Repito de memoria un pasaje que leí hace poco de Hamlet. Ante ciertas rarezas de Hamlet y sus remordimientos, dos personajes de la corte van a interrogarle, como espías.
Hamlet se da cuenta de la treta y mantiene el siguiente diálogo. ¿Sabéis tocar la flauta?, ahí tenéis una. No Señor, le responden. Vamos, les insiste, es fácil, es cuestión de soplar y poned vuestros dedos en los agujeros. No Señor, no sabemos, contestan. Por favor intentadlo; Señor, no por favor! , os lo ruego.
Hamlet explota: no sabéis tocar ese sencillo instrumento, una cosa simple, basta con soplar, y pretendéis saber de mí, tocar las cuerdas de mi espíritu, interpretar mis pensamientos, juzgar mis acciones, como si fuese un flauta; desapareced de mi vista o moriréis. Acerquémonos de rodillas a la conciencia de los demás. Que no intentemos manejar a las personas, distingamos el error de la persona errada. No juzguéis y no seréis juzgados. Y siempre amables y con una sonrisa.
Daniel Tirapu</span>
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Juan Ramón Domínguez Palacios
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