Más raras que un perro azul marino

Tan raras, pero tanto, que hasta me ha dicho un pajarito -noticia aún por confirmar- que incluso pudiera ser que creyeran en Dios. Tan raras, pero tan raras, que todos los días rezan juntas una barbaridad de cosas: Laudes cantadas, Eucaristía, Oración, Nona, Oficio de lectura, Vísperas cantadas, y hasta exposición del Santísimo todo el día.

Raras hasta pare vestirse. Todas igualitas, en evidente prueba de borreguísimo y falta de personalidad. Insolidarias con el mundo, porque pudiendo ejercer por ahí según sus carreras y estudios, porque hay de todo, se dedican a hacer dulces y cuidar la huerta.

Y en el colmo de lo inaceptable y absurdo de su vida y su personalidad, resulta que algunas son hijas de familias bastante acomodadas, lo que parece ser que es ocasión, más bien absurdo pretexto diría yo, de escándalo para muchos. Sí, sí, de familiar ricas, como el mismo San Francisco de Asís, pero no vamos a comparar. Si San Francisco era de familia rica y se hizo pobre, era puro evangelio. Si hay religiosas de familia bien que se hacen pobres, es pijerío. La diferencia es obvia.

Raras, tan raras, que en estos momentos, cuando las madres Társilas, expertas en new age y tai chi languidecen, cuando los padres Gundisalvos, expertos en refugiados y en liturgia alternativa son cuatro, cuando la comunidad de base e hipotenusa de santa Bienmesabe, tan solidaria, tan alternativa, tan actualizada y tan crítica con todo lo que no sean ellos mismos, ha quedado reducida a Manolo, su mujer, Pepita y dos gatos, cuando a las conferencias de los grandes teólogos nonagenarios de hoy la persona más joven acude con su abono de transporte de la tercera edad, resulta que hay monjas que crecen en vocaciones hasta el extremo de tener que iniciar una nueva fundación con cincuenta monjas para empezar…

Y en el colmo de la rareza, y esto por favor no se lo digan a nadie, (bajen la voz, por favor… más, más… shhhhhhhh) creo… shhhhhhhhhhhhhhh… no han leído nada de Pagola, desconocen las elucubraciones mentales de Castillo, son ignorantes de la ética de Masiá y no han tenido la oportunidad de escuchar en vivo y en directo a Juanjo Tamayo. Son tan raras y tan antiguas que parecer ser shhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh que sobre todo leen a unos señores antiguos y rarísimos que se llaman algo así como Agustín, Ireneo, Juan Crisóstomo…

A las religiosas del Instituto Iesu Communio  no les hace especial gracia que se hable de ellas ni para bien ni para mal, pero como acaba de hacerse pública la nueva fundación en Godella (Valencia), me he permitido poner al descubierto sus rarezas.

Más de doscientas monjas y creciendo. Capaces son hasta de creer en Dios. Lo mismo. Y sin leer a Castillo y a Tamayo. Lo mismo es por eso. Vaya usted a saber. 

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03:17

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