No lloréis por mí... llorad más bien...


Estaba escuchando este precioso vídeo de corales, de maravillosa música coral


cada música que aparece allí me parecía formidable. Pero de pronto en el momento 1:24:02 aparece como una tempestad de armonía Juan Sebastián Bach.

Las músicas anteriores habían sido impresionantes. Pero hay que escuchar un buen rato a Gesualdo, a Palestrina, a Parsons, para entender por qué la música del alemán es realmente otra cosa: la irrupción de una armonía prodigiosa en un mundo de armonías que, ya de por sí, parecía celestial.

Si escucháis el vídeo un buen rato, os parecerá escuchar a los ángeles. Pero cuando aparece la BWV 140 es como si, de pronto, se pusieran a cantar los ángeles de un coro superior.

Los que lo deseen, puedes después seguir con esta otra selección que no la conocía:



En estos momentos del autobús, del carnaval y de todo lo que se nos va a echar encima en los próximos años, esta música nos recuerda que el Mal siempre es definitivamente débil. No lo olvidemos el Mal es esencialmente débil. Sólo el factor tiempo nos oculta su esencia y sus límites. 

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20:03

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