Acabo de llegar de Belorado, de la profesión solemne de sor María Sión de la Trinidad

Cuánto hemos disfrutado, la verdad. 

Sor María Sión de la Trinidad, en el siglo Susana Mateo, era feligresa de esta parroquia. Sus padres, Julio y Susana, feligreses comprometidos y Julio, especialmente en el economato solidario de Cáritas. Sor María Sión es licenciada en farmacia y tenía una buena experiencia laboral. Pero Dios llamó a su puerta y dijo sí. Hoy es hermana clarisa pobre de Santa Clara para siempre, tras prometer solemnemente esta mañana: “hago voto a Dios omnipotente de vivir por todo el tiempo de mi vida en castidad, sin propio, en obediencia y en clausura según la regla de nuestra Madre Santa Clara".

Una celebración solemne, emotiva, rica en símbolos, religiosa y de esas que te encongen el corazón. Presidió la celebración Fray Francisco, franciscano, que según me dicen está en la secretaría de monseñor Rodríguez Carballo en la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada, y que llegó ayer expresamente de Roma para la celebración. Con él, concelebramos dieciséis sacerdotes. Había además un diácono y tres acólitos.

Precisas historias sacerdotales, como la de los dos sacerdotes que allá desde Belorado atienden nada menos que catorce pueblos de los algo más de mil de la archidiócesis de Burgos, o el diácono, de la diócesis de Bilbao que será ordenado sacerdote el 11 de junio. Por cierto, hablando de sacerotes, me sorprendió que varios compañeros me reconocieran: oye que tú eres Jorge el de Infocatólica… oye que yo te sigo en el facebook, que yo te escucho en Radio María. Estos compañeros son los que me han pedido que escribiera algo en el blog.

La celebración, dignísima. Las hermanas de Belorado, más otras clarisas llegadas de Derio, se encargaron de preparar todo con mucho mimo. Veni Creator en la entrada, kiries, gloria y agnus en gregoriano. El Ave Verun de Mozart en la comunión, y acabamos con el Regina coeli y el canto del 13 de mayo uniéndonos a la celebración eclesial del centenario de la Virgen de Fátima.

Resultan especialmente emotivos algunos gestos del ritual de la profesión solemne. A los menos familiarizados con estas ceremnoias los suele impactar la postración de la neoprofesa durante el canto de las letanías. Tremendo el momento de la colocación del anillo y emotivo el colocar sobre la cabeza de sor María Sión una corona de flores signo de su virginidad y desposorio.

Me gustó la homilía de Fray Francisco en forma y fondo. Fondo profundo, elevado, explicando el sentido de la donación. Forma agradable, amable, pero sin caer en ningún momento en la vulgaridad. Si se me permite, creo que se excedió algo en la duración.

Tras la celebración, dos horas y casi cuarto, las hermanas y voluntarias del monasterio nos habían preparado un más que espléndido refrigerio en el exterior del edificio, junto a la puerta de entrada. Dios se lo premie.

Nos despedimos de sor María Sión en el locutorio. Allí solo quise decirle una cosa:os necesitamos para que el mundo entienda que solo Dios basta. 

En este mundo nuestro en el que parece que todo tiene que ser para algo, que nos pueden la prisa y la eficacia, unas hermanas clarisas pobres, en Belorado, catorce de comunidad, contemplan al Señor, rezan y dan su vida por el mundo. Benditas sean. Bendita sor María Sión que hoy se une a ellas ya para siempre. Feliz yo que he podido estar ahí. 

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15:17

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