A estas alturas, todos hemos acumulado millares de pruebas de que Kim Jong-un es un ególatra impredecible que nos ofrece serias dudas acerca de su equilibro mental. No es que al principio (cuando regresó de Suiza a su país) sufriera una patología. Pero el culto y la soberbia han creado un ególatra cuya actuación ya apenas de distingue de la verdadera patología.
Un individuo como él, sin ninguna duda, antes que rendirse prefiere hacer como el Führer y dinamitar Alemania con todos dentro.
Dada esa situación, existe un peligro latente real y constante (con variaciones de intensidad) para Corea del Sur. ¿Adónde quiero ir? Pues a lo siguiente: ¿Hemos contemplado el escenario, de aquí a diez años, de que la parte sur de la península fuera bombardeada y se volviera inhabitable? No pienso tanto en armas atómicas (no tiene casi nada), como en armas químicas o en “bombas sucias”.
Este tipo de ataque, afortunadamente, no es el más probable. Pero si en un ataque de rabia el Loco gordito de la eterna sonrisa decidiera hacer inhabitable la tierra de Corea del Sur, podría suceder: por primera vez, no enfrentaríamos a la necesidad de evacuar una nación entera. La comunidad de naciones se encontraría con la necesidad urgente de trasladar a 50 millones de personas e instalarlas en algún lugar.
Este escenario no es el más probable, ni mucho menos. Pero es una prueba de que la comunidad de naciones debería aprobar ya ahora un protocolo de actuación para situaciones (en cualquier parte del mundo) de gravedad suprema que requieran actuaciones inmediatas. Por supuesto que en el momento se verá qué hay que hacer en concreto. Pero las líneas esenciales de actuación inmediata sí que deberían estar ya perfectamente diseñadas.
La ONU debería establecer varios escenarios posibles de situaciones catastróficas impresionantes y proponer la actuación adecuada según esas situaciones: qué personas configurarían la dirección de ese plan, cómo se repartirían los gastos entre naciones, cómo se obtendría un crédito inmediato de muchos millones de euros para actuar de inmediato, etc.
Algunos lectores me dirán que el Consejo de Seguridad está para eso. Sí, pero lo que yo propongo es que ya haya una serie de escenarios posibles (cinco u ocho) en que se vea cuál es el mejor modo posible. Así si surge algo, se podría aplicar (al menos parcialmente) uno de esos planes, con las adaptaciones pertinentes.
Es curioso que para la guerra sí que ese tipo de protocolos existen ya. Pero para salvar vidas no somos tan diligentes. Alguno dirá que allá arriba hay gente muy inteligente que se encarga de todo. Pero una cosa que se ha silenciado bastante fue la pésima administración de las emergencias que se hizo en el 11S. Cosas muy importantes y esenciales que los ciudadanos daban por supuesto que estarían pensadas no lo estaban para nada.
Lo más grotesco de uno de los reportajes que vi (¡y era un reportaje a favor Giuliani!) era que el alcalde puso su puesto central de operaciones tan cerca de las Torres Gemelas que tuvieron todos que marcharse a toda prisa cuando les avisaron que podían caerse las torres. Y el Secretario de Defensa se puso a ayudar a los heridos fuera del Pentágono. Y no volvió adentro hasta que un general le dijo con toda severidad que "ése no era su lugar". La foto, lo que se llega a hacer por una foto.
Considero que las diez más grandes naciones del mundo ya ahora deberían ponerse de acuerdo acerca de las líneas esenciales. Ahora, con calma, en frío, en abstracto, suceda donde suceda. Porque cuando las cosas sucedan (lo peor siempre sucede antes o después) no será el momento para ponerse a discutir. Por lo menos, las líneas esenciales deben estar ya descritas, pensadas y acordadas. Por supuesto que habrá países egoístas que no quieran hacer nada. Pero el acuerdo debe existir ya entre los países más civilizados.
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