Que me trae recuerdos de infancia, recorriendo las calles del pueblo y recogiendo en el zurrón lo que las abuelas (cariñosa y tradicionalmente: "las viejas") esparcÃan, desde su puerta o desde el balcón, para que lo recogiéramos los niños del pueblo. Y los mayores como mayores y los pequeños como pequeños, todos conseguiámos algo.
Los niños de hoy han llenado las calles de Sorzano y seguro que se han alegrado tanto como nosotros, o sus abuelos o sus padres, cuando éramos niños y llenado sus mochilas. Asà nuestro pueblo, en medio de la sobriedad cuaresmal, recibe una inyección de alegrÃa que da un receso en las privaciones para no agobiarse y poder llevar a buen término los esfuerzos y sacrificios.
¡Quien fuera aún niño en Sorzano para recoger hoy alguna naranja o algún caramelo y endulzar las dificultades presentes! Al menos, ver esta foto, estoy seguro que a los de Sorzano nos producirá ese efecto.
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