«Vuestras mercedes se queden con Dios, y digan al duque mi señor que, desnudo nací, desnudo me hallo: ni pierdo, ni gano; quiero decir que sin blanca entré en este gobierno y sin ella salgo, bien al revés de como suelen salir los gobernadores de otras ínsulas».
Miguel de Cervantes "El Quijote", I, 25
Es una virtud que abarca muchos aspectos de la vida, se refiere también a la honestidad y a la honorabilidad. Cuando aplicamos a alguien el calificativo de honrado estamos afirmando que es una persona íntegra, sincera, irreprochable, que procura ser justa, insobornable, respetuosa con lo ajeno, ecuánime, leal,
Quien reúne este conjunto de virtudes, actitudes y formas de actuar es admirado por los demás, es bien valorado, tiene prestigio y todos saben que se puede confiar en él.
Un aspecto fundamental de esta virtud es el que se refiere al respeto de los bienes ajenos, tal como señala el séptimo mandamiento, que «prohíbe tomar o retener el bien del prójimo injustamente y perjudicar de cualquier manera al prójimo en sus bienes. Prescribe la justicia y la caridad en la gestión de los bienes terrenos y de los frutos del trabajo». Es preciso recordar que los bienes de la creación están destinados a todo el género humano.
«El hombre, -como recuerda el Concilio Vaticano II- al servirse de esos bienes, debe considerar las cosas externas que posee legítimamente no solo como suyas, sino también como comunes, en el sentido de que puedan aprovechar no solo a él, sino también a los demás»
Francisco Fernández-Carvajal.
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