Durante más de 300 años, la Cueva de Sedecías fue considerada tan sólo una leyenda, una más de las muchas historias nacidas en Jerusalén. Sin embargo, esto cambió un día de invierno de 1854, en el que el misionero norteamericano James Turner Barclay paseaba a su perro junto a su hijo por las afueras de la ciudad. De repente, el perro, en su afán de seguir el rastro de un zorro, se puso a escarbar junto a la muralla de la Ciudad Vieja y desapareció por una abertura en la tierra. Barclay llamó al animal, silbándole, pero no obtuvo respuesta alguna. Su hijo siguió buscando al pie de la pared de roca, y encontró por casualidad un profunda oquedad creada por el flujo del agua de las recientes lluvias. Al asomarse, oyó los ladridos de su perro surgiendo de las profundidades de la tierra. Al día siguiente, Barclay y su hijo regresaron al lugar y se deslizaron por la abertura descubriendo una vieja cueva artificial olvidada con el paso del tiempo. La cueva, que se remontaba a miles de años atrás, había sido utilizada originalmente como cantera. Hoy día está considerada como uno de los centros más reverenciados de la Francmasonería.
La Cueva de Sedecías -también llamada "canteras de Salomón"- es la cueva artificial más grande de Israel. Existen bastantes depósitos subterráneos en Jerusalén, pero éste es mucho mayor que cualquier otra cavidad subterránea conocida. Su entrada no está lejos de la Puerta de Damasco, y se extiende por debajo del Barrio Musulmán, continuando por la Vía Dolorosa, ya en el Barrio Cristiano, justo al norte del Monte del Templo. La boca de la cueva está situada sobre un peñasco rocoso que sirve de soporte a la muralla de la Ciudad Vieja.
A día de hoy la cueva es grande, pero en el pasado lo fue mucho más, pues se prolongaba más allá de las murallas hasta llegar a la zona de la Tumba del Jardín. La caverna, una cantera subterránea de piedra caliza de 20.000 metros cuadrados, se extiende unos 200 metros desde su entrada. Mide aproximadamente 100 metros de ancho, con una profundidad de más de 9 metros por debajo del nivel de la calle. Aunque se piensa que la cueva fue excavada a lo largo de varios miles de años, nadie conoce con exactitud su antigüedad.
Cueva de Sedecías es su nombre hebreo, mientras que Canteras del rey Salomón es su nombre en inglés, y Cueva de los Reyes es el nombre con el que la conocen los árabes. Flavio Josefo, en su libro Guerras de los Judíos (contra los romanos), utiliza la expresión “Cavernas Reales” para referirse a la cueva. El nombre tiene su origen en el Melekeh, o caliza “Real” que se extraía de su interior. Es por esto que la cueva, más adelante, acabó siendo conocida como “Canteras del Rey Salomón".
La Cueva de Sedecías es la más importante de todas las antiguas canteras de Jerusalén, y su importancia estriba en el hecho de que los estratos principales de la cantera son de piedra “Melekeh”. Recién extraída, la piedra Melekeh es de un color blanco reluciente. Al ser expuesta al sol se vuelve grisácea (como ocurre con el mármol italiano) adquiriendo además una dureza extraordinaria, que aumenta aún más con el paso del tiempo. Muchos monumentos de Jerusalén han sido construidos empleando este tipo de caliza, siendo el más famoso de todos ellos el Monte del Templo.
Suleimán el Magnífico (1494–1566), fue un sultán Otomano que explotó la cantera, acabando por sellarla alrededor del 1540 por razones de seguridad. Durante la reconstrucción de las murallas de Jerusalén, la Cueva de Sedecías fue bloqueada con grandes piedras, para que no se convirtiera en un punto débil en la línea de fortificaciones de la ciudad. El último uso documentado conocido de la cueva como cantera está relacionado con la construcción de la torre del reloj junto a la Puerta de Jaffa.
El último uso documentado conocido de la cueva como cantera está relacionado con la construcción de la torre del reloj junto a la Puerta de Jaffa. Esto ocurrió a principios del siglo XX, cuando los turcos levantaron varias torres con reloj por todo Israel, siendo una de ellas construida en la entrada principal de Jerusalén en 1908. Las piedras que forman parte de esta torre fueron extraídas de la Cueva de Sedecías, y esta fue la última vez que fue utilizada como cantera. La torre fue demolida por el Mandato Británico en los años 20. También durante el Mandato Británico, se extrajeron piedras de la Cueva de Sedecías que fueron enviadas a diversos países para servir de piedra angular para las nuevas Logias Masónicas que se estaban erigiendo en aquellos años.
Bryan Hill
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