ángel le respondió: “El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será santo y se le llamará Hijo de Dios. También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada estéril, ya se encuentra en su sexto mes, porque no hay nada imposible para Dios”. María dijo entonces: “Yo soy la servidora del Señor; que se cumpla en mí lo que has dicho”. Y el Ángel se alejó.
Palabra del Señor.


O bien, Lecturas de la Feria

Lectura        Bar 4, 5-12. 27-29
Lectura del libro de Baruc.
¡Ánimo, pueblo mío, memorial viviente de Israel! Ustedes fueron vendidos a las naciones, pero no para ser aniquilados; es por haber excitado la ira de Dios, que fueron entregados a sus enemigos. Ustedes irritaron a su Creador, ofreciendo sacrificios a los demonios y no a Dios; olvidaron al Dios, eterno, el que los sustenta, y entristecieron a Jerusalén, la que los crió. Porque ella, al ver que la ira del Señor se desencadenaba contra ustedes, exclamó: “Escuchen, ciudades vecinas de Sión: Dios me ha enviado un gran dolor. Yo he visto el cautiverio que el Eterno infligió a mis hijos y a mis hijas. Yo los había criado gozosamente y los dejé partir con lágrimas y dolor. Que nadie se alegre al verme viuda y abandonada por muchos. Estoy desolada por los pecados de mis hijos, porque se desviaron de la Ley de Dios”. ¡Ánimo, hijos, clamen a Dios, porque Aquel que los castigó se acordará de ustedes! Ya que el único pensamiento de ustedes ha sido apartarse de Dios, una vez convertidos, búsquenlo con un empeño diez veces mayor. Porque el que atrajo sobre ustedes estos males les traerá, junto con su salvación, la eterna alegría.
Palabra de Dios.

Comentario
El dramatismo del análisis de la realidad que presenta Baruc, se abre a la esperanza del encuentro con Dios. Ningún dolor puede apartarnos del Señor que siempre está para recibirnos y abrazarnos.

Sal 68, 33-37
R. El Señor escucha a los pobres.

Que lo vean los humildes y se alegren, que vivan los que buscan al Señor: porque el Señor escucha a los pobres y no desprecia a sus cautivos. R.

Que lo alaben el cielo, la tierra y el mar, y todos los seres que se mueven en ellos. R.

El Señor salvará a Sión y volverá a edificar las ciudades de Judá: el linaje de sus servidores la tendrá como herencia, y los que aman su nombre morarán en ella. R.

Aleluya        cf. Mt 11, 25
Aleluya. Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque revelaste los misterios del Reino a los pequeños. Aleluya.

Evangelio     Lc 10. 17-24 
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Al volver los setenta y dos de su misión, dijeron a Jesús llenos de gozo: “Señor, hasta los demonios se nos someten en tu Nombre”. Él les dijo: “Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Les he dado poder para caminar sobre serpientes y escorpiones y para vencer todas las fuerzas del enemigo; y nada podrá dañarlos. No se alegren, sin embargo, de que los espíritus se les sometan; alégrense más bien de que sus nombres estén escritos en el cielo”. En aquel momento Jesús se estremeció de gozo, movido por el Espíritu Santo, y dijo: “Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque, habiendo mantenido ocultas estas cosas a los sabios y prudentes, las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido. Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie sabe quién es el Hijo, sino el Padre, como nadie sabe quién es el Padre, sino el Hijo y aquél a quien el Hijo se lo quiera revelar”. Después, volviéndose hacia sus discípulos, Jesús les dijo a ellos solos: “¡Felices los ojos que ven lo que ustedes ven! ¡Les aseguro que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes ven y no lo vieron, oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron!”.
Palabra del Señor.

Comentario
A Jesús lo conmueve la alegría profunda de verificar que la Buena Noticia es recibida por los pobres y sencillos. Y este sentimiento tan íntimo lo mueve a la oración. Así se dirige al Padre, porque la obra que Jesús realiza es, en definitiva, acercarnos el Reinado amoroso que el Padre quiere desplegar en este mundo.

Oración introductoria 
Gracias, Señor, por mostrarme el camino para llegar al Padre, permite que sea un pequeño y sea dichoso de estar cerca de Ti. 

Petición 
Señor, concédeme ser sencillo para buscar siempre el camino que me lleve a Ti. 

Meditación   

Hoy, el evangelista Lucas nos narra el hecho que da lugar al agradecimiento de Jesús para con su Padre por los beneficios que ha otorgado a la Humanidad. Agradece la revelación concedida a los humildes de corazón, a los pequeños en el Reino. Jesús muestra su alegría al ver que éstos admiten, entienden y practican lo que Dios da a conocer por medio de Él. En otras ocasiones, en su diálogo íntimo con el Padre, también le dará gracias porque siempre le escucha. Alaba al samaritano leproso que, una vez curado de su enfermedad —junto con otros nueve—, regresa sólo él donde está Jesús para darle las gracias por el beneficio recibido.

¡Qué alegría de los discípulos después de una jornada tan exitosa! Los demonios les temen, curan leprosos, hacen caminar a los paralíticos, dan la vista a los ciegos etc. 

La satisfacción tan agradable y tan necesaria que experimentamos por haber hecho el bien en esta tierra nos debería llevar a pensar en los méritos que ganamos para el cielo. Este es el motivo principal por el cual deberíamos de estar contentos. Saber que hemos actuado de tal forma que nuestros nombres están escritos en el reino de los cielos. 

Es Cristo quien guía a la Iglesia por medio de su Espíritu. El Espíritu Santo es el alma de la Iglesia, con su fuerza vivificadora y unificadora: de muchos, hace un solo cuerpo, el Cuerpo místico de Cristo. Nunca nos dejemos vencer por el pesimismo, por esa amargura que el diablo nos ofrece cada día; no caigamos en el pesimismo y el desánimo: tengamos la firme convicción de que, con su aliento poderoso, el Espíritu Santo da a la Iglesia el valor de perseverar y también de buscar nuevos métodos de evangelización, para llevar el Evangelio hasta los extremos confines de la tierra. 

La verdad cristiana es atrayente y persuasiva porque responde a la necesidad profunda de la existencia humana, al anunciar de manera convincente que Cristo es el único Salvador de todo el hombre y de todos los hombres. Este anuncio sigue siendo válido hoy, como lo fue en los comienzos del cristianismo, cuando se produjo la primera gran expansión misionera del Evangelio.

Escribe san Agustín: «¿Podemos llevar algo mejor en el corazón, pronunciarlo con la boca, escribirlo con la pluma, que estas palabras: ‘Gracias a Dios’? No hay nada que pueda decirse con mayor brevedad, ni oír con mayor alegría, ni sentirse con mayor elevación, ni hacer con mayor utilidad». Así debemos actuar siempre con Dios y con el prójimo, incluso por los dones que desconocemos. Gratitud para con los padres, los amigos, los maestros, los compañeros. Para con todos los que nos ayuden, nos estimulen, nos sirvan. Gratitud también, como es lógico, con nuestra Madre, la Iglesia. 

La gratitud no es una virtud muy “usada” o habitual, y, en cambio, es una de las que se experimentan con mayor agrado. Debemos reconocer que, a veces, tampoco es fácil vivirla. Santa Teresa afirmaba: «Tengo una condición tan agradecida que me sobornarían con una sardina». Los santos han obrado siempre así. Y lo han realizado de tres modos diversos, como señalaba santo Tomás de Aquino: primero, con el reconocimiento interior de los beneficios recibidos; segundo, alabando externamente a Dios con la palabra; y, tercero, procurando recompensar al bienhechor con obras, según las propias posibilidades.

Sabiendo los motivos de nuestra verdadera alegría es como si hubiésemos encontrado el tesoro que buscábamos en nuestra vida. Custodiemos este tesoro y no permitamos que los ladrones de la vanidad, avaricia, egoísmo nos lo arrebaten. 

Propósito 
Alegrarme con Jesús al hacer el bien en esta tierra, y saber que son méritos para el cielo. 

Diálogo con Cristo 
Ser cristiano es más que simplemente evitar el mal. Redescubrir la fe, para que no sólo crea, sino que viva y trasmita el amor de Cristo. Te doy gracias, Señor, porque esta oración provoca mi anhelo de corresponder a tu amor con una vida santa. Ayúdame a vivir amando a los demás, por Ti, desde Ti y como Tú me has enseñado. 

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09:25

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