Leyendo el libro "Benedicto XVI. Últimas conversaciones con Peter Seewald" me encontré hoy con este dignóstico que me ha impresionado por su lucidez y gravedad:
Percibo ciertamente una fe viva y un compromiso a favor de Dios y de los hombres que brota de los corazones. Pero, por otra parte, sigue existiendo el poder de la burocracia, la teorización de la fe, la politización y la ausencia de un dinamismo vivo, que a menudo parece verse casi asfixiado por tanto sobrepeso estructural... (pág 61)
¿Seremos capaces de remontar, de no dejarnos asfixiar? Tenemos el tesoro de la fe. Pero ¿habrá en nuestra reseca sociedad de bienestar materialista, siquiera dos gotas frescas de fe?
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