Sobre la movida de Friol, en Lugo, y demás

Me preguntan, que hay que ver cómo son mis lectores, por la “movida” de las parroquias de Friol y otras en la diócesis de Lugo. Un conflicto que lleva meses encendido y que básicamente consiste en que el párroco de esos pueblos fue trasladado de parroquia y que los vecinos, descontentos, llevan meses manifestándose y acudiendo a todas partes para que “su” cura regrese a las anteriores parroquias.

Para empezar, diré que el hecho me parece triste y del todo extraordinario. Extraordinario porque constantemente se producen en la Iglesia traslados de sacerdotes de un destino a otro y salvo rarísimas excepciones, como esta que nos ocupa, sin problema alguno. El sacerdote acepta su nuevo destino, con mayor o menor agrado, y los fieles aceptan los cambios como algo natural, unos más contentos que otros, que nadie es del gusto de todos.

¿Por qué en la práctica totalidad de las parroquias los cambios de sacerdotes se producen sin mayor problema y en algunas salta el conflicto? ¿Son más evangélicas, maduras, comprometidas, críticas, solidarias y conciliares que todas las demás de la diócesis y de España? Me costaría trabajo afirmar que todos los fieles de España son borregos excepto los de Friol. Más bien me inclino a pensar que el problema pueda estar en Friol y demás parroquias cercanas.

Más en concreto, y que me perdone el compañero, estas cosas pasan, en gran medida, si quiere o consiente el sacerdote, y se acaban si el sacerdote lo desea. Es algo tan fácil como decir a la gente que somos Iglesia diocesana, que los sacerdotes tenemos promesa de obediencia al obispo, y que nos vamos felices de aceptar la nueva encomienda, y que recen por nosotros. Y que, por favor, ni firmas, ni manifestaciones ni nada, que la forma de demostrar que se ha vivido en Iglesia y se ha comprendido qué cosa sea ser comunidad, es aceptar al traslado y acoger al nuevo sacerdote con afecto y ganas de ayudar en lo que sea necesario.

El caso es que se ha liado, y se ha llegado a un punto en el que nadie gana y todos pierden.Pierden las parroquias, que llevan meses sin sacerdote y apenas atendidas. Pierde el sacerdote recién nombrado, que no puede atender esos pueblos porque la gente se niega a recibirle, al menos los que más ruido hacen. Pierde el párroco anterior, por dejarse querer, y creo no está bien ahora mismo. Pierden los pueblos, porque estas cosas al final dividen. Pierde el obispo, que naturalmente no debe ceder porque entonces esto sería un jolgorio y aprenderán los demás. Pierde la Iglesia, porque vaya espectáculo que se está dando.

Se ha liado y sin solución, porque cuando las cosas se enconan, se enconan. No es solución que vuelva a Friol el anterior párroco, porque eso es lo mismo que decir al obispo que aquí no manda usted, sino nosotros. Pero la gente no acepta otra. Pues nada, a ver qué pasa.

Muchas preguntas quedan. Por ejemplo, si los vecinos que se manifiestan son creyentes y practicantes, si hay otras cosas ocultas, el papel del párroco anterior, que también puede haber sido manipulado por los vecinos, lo que piensan los vecinos que no se manifiestan.

¿Tan complicado es eso? Por lo visto sí.

Por cierto, el obispo de Lugo es D. Alfonso Carrasco Rouco. Y la página que más está aireando el asunto, Religión Digital. Casualidades de la vida. 

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04:25

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