OFICIO DE LECTURA - SÁBADO DE SEMANA V - TIEMPO PASCUAL
Propio del Tiempo. Salterio I
V. Dios nos ha hecho nacer de nuevo para una esperanza viva. Aleluya.
R. Por la resurrección de Jesucristo de entre los muertos. Aleluya.
Himno: LA TUMBA ABIERTA DICE AL UNIVERSO
La tumba abierta dice al universo:
«¡Vive! ¡Gritad, oh fuego, luz y brisa,
corrientes primordiales, firme tierra,
al Nazareno, dueño de la vida.»
La tumba visitada está exultando:
«¡Vive! ¡Gritad, montañas y colinas!
Le disteis vuestra paz, vuestra hermosura,
para estar con el Padre en sus vigilias.»
La tumba perfumada lo proclama:
«¡Vive! ¡Gritad, las plantas y semillas:
le disteis la bebida y alimento
y él os lleva en su carne florecida!»
La tumba santa dice a las mujeres:
«¡Vive! ¡Gritad, creyentes matutinas,
la noticia feliz a los que esperan,
y colmad a los hombres de alegría!»
¡Vive el Señor Jesús, está delante,
está por dentro, está emanando vida!
¡Cante la vida el triunfo del Señor,
su gloria con nosotros compartida! Amén.
PRIMERA LECTURA
Año I
Del libro del Apocalipsis 22, 10-21
FUNDAMENTO DE NUESTRA ESPERANZA
A mí, Juan, me dijo esto el ángel:
«No cierres bajo sello el contenido de la profecía escrita en este libro, porque el tiempo de su cumplimiento está cerca. Que el malo siga aún en su maldad; que el manchado prosiga aún manchándose; que el justo persista en su justificación; y que el santo continúe todavía en su santidad.
"Mira, llego en seguida y traigo conmigo mi salario; yo daré a cada uno según sus obras. Yo soy el alfa y la omega, el primero y el último, el principio y el fin. Dichosos los que lavan sus vestiduras, así tendrán derecho al árbol de la vida, y tendrán acceso por las puertas a la ciudad. Fuera quedarán los perros, los hechiceros, los impuros, los asesinos, los idólatras y todos los que aman y practican la mentira. Yo, Jesús, he enviado a mi ángel, para revelaros estas cosas referentes a las Iglesias. Yo soy el vástago y la descendencia de David, el lucero radiante del alba".»
El Espíritu y la esposa dicen: «¡Ven!» Y el que escucha, diga: «¡Ven!» Y el que tenga sed y quiera, que venga a beber gratuitamente el agua de la vida.
Yo prevengo a todo el que escucha las palabras proféticas contenidas en este libro: S¡ alguno les añade algo, Dios añadirá sobre él el castigo de las plagas, que quedan descritas en este libro. Y si alguno quita algo de las palabras proféticas en él contenidas, Dios quitará su parte del árbol de la vida y de la ciudad santa que en este libro quedan descritos.
El que da testimonio de todo esto dice:
«Sí. Pronto vendré.»
Amén. Ven, Señor Jesús.
La gracia del Señor Jesús esté con todos.
RESPONSORIO Ap 22, 16. 17. 20; Is 55, 1. 3
R. Yo soy el vástago y la descendencia de David, el lucero radiante del alba; el Espíritu y la esposa dicen: «¡Ven!» * y el que escucha, diga: «¡Ven!» Ven, Señor Jesús. Amén. Aleluya.
V. Sedientos todos, acudid por agua; inclinad el oído, venid a mí.
R. Y el que escucha, diga: «¡Ven!» Ven, Señor Jesús. Amén. Aleluya.
Año II
De los Hechos de los apóstoles 20, 1-16PABLO ABANDONA ÉFESO
En aquellos días, después que cesó el tumulto, hizo llamar Pablo a los discípulos, dirigióles una exhortación, se despidió de ellos y partió para Macedonia. Recorrió aquellas regiones, exhortando y animando con numerosos discursos a los hermanos; y vino a Grecia, donde permaneció tres meses. Estando a punto de embarcarse para Siria, determinó volver por Macedonia, en vista de las asechanzas de los judíos. Le acompañaban Sópatro, hijo de Pirro, natural de Berea; Aristarco y Segundo, de Tesalónica; Gayo, de Derbe, y Timoteo; y los de la provincia romana de Asia, Tíquico y Trófimo. Todos éstos se adelantaron y nos esperaron en Tróade. Nosotros zarpamos de Filipos después de la fiesta de los Ázimos y, al cabo de cinco días, nos reunimos con ellos en Tróade, donde nos detuvimos siete días.
El primer día de la semana, nos encontrábamos nosotros reunidos para la fracción del pan, y Pablo, que debía partir al día siguiente, estuvo platicando con ellos y prolongó su discurso hasta media noche. Había muchas lámparas en el piso superior, donde nos hallábamos reunidos. Un joven, llamado Eutico, estaba sentado en una ventana; y, poco a poco, fue cayendo en un profundo sueño, pues Pablo alargaba muchísimo su plática. Dominado finalmente por el sueño, cayó desde el tercer piso abajo, y lo recogieron muerto. Bajó Pablo en seguida, se echó sobre él y, tomándolo en sus brazos, exclamó:
«No os apuréis; todavía está vivo.»
Y subió de nuevo. Después de partir y comer el pan, habló aún largo rato hasta el amanecer. Luego, se marchó. En cuanto al muchacho, lo trajeron con vida; esto fue un gran consuelo para todos.
Nosotros, adelantándonos por mar, navegamos hasta Asso, donde teníamos que recoger a Pablo, pues así se había determinado. Entretanto él hacía el viaje por tierra. Cuando se nos unió en Asso, lo recogimos a bordo y llegamos a Mitilene. De aquí, al día siguiente, nos hicimos a la vela y pasamos frente a Quío; al otro día,
dimos vista a Samos; y, al tercero, después de detenernos en Trogilio, arribamos a Mileto. Pablo había determinado pasar de largo por Éfeso para no sufrir dilación en la provincia romana de Asia. Se daba prisa para, a ser posible, estar en Jerusalén el día de Pentecostés.</span>RESPONSORIO Hch 2, 46b; cf. 20, 7
R. Partiendo el pan en casa, * tomaban juntos el alimento con alegría y sencillez de corazón, y alababan a Dios. Aleluya.
V. El primer día de la semana, nos reunimos para la fracción del pan.
R. Tomaban juntos el alimento con alegría y sencillez de corazón, y alababan a Dios. Aleluya.
SEGUNDA LECTURA
De los Comentarios de san Agustín, obispo, sobre los salmos
(Salmo 148, 1-2: CCL 40, 2165-2166)
EL ALELUYA PASCUAL
Toda nuestra vida presente debe discurrir en la alabanza de Dios, porque en ella consistirá la alegría sempiterna de la vida futura; y nadie puede hacerse idóneo de la vida futura, si no se ejercita ahora en esta alabanza. Ahora, alabamos a Dios, pero también le rogamos. Nuestra alabanza incluye la alegría, la oración, el gemido. Es que se nos ha prometido algo que todavía no poseemos; y, porque es veraz el que lo ha prometido, nos alegramos por la esperanza; mas, porque todavía no lo poseemos, gemimos por el deseo. Es cosa buena perseverar en este deseo, hasta que llegue lo prometido; entonces cesará el gemido y subsistirá únicamente la alabanza.
Por razón de estos dos tiempos -uno, el presente, que se desarrolla en medio de las pruebas y tribulaciones de esta vida, y el otro, el futuro, en el que gozaremos de la seguridad y alegría perpetuas-, se ha instituido la celebración de un doble tiempo, el de antes y el de después de Pascua. El que precede a la Pascua significa las tribulaciones que en esta vida pasamos; el que celebramos ahora, después de Pascua, significa la felicidad que luego poseeremos. Por tanto, antes de Pascua celebramos lo mismo que ahora vivimos; después de Pascua celebramos y significamos lo que aún no poseemos. Por esto, en aquel primer tiempo nos ejercitamos en ayunos y oraciones; en el segundo, el que ahora celebramos, descansamos de los ayunos y lo empleamos todo en la alabanza. Esto significa el Aleluya que cantamos.
En aquel que es nuestra cabeza, hallamos figurado y demostrado este doble tiempo. La pasión del Señor nos muestra la penuria de la vida presente, en la que tenemos que padecer la fatiga y la tribulación, y finalmente la muerte; en cambio, la resurrección y glorificación del Señor es una muestra de la vida que se nos dará.
Ahora, pues, hermanos, os exhortamos a la alabanza de Dios; y esta alabanza es la que nos expresamos mutuamente cuando decimos: Aleluya. «Alabad al Señor», nos decimos unos a otros; y, así, todos hacen aquello a lo que se exhortan mutuamente. Pero procurad alabarlo con toda vuestra persona, esto es, no sólo vuestra lengua y vuestra voz deben alabar a Dios, sino también vuestro interior, vuestra vida, vuestras acciones.
En efecto, lo alabamos ahora, cuando nos reunimos en la iglesia; y, cuando volvemos a casa, parece que cesamos de alabarlo. Pero, si no cesamos en nuestra buena conducta alabaremos continuamente a Dios. Dejas de alabar a Dios cuando te apartas de la justicia y de lo que a él le place. Si nunca te desvías del buen camino, aunque calle tu lengua, habla tu conducta; y los oídos de Dios atienden a tu corazón. Pues, del mismo modo que nuestros oídos escuchan nuestra voz, así los oídos de Dios escuchan nuestros pensamientos.
RESPONSORIO Jn 16, 20
R. Vuestra tristeza se convertirá en gozo. Aleluya.
V. El mundo se alegrará, mientras vosotros estaréis tristes.
R. Pero vuestra tristeza se convertirá en gozo. Aleluya.
ORACIÓN.
OREMOS,
Dios todopoderoso y eterno, que por el nuevo nacimiento del bautismo has infundido en nosotros la vida eterna, concédenos alcanzar la plenitud de la gloria a los que, por la justificación, has hecho capaces de llegar a la inmortalidad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
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