“Jesús se marchó de allí y se retiró al país de Tiro y Sidón. Entonces una mujer cananea, procedente de aquellos lugares, se puso a gritarle: “Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David. Mi hija tiene un demonio muy malo. El no responde nada. Entonces los discípulos se le acercan a decirle: “Atiéndela que viene detrás gritando”. “No está bien echar a los perros el pan de los hijos”. “Tienes razón, Señor, pero también los perros se comen las migajas que caen de la mesa de los amos”. “Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla como deseas”. (Mt 15,21-28)
Le voy a poner como título periodístico: “Evangelio de las sorpresas”.
Sorpresa es ver a Jesús en tierra pagana.
Sorpresa es ver que también entre los paganos hay fe.
Sorpresa es la fe de una mujer pagana.
Sorpresa es el cambio de actitud de Jesús, que de compararla con los perros, termina alabando su fe.
Todos tenemos, de alguna manera, la tendencia a pensar:
Que solo nosotros tenemos la verdad.
Que solo nosotros tenemos fe verdadera.
Que solo nosotros nos merecemos los favores de Dios.
Que Dios solo nos ama a nosotros que creemos en él.
Y aquí Jesús nos da una gran lección. En primer lugar actúa como situándose en lugar nuestro.
Comienza por no responder a los gritos de la mujer.
Comienza por guardar silencio como si sus gritos no le llegasen.
Expresa su resistencia a atenderla.
Y hasta le pone una imagen bien poco delicado, y si despreciativa.
“El pan de los hijos no se tira a los perros”.
Este no suele ser el modo de pensar ni de actuar de Jesús.
Jesús no hace acepción de personas.
Creo que más bien quiere ponerse en nuestro lugar, revelando cómo solemos pensar nosotros.
Además, quiere demostrarnos cómo también los paganos tienen fe.
Y cómo a veces los paganos, los que no pertenecen a la Iglesia, pueden tener más fe que los que estamos dentro.
Una invitación a cambiar de modo de pensar:
Comienza por no encerrarse en su propio territorio religioso.
Se va a territorio de paganos.
Demostrando la universalidad del Evangelio y del Reino.
El Papa Francisco es bien claro:
“la Iglesia vive hoy encerrada en sí misma, paralizada por los miedos y demasiado alejada de los problemas y sufrimientos como para dar sabor a la vida moderna y ofrecerle la luz del Evangelio. “Hemos de salir a las periferias”.
Mucho tiempo hemos vivido con la mentalidad de que “fuera de la Iglesia no hay salvación”.
Y nos hemos olvidado que la Iglesia es más que sus estructuras.
Que la Iglesia existe allí donde actúa el Espíritu.
Y que, por eso, también fuera de la Iglesia puede haber mucha fe.
Lo cual no significa que no debamos anunciarles el Evangelio.
Esta era una mujer pagana y Jesús reconoce: “Mujer, qué grande es tu fe”.
Conocemos muy poco la acción del Espíritu más allá de las estructuras eclesiales.
El Cardenal Martín publicó un libro con un título provocativo para muchos: “La oración de los que no creen”.
Y creo en Milán “La cátedra de los no creyentes”.
Por algo decía el filósofo místico judío: “Rezar es la gran recompensa de ser hombres”.
Esta mujer era pagana. “y se puso a gritarle: “Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David”.
Y su fe y su oración lograron el milagro de la curación de su hija, cosa que muchas veces nosotros no conseguimos.
No vivamos “encerrados en nosotros mismos y en nuestros miedos” que dice el Papa.
Dios es más que la Iglesia.
La salvación es universal y se ofrece a todos.
Nunca descubriremos el misterio de la universalidad de la salvación.
La acción del Espíritu no puede ser limitada por los muros de nuestra comunidad.
Demos gracias, porque vivimos una fe consciente e iluminada.
Pero no menospreciemos la fe que no vemos en tantos corazones ajenos aparentemente a nosotros.
Los grandes tesoros no están a flor de tierra sino que hay que buscarlos en la profundidad.
Clemente Sobrado C. P.
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