No, no me gusta nada lo del acuerdo con China. Como al cardenal emérito de Hong Kong, cardenal Zen, que ha llegado a afirmar que Parolin ha cometido una increíble traición y debe dimitir. ¿Y por qué no me gusta? Vayamos por partes.
No me gusta porque, en estos tiempos en que tanto se nos llena la boca con el concilio, el espíritu del concilio y la primavera conciliar, llegar a un acuerdo, el que sea, con las autoridades chinas para el nombramiento de obispos, no es que sea difícilmente conciliable con el Vaticano II, es que directamente se cisca en la Christus Dominus, que en su número 20 exactamente dice así: “desea el sagrado Concilio que en lo sucesivo no se conceda más a las autoridades civiles ni derechos, ni privilegios de elección, nombramiento, presentación o designación para el ministerio episcopal”. Es decir, que nada de nada. Llegar a un acuerdo, el que sea, con los chinos, es ANTICONCILIAR, nos lo vendan como nos lo vendan.
No me gusta porque el acuerdo, el que sea, no deja de ser una tomadura de pelo a todos esos católicos chinos, sacerdotes, religiosos o laicos, que llevan años y años en fidelidad a Roma aceptando cárcel y martirio por su fidelidad a la Iglesia de Cristo y al romano pontífice.
Pero es que además estamos asentando un peligrosísimo precedente según el cual Roma siempre estará dispuesta a bajada de pantalones cuando tiene enfrente a alguien con poder. Vale. Según lo que puede leerse en este mismo portal “El portavoz vaticano, Greg Burke dijo que el acuerdo permitirá a los católicos chinos «tener obispos que estén en comunión con Roma, pero al mismo tiempo reconocidos por las autoridades chinas»”.
Vale. Y ahora me van a permitir que aplique esta frase a otras realidades. Atentos a los ejemplos:
El portavoz vaticano, Greg Burke dijo que el acuerdo permitirá a los católicos norteamericanos tener obispos que estén en comunión con Roma, pero al mismo tiempo reconocidos por el presidente Trump.
El portavoz vaticano, Greg Burke dijo que el acuerdo permitirá a los católicos braojeños tener un párroco que esté en comunión con su obispo, pero al mismo tiempo reconocido por el alcalde del lugar.
Me dirán que tal y como están las cosas es mejor esto que nada. No estoy de acuerdo en absoluto. Libertad para la Iglesia, para el santo padre, de elegir y nombrar obispos en todo el mundo, como MANDA el concilio. Y a este derecho no se renuncia en absoluto, cueste lo que cueste, sea cárcel, destierro, persecución o martirio.
Y a los felices con el acuerdo con los chinos yo les haría solamente una reflexión: ¿aceptarían que el presidente Donald Trum, exigiera algún tipo de acuerdo con el Vaticano para el nombramiento de obispos en USA? ¿Aceptarían que el alcalde del lugar tuviera que dar el visto bueno para el nombramiento de un párroco? Hombre, me dirán, es que los chinos son muy brutos. Vale. Es decir, que, como siempre, fuerte con los débiles y bajada de pantalones y subida de sotana con los fuertes.
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