Bocadillos espirituales para vivir el Tiempo Ordinario: La Presentación del Señor – Ciclo A

“Cuando entraban con el Niño Jesús, sus padres para cumplir con lo previsto por la ley, Simeón lo tomó en sus brazos y bendijo a Dios diciendo: “Ahora, Señor, según tu promesa puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel”. (Lc 2,22-40)


Celebramos hoy la fiesta de la Presentación, que antes conocíamos con el nombre de “Purificación”.

De una fiesta mariana, hemos pasado a una fiesta cristológica.

La fiesta de las madres que ofrecen sus hijos a Dios.

La fiesta de las madres que agradecen a Dios el don de sus hijos.

La fiesta de las madres que reconocen que sus hijos son hijos a medias.

Pues tienen otro Padre que es Dios.

La fiesta en la que las madres:

Sacan a sus hijos de la cuna para presentarlo en público.

Sacan a sus hijos de la cuna para presentarlo en la Iglesia al mundo.

Sacan a sus hijos de la casa porque pertenecen también al mundo.

Sacan a sus hijos de la casa para mostrarlos al mundo.


Es la fiesta de la luz:

Jesús luz de las naciones.

Jesús luz de los pueblos.

Jesús luz que ilumina la historia.

Jesús luz que ilumina cada una de nuestras vidas.

Y que nosotros llamamos “fiesta de la Candelaria”, precisamente por las candelas que significan esa luz de Jesús para el mundo.


Es la fiesta de la esperanza.

Simeón había recibido la promesa de no dejar la vida sin ver al Salvador.

Toda una vida de espera.

Envejecer esperando.

Hasta que podemos contemplar lo nuevo en brazos de la viejo.

Podemos ver lo viejo florecido en lo nuevo.

Podemos de lo viejo no marchito por los años sino florecido por la realidad de la esperanza cumplida.


Yo la llamaría:

“Fiesta de la ancianidad”.

“Fiesta donde lo nuevo u lo viejo se unen un mismo abrazo”.

“Fiesta donde lo viejo presenta al mundo lo nuevo”.

“Fiesta donde lo nuevo hace canción la ancianidad”.


Me encanta lo que escribe Joel:

“Después de esto derramaré mi espíritu sobre todos:

Vuestros hijos e hijas profetizarán,

Vuestros ancianos soñarán sueños,

Vuestros jóvenes verán visiones.” (Jl 3,1-5)


Una visión del futuro florecida en esperanzas.

Los hijos profetizarán.

Pero los ancianos “soñaran sueños”.

Y los jóvenes tendrán visiones.


Niños, jóvenes y ancianos actores de la historia.

Una visión esperanzada de nuestros ancianos.

Que en vez de vidas gastadas todavía son capaces de soñar sueños.

Que en vez de vidas inútiles todavía pueden iluminarnos con sus sueños.

Que en vez de vidas que nosotros retiramos al almacén de los inútiles, todavía son capaces de soñar, de tener sueños de futuro.


Saludemos hoy a María y José que nos regalan al Niño.

Saludemos hoy al Niño que se nos presenta por primera vez como luz del mundo.

Saludemos hoy a nuestros ancianos y nos regalen sus sueños.


Clemente Sobrado C. P.




Archivado en: Ciclo A, Tiempo ordinario Tagged: abuelos, anciano, gratitud, presentacion, simeon, vejez

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