La liturgia diaria meditada - ¿Quién es, pues, éste de quien oigo tales cosas? (Lc 9, 7-9) 27/09



Jueves 27 de Septiembre de 2018
San Vicente de Paúl, presbítero
Memoria. Blanco.

Martirologio Romano: Memoria de san Vicente Paúl, presbítero, que lleno de espíritu sacerdotal y entregado en París al servicio de los pobres, veía el rostro del Señor en cada persona doliente. Fundó la Congregación de la Misión (Paúles), al modo de la primitiva Iglesia, para formar santamente al clero y subvenir a los necesitados, y con la cooperación de santa Luisa de Marillac, fundó también la Congregación de Hijas de la Caridad (+1660 dC). Fecha de canonización: Beatificado por el Papa Benedicto XIII el 13 de agosto de 1729, fue canonizado por Clemente XII el 16 de junio de 1737..

Antífona de entrada          Cf. Lc 4, 18
El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado por la unción. Él me envió a llevar la buena noticia a los pobres y a sanar a los que se arrepienten de corazón.

Oración colecta     

Dios nuestro, que para el servicio de los pobres y la formación del clero infundiste las virtudes apostólicas en el presbítero san Vicente de Paúl, concédenos que, animados por su mismo espíritu, amemos lo que él amó y pongamos por obra lo que enseñó. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

Oración sobre las ofrendas        
Dios nuestro, que diste a san Vicente la gracia de realizar en su vida lo que celebraba en estos santos misterios, concédenos, por este sacrificio, ser transformados en una ofrenda agradable a tus ojos. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Antífona de comunión        Cf. Sal 106, 8-9
Den gracias al Señor por su misericordia y por sus maravillas en favor de los hombres, porque él sació a los que sufrían sed y colmó de bienes a los hambrientos.

Oración después de la comunión

Renovados con este sacramento celestial, te suplicamos, Dios nuestro, que, para imitar a tu Hijo en la evangelización a los pobres, siguiendo el ejemplo de san Vicente, recibamos la ayuda de su intercesión. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Lectura        Ecl 1, 2-11
Lectura del libro del Eclesiastés.
¡Vanidad, pura vanidad!, dice el sabio Cohélet. ¡Vanidad, pura vanidad! ¡Nada más que vanidad! ¿Qué provecho saca el hombre de todo el esfuerzo que realiza bajo el sol? Una generación se va y la otra viene, y la tierra siempre permanece. El sol sale y se pone, y se dirige afanosamente hacia el lugar de donde saldrá otra vez. El viento va hacia el sur y gira hacia el norte; va dando vueltas y vueltas, y retorna sobre su curso. Todos los ríos van al mar y el mar nunca se llena; al mismo lugar donde van los ríos, allí vuelven a ir. Todas las cosas están gastadas, más de lo que se puede expresar. ¿No se sacia el ojo de ver, el oído no se cansa de escuchar? Lo que fue, eso mismo será; lo que se hizo, eso mismo se hará: ¡no hay nada nuevo bajo el sol! Si hay algo de lo que dicen: “Mira, esto sí que es algo nuevo”, en realidad, eso mismo ya existió muchísimo antes que nosotros. No queda el recuerdo de las cosas pasadas, ni quedará el recuerdo de las futuras en aquéllos que vendrán después.
Palabra de Dios.

Comentario
El sabio se muestra decepcionado con la vanidad del mundo. Todo es viento, todo es pasajero, todo tiene un fin. Esta reflexión podría considerarse simplemente la mirada de un hombre pesimista. Pero tratándose de un libro sapiencial aquí hay algo más: reconocer lo transitorio de este mundo es en el fondo una exhortación para adherirnos a lo eterno y definitivo.

Sal 89, 3-6. 12-14. 17
R. ¡Tú eres nuestro refugio, Señor!

Tú haces que los hombres vuelvan al polvo, con sólo decirles: “Vuelvan, seres humanos”. Porque mil años son ante tus ojos como el día de ayer, que ya pasó, como una vigilia de la noche. R.

Tú los arrebatas, y son como un sueño, como la hierba que brota de mañana: por la mañana brota y florece, y por la tarde se seca y se marchita. R.

Enséñanos a calcular nuestros años, para que nuestro corazón alcance la sabiduría. ¡Vuélvete, Señor! ¿Hasta cuándo...? Ten compasión de tus servidores. R.

Sácianos en seguida con tu amor, y cantaremos felices toda nuestra vida. Que descienda hasta nosotros la bondad del Señor; que el Señor, nuestro Dios, haga prosperar la obra de nuestras manos. R.

Aleluya        Jn 14, 6
Aleluya. “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino por mí”, dice el Señor. Aleluya.

Evangelio     Lc 9, 7-9
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
El tetrarca Herodes se enteró de todo lo que Jesús hacía y enseñaba, y estaba muy desconcertado porque algunos decían: “Es Juan, que ha resucitado”. Otros decían: “Es Elías, que se ha aparecido”, y otros: “Es uno de los antiguos profetas que ha resucitado”. Pero Herodes decía: “A Juan lo hice decapitar. Entonces, ¿quién es éste del que oigo decir semejantes cosas?”. Y trataba de verlo.
Palabra del Señor.

Comentario
Herodes no quería ver a Jesús para creer en él, o porque lo motivara un deseo de verdad y justicia. Él tenía un gran interrogante: ¿Sería Jesús la reencarnación de Elías? ¿o de otro profeta? A Herodes le preocupaba que un profeta lo increpara y lo pusiera en ridículo frente al pueblo.

Oración Introductoria 
Espíritu Santo, ven a mi encuentro, guía mi oración, para conocerte, no por curiosidad, sino porque quiero seguirte y amarte más. Ilumina mi mente y despierta en mí el deseo de vivir con entusiasmo y, sobre todo, con mucho amor. 

Petición
Señor, purifica mi intención en este momento de oración y en todas las actividades de este día. 

Meditación 

Hoy el texto del Evangelio nos dice que Herodes quería ver a Jesús (cf. Lc 9,9). Ese deseo de ver a Jesús le nace de la curiosidad. Se hablaba mucho de Jesús por los milagros que iba realizando a su paso. Muchas personas hablaban de Él. La actuación de Jesús trajo a la memoria del pueblo diversas figuras de profetas: Elías, Juan el Bautista, etc. Pero, al ser simple curiosidad, este deseo no trasciende. Tal es el hecho que cuando Herodes le ve no le causa mayor impresión (cf. Lc 23,8-11). Su deseo se desvanece al verlo cara a cara, porque Jesús se niega a responder a sus preguntas. Este silencio de Jesús delata a Herodes como corrupto y depravado.

¿Quién es este hombre que congrega a las multitudes, este hombre que cura a los enfermos, este hombre que nos habla de un Reino nuevo y a quien el mar y el viento obedecen? ¿Es un reformador social? ¿Un nuevo profeta? ¿Un revolucionario? ¿O el hombre más genial de todos los tiempos?

Hoy nos surge también a nosotros el mismo deseo que a Herodes. Tenemos ganas de ver a Cristo. Queremos conocerle y estar con El.

Nosotros, al igual que Herodes, seguramente hemos sentido, alguna vez, el deseo de ver a Jesús. Pero ya no contamos con el Jesús de carne y hueso como en tiempos de Herodes, sin embargo contamos con otras presencias de Jesús. Te quiero resaltar dos de ellas. 

En primer lugar, la tradición de la Iglesia ha hecho de los jueves un día por excelencia para ver a Jesús en la Eucaristía. Son muchos los lugares donde hoy está expuesto Jesús-Eucaristía. «La adoración eucarística es una forma esencial de estar con el Señor. En la sagrada custodia está presente el verdadero tesoro, siempre esperando por nosotros: no está allí por Él, sino por nosotros». —Acércate para que te deslumbre con su presencia. 

Para el segundo caso podemos hacer referencia a una canción popular, que dice: «Con nosotros está y no lo conocemos». Jesús está presente en tantos y tantos hermanos nuestros que han sido marginados, que sufren y no tienen a nadie que “quiera verlos”. «El amor al prójimo enraizado en el amor a Dios es ante todo una tarea para cada fiel, pero lo es también para toda la comunidad eclesial». Así pues, Jesús te está esperando, con los brazos abiertos te recibe en ambas situaciones. ¡Acércate!

Estamos contigo, Cristo. No podemos reprimir el decirte, como Pedro, "Tú eres el Hijo de Dios vivo". Gracias, Señor, por haber entrado en nuestras vidas. Por haber irrumpido en la historia de la humanidad. Por haber cambiado los destinos de los hombres.

Lo mismo que la historia se cuenta ahora a partir de tu nacimiento, queremos también que nuestras vidas se cuenten a partir de este encuentro contigo. Ayúdanos a llevar esta Buena Noticia a los hombres, a cambiar la historia como Tú lo hiciste. Te buscamos, ven a encontrarte con nosotros y colma nuestros anhelos. Herodes no sabía quién eras. Nosotros sabemos que Tú eres el Hijo de Dios, y que sólo Tú tienes palabras de vida eterna.

Propósito
En el lugar adecuado, darme el tiempo y el silencio necesarios para la oración. Queremos estar con Jesús, en este diálogo íntimo de hoy, en esta oración, en la que quiero ver Tu rostro para poder darlo a conocer a los nuestros.

Diálogo con Cristo 
Gracias, Señor, por concederme la gracia, la confianza y el gran consuelo de poder dialogar contigo, porque por tu inmensa generosidad no sólo te conozco sino que tengo la seguridad que Tú siempre estás dispuesto a darme tu gracia y cercanía. Ayúdame a pasar este día haciendo el bien.

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