El jueves se cumplieron los cuarenta días en los que el Resucitado se mostró a los suyos visiblemente y les “habló del Reino de Dios, dándoles numerosas pruebas de que estaba vivo” Y en ese día ascendió al cielo. El acontecimiento constituye una gran fiesta, que se traslada al domingo para su celebración anual.
A partir de ese día de la Ascensión la misión del Resucitado corre a cargo de los suyos. Una misión que abarca el mundo entero y todos los tiempos. Una misión que no han dejado de cumplir los cristianos, generación tras generación, y que ahora nos corresponde continuar a nosotros.
No hay disculpa válida para no cumplir esta misión porque también los hombres y mujeres de hoy necesitan conocer a Jesucristo para seguirle como discípulos y salvarse; necesitan del bautismo para ser regenerados; necesitan las enseñanzas del Evangelio para no perderse en la confusión ambiental.
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