Lunes 14 de Agosto de 2017
San Maximiliano María Kolbe, presbítero y mártir
(MO). Rojo.
Maximiliano nació en Polonia el 8 de junio de 1894 y fue bautizado con el nombre de Raimundo. Poseyendo una fuerte devoción mariana ingresa al seminario franciscano en la Polonia austríaca, en donde adopta el nombre de Maximiliano. Sus primeros tiempos de sacerdote lo vive en plena primera guerra mundial. En 1927 funda una ciudad mariana, a 40 km de Varsovia, llamada Niepokalanow, “Ciudad de la Inmaculada” y en 1930 funda otra en Japón. Cuando en 1939 los alemanes invaden Polonia lo arrestan junto a sus hermanos de comunidad. Pese a que fue liberado, al poco tiempo fue recluido en el campo de Aüschwitz. Allí se ofreció a morir en lugar de un compañero de cautiverio. Murió el 14 de agosto de 1941. Fue declarado santo el 10 de octubre de 1982 por el papa Juan Pablo II, quien dijo de él: “Representa la victoria del amor y de la fe en un lugar construido para la negación de la fe en Dios y en el hombre”.
Antífona de entrada Cf. Mt 25, 34. 40
“Vengan benditos de mi Padre”, dice el Señor. “Estuve enfermo y me visitaron. Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo”.
Oración colecta
Señor Dios, que encendiste a san Maximiliano María, presbítero y mártir, en amor a la Virgen Inmaculada y lo colmaste de celo por las almas y de caridad hacia el prójimo, concédenos, por su intercesión, que solícitos en el servicio a los hermanos por la gloria divina, nos hagamos semejantes a tu Hijo, que dio su vida por nosotros. Que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Oración sobre las ofrendas
Dios nuestro, te presentamos estos dones, pidiéndote humildemente que, a ejemplo de san Maximiliano María, aprendamos a ofrecerte nuestra vida. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Antífona de comunión Jn 15, 13
Dice el Señor: “No hay amor más grande que dar la vida por los amigos”.
Oración después de la comunión
Alimentados con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, te pedimos, Padre, que arda en nosotros aquella caridad que san Maximiliano María recibió en la eucaristía. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Lectura Deut 10, 12-22
Lectura del libro del Deuteronomio.
Moisés habló al pueblo diciendo: Y ahora, Israel, esto es lo único que te pide el Señor, tu Dios: que lo temas y sigas todos sus caminos, que ames y sirvas al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma, observando sus mandamientos y sus preceptos, que hoy te prescribo para tu bien. Al Señor, tu Dios, pertenecen el cielo y lo más alto del cielo, la tierra y todo lo que hay en ella. Sin embargo, sólo con tus padres se unió con lazos de amor, y después de ellos los eligió a ustedes, que son su descendencia, prefiriéndolos a todos los demás pueblos, como sucede hoy. Por eso, circunciden sus corazones y no persistan en su obstinación, porque el Señor, su Dios, es el Dios de los dioses y el Señor de los señores, el Dios grande, valeroso y temible, que no hace acepción de personas ni se deja sobornar. Él hace justicia al huérfano y a la viuda, ama al extranjero y le da ropa y alimento. También ustedes amarán al extranjero, ya que han sido extranjeros en Egipto. Teme al Señor, tu Dios, y sírvelo; vive unido a él y jura por su Nombre. Él es tu gloria y tu Dios, y él realizó en tu favor esas tremendas hazañas de que fuiste testigo. Porque cuando tus padres bajaron a Egipto, eran apenas setenta personas, y ahora el Señor te ha hecho numeroso como las estrellas del cielo.
Palabra de Dios.
Comentario
Cada palabra de lo que quiere Dios, según este texto, está marcada por el amor. Dios nos ama, y nuestro caminar hacia él nos lleva a vivir de un modo nuevo cada día, respondiendo desde la fe cotidiana. Lo que importará no serán los rituales externos, sino “la circuncisión del corazón”, lo que se juega en nuestro interior, en nuestras decisiones. ¡Qué maravilla que Dios nos haya regalado la libertad para amarlo!
Sal 147, 12-15. 19-20
R. ¡Glorifica al Señor, Jerusalén!
¡Glorifica al Señor, Jerusalén, alaba a tu Dios, Sión! Él reforzó los cerrojos de tus puertas y bendijo a tus hijos dentro de ti. R.
Él asegura la paz en tus fronteras y te sacia con lo mejor del trigo. Envía su mensaje a la tierra, su palabra corre velozmente. R.
Revela su palabra a Jacob, sus preceptos y mandatos a Israel: a ningún otro pueblo trató así ni le dio a conocer sus mandamientos. R.
Aleluya cf. 2Tes 2, 14
Aleluya. Dios nos llamó, por medio del Evangelio, para que poseamos la gloria de nuestro Señor Jesucristo. Aleluya.
Evangelio Mt 17, 22-27
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Mientras estaban reunidos en Galilea, Jesús dijo a sus discípulos: “El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres: lo matarán y al tercer día resucitará”. Y ellos quedaron muy apenados. Al llegar a Cafarnaúm, los cobradores del impuesto del Templo se acercaron a Pedro y le preguntaron: “¿El Maestro de ustedes no paga el impuesto?”. “Sí, lo paga”, respondió. Cuando Pedro llegó a la casa, Jesús se adelantó a preguntarle: “¿Qué te parece, Simón? ¿De quiénes perciben los impuestos y las tasas los reyes de la tierra, de sus hijos o de los extraños?”. Y como Pedro respondió: “De los extraños”, Jesús le dijo: “Eso quiere decir que los hijos están exentos. Sin embargo, para no escandalizar a esta gente, ve al lago, echa el anzuelo, toma el primer pez que salga y ábrele la boca. Encontrarás en ella una moneda de plata: tómala, y paga por mí y por ti”.
Palabra del Señor.
Comentario
Jesús es libre frente a las instituciones, incluso una tan sagrada como el Templo de Jerusalén. Él sabe que en la relación padre-hijo no cuenta el trato comercial. Sin embargo, aun reconociendo que él no debe nada al Padre Dios, y, como hijo, prefiere pagar el impuesto. Probablemente su interés no era provocar un escándalo con su transgresión, sino que sus contemporáneos descubrieran el verdadero sentido del Templo y del culto.
Oración introductoria
Señor, inicio mi oración con la señal de la cruz, puesto que en ella está la síntesis de mi fe. En este gesto quiero manifestarte que creo en la santísima Trinidad, espero y confío en tu gracia y misericordia y te amo con todo mi corazón.
Petición
Jesús, que mi amor por ti se manifieste en mi amor y servicio a los demás.
Meditación
Hoy, la liturgia nos ofrece diferentes posibilidades para nuestra consideración. Entre éstas podríamos detenernos en algo que está presente a lo largo de todo el texto: el trato familiar de Jesús con los suyos.
Dice san Mateo que Jesús y los discípulos iban «yendo un día juntos por Galilea» (Mt 17,22). Pudiera parecer algo evidente, pero el hecho de mencionar que iban juntos nos muestra cómo el evangelista quiere remarcar la cercanía de Cristo. Luego les abre su Corazón para confiarles el camino de su Pasión, Muerte y Resurrección, es decir, algo que Él lleva muy adentro y que no quiere que, aquellos a quienes tanto ama, ignoren. Posteriormente, el texto recoge el episodio del pago de los impuestos, y también aquí el evangelista nos deja entrever el trato de Jesús, poniéndose al mismo nivel que Pedro, contraponiendo a los hijos (Jesús y Pedro) exentos del pago y los extraños obligados al mismo. Cristo, finalmente, le muestra cómo conseguir el dinero necesario para pagar no sólo por Él, sino por los dos y no ser, así, motivo de escándalo.
En todos estos rasgos descubrimos una visión fundamental de la vida cristiana: es el afán de Jesús por estar con nosotros. Dice el Señor en el libro de los Proverbios: «Mi delicia es estar con los hijos de los hombres» (Prov 8,31). ¡Cómo cambia, esta realidad, nuestro enfoque de la vida espiritual en la que a veces ponemos sólo la atención y el acento en lo que nosotros hacemos, como si eso fuera lo más importante! La vida interior ha de centrase en Cristo, en su amor por nosotros, en su entrega hasta la muerte por mí, en su constante búsqueda de nuestro corazón.
Si nos pusiéramos a contar los sueños irrealizados, los proyectos personales sin concluir, las ideas que no han tomado forma, llenaríamos muchas cajas.
Cristo nos invita a dar lo necesario de nuestra parte, para no quedarnos a medias, entre sueños e ilusiones, sino que nos ofrece el camino de su cruz, que es el sacrificio, para llevar nuestro ideal de vida hasta el fin.
Propósito
Revisar cómo estoy inculcando en mi familia el cumplimiento de los deberes como ciudadano.
Diálogo con Cristo
Jesús, ayúdame a entregar mi vida en el servicio y en el amor a los demás, como Tú lo hiciste. Ése es el único camino con el que puedo corresponder a tantos dones con los que has enriquecido mi vida. Las excusas abundan, las tentaciones se multiplican, pero tu gracia es superior a todo.

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