Un amigo catalán proindependencia (de cuya amistad me honro) me escribía ayer, pasándome en archivo adjunto el informe del embajador norteamericano acerca de la manifestación de cien curas en Barcelona para pedir más libertad a Franco. También me decía este amigo: La relación de la iglesia catalana con el régimen era simplemente hostil.
Vamos a ver, el informe norteamericano avala lo que dije. La manifestación es de 1966 y como se ve en las fotos (y menciona el informe) todos los que se ven son sacerdotes jóvenes.
Respecto a la hostilidad de la iglesia catalana con el régimen hago las siguientes precisiones. Los mismos nacionalistas catalanes (no de izquierdas) dudaron de qué parte ponerse, lo mismo que los nacionalistas vascos. De eso queda constancia. Los nacionalistas vascos (tan proclives al carlismo) también dudaron. Al final, apostaron por la república como modo de lograr el objetivo final de la independencia. Es menos conocido del gran público, que los nacionalistas vascos, en mitad de la guerra, iniciaron conversaciones para ponerse del lado de Franco. Los intercambios de esas conversaciones, hoy día, están al alcance de cualquier historiador.
Pero las conversaciones no llegaron a ser negociaciones, porque Franco les dijo que ya era tarde: para entonces los marxistas se habían adueñado ya casi de todo el poder en Euskadi. En Cataluña se apoderaron de todo el poder, sin el casi.
Cuando Cataluña fue conquistada por las tropas nacionales, estoy seguro de que los creyentes catalanes, los de misa diaria, salieron en masa a vitorearles. He visto muchos vídeos de youtube y lo que veo me lleva a hacer esa suposición. Lo que sí que no es ninguna suposición son los informes del régimen respecto a los clérigos nacionalistas. Los poquísimos casos de clérigos catalanes que pusieron objeciones al régimen de Franco en esos primeros años son habas contadas. En el libro Franco y la Iglesia de Luis Suarez se da cuenta de ellos, caso por caso. Si hubo más, no queda constancia. El historiador debe basarse en los hechos demostrables. En el caso de los curas vascos, el número era mayor que en Cataluña. Pero, incluso allí, una minoría en cada diócesis. Tan pocos que los obispos vascos optaron por dispersarlos por la geografía española.
El caso del cardenal Vidal i Barraquer, que tanto mencionan algunos historiadores, es siempre mencionado como caso de cardenal nacionalista. Es un personaje con más matices. En su correspondencia, el cardenal explica que la razón para no firmar la Declaración Conjunta de todos los obispos (a favor de la cruzada) fue que no tomaran represalias contra el clero que quedaba vivo en Barcelona. Esto no es una suposición, lo dijo él mismo.
A eso hay que añadir que el cardenal Barraquer en una carta al cardenal Gomá, le rogaba que «se digne expresar, verbal y reservadamente, solo a la persona cerca de la cual ejerce su misión altísima —es decir, a Franco— mis salutaciones y homenajes de simpatía y afecto y mis sinceros votos de que se logre cuanto antes alcanzar y establecer en nuestra España una paz sincera y perdurable». Y concluía «ruego a Dios por el triunfo de la causa de la Iglesia» (pg 11-12 de Franco y la Iglesia).
El contexto no lo voy a explicar, porque sino esto ya no va a ser un post. Pero, creedme, no había ninguna necesidad para enviarle ese mensaje verbal. Fue un acto motu proprio. Lo de siempre, el problema de las cartas es que siempre acaban apareciendo.
Después, como ya dije, en los años 60, el clero joven sí que fue politizándose en todas partes de la nación. Pero decir que Franco fue un opresor tiránico ilegitimo significa que hay una culpabilidad en todos los que le apoyaron decididamente: Pío XII, Juan XXIII, el cardenal Ottaviani (un personaje al que le tengo especialísimo cariño), el general de los jesuitas Ledochowski, todos los obispos españoles, etc., etc. No, no se equivocaron todos.
El tema de Franco, nos guste o no a los católicos, no es meramente político. Fue el único momento en que España se jugó el todo por el todo. El único momento en que hubo dos caminos ante nuestros abuelos y cada camino llevaba a lugares totalmente distintos.
Aquello fue como la guerra de los Macabeos. Vuestros abuelos murieron por la libertad en España, por la libertad y Dios. No, si otros callan, yo no puedo callar.
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