Manos consagradas























Padre hola como estas, te comparto este caso porque no sé que hacer y me tiene un poco preocupado.

(Aquí he sacado un largo trozo del correo.)

Monseñor Ricardo Tobon (Arzobispo de Medellin) autorizo aproximadamente 3500 ministros extraordinarios para la visita del papa y están preparando con un día.

(…)

Ella personalmente se siente indigna porque los laicos no tenemos las manos consagradas como ustedes y somos indignos de tocar algo tan sagrado en este caso al Señor; ella es de eucaristía diaria, rosario diario y confesión mensualmente...

Que consejo le da usted sobre esto, muchas gracias



Estimado Segisfredo (nombre ficticio):

Aunque algunos me veneran como un santo por el mero hecho de haber combatido a los demonios en el campo de batalla del exorcismo, sólo soy una buena persona. Pero santo estoy seguro que no soy. Ahora bien, hay una cosa que el Señor me ha dado en la que me puedo comparar a las almas que Dios más ha favorecido: y es mi amor a la celebración de la Eucaristía. Mi amor a la misa es un don recibido sin mérito, como Salomón recibió la sabiduría siendo joven.

Para mí tiene un sentido TAN PROFUNDO el que mis manos estén ungidas para tocar el Misterio más grandioso que hay sobre la Tierra. Ahora que escribo estas líneas, hago propósito de ungir mis manos durante varios días cuando vaya a rezar una hora canónica cada día. Tengo en mi casa un poco óleo de los enfermos que tenía que quemar por ser del año pasado. Por olvido me retrasé. Pero estoy pensando que lo voy a usar para ungir mis manos, pidiéndole que haga santas estas manos que han de tocar el Cuerpo de Cristo.

Pero aunque ungimos las manos del sacerdote para tocar a Jesús, reconozco que en una gran concentración de fieles en una misa multitudinaria, o se recurre a ministros extraordinarios o no podrían recibir a Jesús.

Pensando en una balanza un bien (la reverencia a ese Misterio sagrado) y el otro bien (que puedan recibir a Jesús), pienso cuando hay que elegir o lo uno o lo otro, es preferible lo segundo: que haya laicos que administren el Sacramento.

Los primeros cristianos daban la Eucaristía a laicos para que la llevaran a las cárceles y a los enfermos. Ya son muchos los santos que han estado totalmente de acuerdo con este proceder: san Juan Pablo II, entre otros.

Así que pienso que el arzobispo ha hecho lo correcto. Lo digo sinceramente. Recuerdo una parroquia en la que el párroco no quería tener laicos que ayudaran a dar la comunión. Era una localidad de muchos miles de habitantes con una sola parroquia. Cuando yo le sustituí un verano, estaba entre 10 y 15 minutos dando la comunión. Al final, un dolor punzante en mi brazo me hacía apoyar el brazo unos segundos sobre mi pecho, entre fiel y fiel. ¿Es necesario eso? Indudablemente, no.

Un saludo.

Padre Fortea

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15:25

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