“Se acercó uno a Jesús y le preguntó: “Maestro, ¿qué he de hacer de bueno para obtener la vida eterna?” Mira, si quieres entrar en la vida, mandamientos”. “Si quieres ser perfecto, vende lo que tienes, da el dinero a los pobres y así tendrás un tesoro en el cielo, y luego ven y sígueme”. El joven se retiró, entristecido porque poseía muchos bienes”. (Mt 19,16-22)
Con frecuencia escucho: “Padre, yo soy un buen cristiano: no robo y no mato”.
Acabáramos.
Tú serás una buena persona según la Ley de los Mandamientos.
Además, tú los has reducido a dos.
Lo mismo hizo Jesús: los redujo al primero de amar a Dios y al segundo de amar al prójimo.
En tanto que tú los ha reducido a “no robar ni matar”.
Los mandamientos nos hacen buena gente.
Pero no nos hacen cristianos.
Por algo dijo Jesús: “Antes se dijo, pero “Yo os digo”.
Con los mandamientos somos buena gente, y posiblemente nos salvemos.
Pero los diez mandamientos los tiene que cumplir cualquier pagano.
Porque todos tienen que: honrar al padre y a la madre, no mentir, no robar, no cometer adulterio, no matar etc.
Todo esto es de ley natural.
Pero, si quieres ser cristiano, la canción es otra.
Si quieres seguir a Jesús, la cosa es distinta.
Este joven que se presenta a Jesús era gente buena.
Posiblemente se salvaría cumpliendo los mandamientos.
Pero Jesús descubre que él hay algo más serio.
Está el seguimiento de Jesús.
No seguimos a Jesús con el Decálogo.
A Jesús le seguimos con lo que “yo os digo”.
Y Jesús le dice: si quieres seguirme el camino es otro.
Si quieres seguirme comienza por vender lo que tienes.
Si quieres seguirme da tus bienes a los pobres.
Si quieres seguirme, despréndete de lo que tienes.
Dáselo a los pobres.
Luego, ya desnudo, calato, sin nada, abandonándolo todo, sígueme.
Es posible que la mayoría de nosotros:
Nos quedemos en el Antiguo Testamento.
Nos quedemos en el cumplimiento de la Ley.
Nos quedemos en cumplir los mandamientos.
Nos quedemos en ser gente buena.
Pero no lleguemos a ser cristianos.
Buenos, sí.
Cristianos, no.
Salvarnos, sí.
Ser perfectos como Dios quiere de nosotros, no.
Porque nos quedamos en el cumplimiento del Decálogo.
Pero somos incapaces de desprendernos de lo que tenemos.
Somos incapaces de dar lo que tenemos a los pobres.
Somos incapaces de seguirle sin nada, ligeros de equipaje.
Nos olvidamos de que ser cristianos es mucho más que ser buenos.
Nos olvidamos de que ser cristianos es mucho más que seguirle con todo lo que tenemos.
Nos olvidamos de que ser cristianos es no tener más que a Jesús.
Nos olvidamos de que ser cristianos es tener como único valor a Jesús.
Nos olvidamos de que ser cristianos es desprendernos de todo.
El problema no está en seguir a Jesús.
El problema es seguirle libres de equipaje.
El problema es hasta donde Jesús es más importante que todo lo que tenemos.
El problema es desprendernos de todo por él.
Podemos ser buenos cargando con todo lo que tenemos.
Pero solo podemos seguir a Jesús liberándonos, vendiendo todo lo que tenemos.
Es posible que todos tengamos muchas ilusiones de ser discípulos de Jesús.
Pero es posible que muchos demos marcha atrás y nos quedemos en ser buenos con todo lo que tenemos.
El seguimiento de Jesús queda en un buen deseo.
Pero la realidad se queda sin renunciar a nada.
Jesús subió a la cruz desnudo.
A Jesús solo se le puede seguir desnudo.
Clemente Sobrado C. P.
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