Volverá a reír la primavera


 
Aunque se trata de un escenario totalmente imposible, si hoy día, en España, alguien intentara dar un golpe de Estado como el de Franco, yo (si no fuera sacerdote) lo combatiría con todas las armas que tiene el Estado. No me importa que el militar (o político) lo hiciera para instaurar un Estado católico o que él mismo fuera de rosario diario: el golpismo es una alteración del orden social que trae consecuencias espantosas. Hablando en abstracto, es uno de los pecados más graves que puede cometer un defensor de la Ley.

Si un general se confesara conmigo de haber dado un ilícito golpe de Estado, no le pondría una penitencia que bajara de un año para ser cumplida. Y eso suponiendo que no hubiera habido muertes. Tendría que pasarse un año leyendo el Evangelio diez minutos cada día o haciendo una visita a una iglesia cada día o alguna penitencia durante largos meses.

Pero no es lo mismo España en el año 2018 que en 1936. Tampoco es lo mismo Turquía (con todos sus defectos) que el actual régimen chavista. Mi análisis de aquel tormentoso 1936, en anteriores posts, de ningún modo puede entenderse como una mirada benévola del golpismo. Mis palabras leídas en su sentido natural no son nunca una mirada benévola acerca de las dictaduras militares de Latinoamérica en el siglo XX.

Ayer puse la música del Cara al sol. La puse como banda sonora del entusiasmo de una época. Es una música vigorosa y llena de triunfal optimismo. Es la música que mejor refleja el espíritu de ese régimen en sus comienzos, en los primeros años de la victoria.
Ahora bien, una de las cosas que rápidamente hizo Franco fue desactivar a la Falange. Mantuvo todo el exoesqueleto, pero vaciándolo de su carga ideológica. La falange hubiera convertido a España en un Estado fascista y los resultados hubieran sido nefastos. La operación política de desactivación por parte de Franco fue magistralmente astuta, aunque no exenta de riesgos. Algunos falangistas llegaron a poner una bomba en un acto público al comienzo del régimen.

Pío XII respiró tranquilo solo cuando pasaron varios años de dominio de Franco. El peligro del fascismo puro y duro fue real en España. El declive de los alemanes en la campaña de Rusia y la presión de los obispos pusieron a España en el buen camino. Aunque, por supuesto, hubiera sido mejor un lento pero decidido proceso hacia el parlamentarismo. Aunque, en esa época, no había muchos partidarios del parlamentarismo en España. Dios protegió a la nación y se evitaron males mucho mayores, abismos que hubieran producido mucho más sufrimiento.

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15:55

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