La liturgia diaria meditada - Prefiero la misericordia al sacrificio (Mt 12,1-8) 20/07



Viernes 20 de Julio de 2018
De la feria. Verde.
San Apolinar, ob. y mártir. Rojo.
Apolinar, nacido en Antioquía (Turquía), fue obispo de Rávena (Italia) en el siglo II. Debido a conflictos y herejías, fue varias veces expulsado de su sede. Murió apedreado. Se lo recuerda en los mosaicos de la basílica de Rávena, que lo representan como un pastor que guía al rebaño..

Antífona de entrada          cf. Eclo 15, 5
El Señor lo colmó del espíritu de sabiduría y de inteligencia, y lo revistió de su gloria, para que anunciara su palabra en medio de la Iglesia.

Oración colecta     
Concédenos, Dios todopoderoso, que al celebrar la conmemoración del obispo san Buenaventura aprovechemos sus admirables enseñanzas e imitemos el ardor de su caridad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

O bien:           de san Apolinar
Señor y Dios nuestro, dirige a tus fieles por el camino de la salvación, que el obispo san Apolinar testimonió con su doctrina y su martirio; y ayúdanos, por su intercesión, a perseverar en la práctica de tus mandamientos, para que merezcamos alcanzar el premio eterno. Por nuestro Señor Jesucristo...
Oración sobre las ofrendas    
Dios todopoderoso, recibe con agrado este sacrificio que te ofrecemos en la memoria de san Buenaventura; que sus enseñanzas nos impulsen a alabarte con todo nuestro ser. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Antífona de comunión        cf. Lc 12, 42
Este es el administrador fiel y previsor, a quien el Señor ha puesto al frente de su casa para distribuir la ración de trigo en el momento oportuno.

Oración después de la comunión
Te pedimos, Padre, que a tus hijos alimentados con Cristo, Pan de vida, también los instruyas por Cristo, verdadero Maestro, para que, en la memoria de san Buenaventura, reciban tu verdad y la realicen en el amor. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Lectura        Is 38, 1-6. 22. 7-8. 21
Lectura del libro de Isaías.
El rey Ezequías cayó gravemente enfermo. El profeta Isaías, hijo de Amós, fue a verlo y le dijo: “Así habla el Señor: Ordena los asuntos de tu casa, porque vas a morir. Ya no vivirás más”. Ezequías volvió su rostro hacia la pared y oró al Señor, diciendo: “¡Ah, Señor! Recuerda que yo he caminado delante de ti con fidelidad e integridad de corazón, y que hice lo que es bueno a tus ojos”. Y Ezequías se deshizo en llanto. Entonces la palabra del Señor llegó a Isaías en estos términos: “Ve a decir a Ezequías: Así habla el Señor, el Dios de tu padre David: He oído tu súplica, he visto tus lágrimas. Yo añadiré otros quince años a tu vida; te libraré, a ti y a esta ciudad, de manos del rey de Asiria, y defenderé a esta ciudad”. Ezequías respondió: “¿Cuál es la señal de que podré subir a la Casa del Señor?”. “Ésta es la señal que te da el Señor para confirmar la palabra que ha pronunciado: En el reloj de sol de Ajaz, yo haré retroceder diez grados la sombra que ya ha descendido”. Y el sol retrocedió en el reloj los diez grados que había descendido. Luego dijo Isaías: “Traigan un emplasto de higos; aplíquenlo sobre la úlcera, y el rey sanará”.
Palabra de Dios.

Comentario
“La enfermedad y sanación de Ezequías sirven de marco a la predicación de Isaías que insiste en confiar únicamente en el poder de Dios. Para esto se vale también de una señal. Dos cosas quiere subrayar el profeta con estas señales: así como el rey escapa a la muerte, también Jerusalén escapará de la destrucción; y así como Dios puede detener el sol o hacerlo retroceder, también puede detener los ejércitos invasores y hacerlos regresar a su tierra” (comentario de La Biblia de nuestro pueblo, Ed. Mensajero).

(Sal) Is 38, 10-12abcd. 16
R. ¡Tú has preservado mi vida, Señor!

Yo decía: En lo mejor de mis días me tengo que ir: he sido destinado a las puertas del Abismo por el resto de mis años. R.

Yo decía: Ya no contemplaré al Señor en la tierra de los vivientes; no veré más a los hombres entre los habitantes del mundo. R.

Arrancan mi morada y me la arrebatan, como una carpa de pastores. Como un tejedor, yo enrollaba mi vida, pero él me corta de la trama. R.

Los que el Señor protege vivirán, y su espíritu animará todo lo que hay en ellos: Tú me restablecerás y me harás revivir. R.

Aleluya        Jn 10, 27
Aleluya. “Mis ovejas escuchan mi voz, yo las conozco y ellas me siguen”, dice el Señor. Aleluya.

Evangelio     Mt 12, 1-8
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Jesús atravesaba unos sembrados y era un día sábado. Como sus discípulos sintieron hambre, comenzaron a arrancar y a comer las espigas. Al ver esto, los fariseos le dijeron: “Mira que tus discípulos hacen lo que no está permitido en sábado”. Pero él les respondió: “¿No han leído lo que hizo David, cuando él y sus compañeros tuvieron hambre, cómo entró en la Casa de Dios y comieron los panes de la ofrenda, que no les estaba permitido comer ni a él ni a sus compañeros, sino solamente a los sacerdotes? ¿Y no han leído también en la Ley, que los sacerdotes, en el Templo, violan el descanso del sábado, sin incurrir en falta? Ahora bien, yo les digo que aquí hay alguien más grande que el Templo. Si hubieran comprendido lo que significa ‘prefiero la misericordia al sacrificio’, no condenarían a los inocentes. Porque el Hijo del hombre es dueño del sábado”.
Palabra del Señor.

Comentario
El reproche a la actitud de Jesús y sus discípulos era válida en aquel contexto social: no se podía trabajar en sábado. Sin embargo, Jesús responde con un argumento imposible de refutar: el rey David hizo algo similar cuando tuvo necesidad de hacerlo. La Ley fue dada por Dios, pero para el bien del hombre. Y por lo tanto, lo más importante siempre será buscar el bien.

Oración introductoria
Padre Santo, me pongo en tu presencia mientras contemplo a tu Hijo en la cruz... Te imploro por la luz de tu Espíritu Santo, para comprender en esta oración qué es lo que tengo que hacer para crecer en el amor. Dame tu gracia para amar como Tú amas.

Petición
Señor, hazme comprender el auténtico sentido de tu Palabra, para vivirla,

Meditación 

Hoy el Señor se acerca al sembrado de tu vida, para recoger frutos de santidad. ¿Encontrará caridad, amor a Dios y a los demás?. Jesús, que corrige la casuística meticulosa de los rabinos, que hacía insoportable la ley del descanso sabático: ¿tendrá que recordarte que solo le interesa tu corazón, tu capacidad de amar?

«Mira, tus discípulos hacen lo que no es lícito hacer en sábado» (Mt 12,2). Lo dijeron convencidos, eso es lo increíble. ¿Cómo prohibir hacer el bien, siempre? Algo te recuerda que ningún motivo te excusa de ayudar a los demás. La caridad verdadera respeta las exigencias de la justicia, evitando la arbitrariedad o el capricho, pero impide el rigorismo, que mata al espíritu de la ley de Dios, que es una invitación continua a amar, a darse a los demás.

«Misericordia quiero y no sacrificio» (Mt 12,7). Repítelo muchas veces, para grabarlo en tu corazón: Dios, rico en misericordia, nos quiere misericordiosos. «¡Qué cercano está Dios de quien confiesa su misericordia! Sí; Dios no anda lejos de los contritos de corazón» (San Agustín). ¡Y qué lejos estás de Dios cuando permites que tu corazón se endurezca como una piedra!

En cambio los fariseos, creyendo "guardar" el sábado fielmente, cometen la atrocidad de juzgar con sus lenguas a los demás, quebrantando realmente el día consagrado a Dios con sus venenosas palabras y su impuro corazón. ¿Qué es lo más importante de la ley? ¿Cumplir la materia de la ley o su espíritu? ¿Qué honra más a Dios, estarse quieto un tiempo o vivir hasta las últimas consecuencias la misma misericordia de Cristo? Por eso, quien vive el espíritu, esto es, la misericordia del Señor al practicar la ley, la vivirá a fondo porque actuará con el mismo sentir de Cristo. Y el sentir de Cristo, ¿dejaría de cumplir algún punto de la ley, aunque fuera pequeñito? No, porque el que vive amando hace todo cuanto agrada a su Amado. 

En cambio quien no vive el espíritu sino la ley sola, aparentemente parecerá cumplir pero será un cadáver que matará con su pensamiento a los demás quebrantando el mismo centro de la ley: el amor. De hecho los fariseos, tan cumplidores no tuvieron escrúpulos para llevar a la cruz a su mismo Dios. Cristo es Rey y Señor. Y de tal dignidad le viene a Cristo ser el Señor del sábado: ¡Él es el Amor!

Jesucristo acusó a los fariseos de condenar a los inocentes. Grave acusación. ¿Y tú? ¿te interesas de verdad por las cosas de los demás? ¿los juzgas con cariño, con simpatía, como quien juzga a un amigo o a un hermano? Procura no perder el norte de tu vida.

Pídele a la Virgen que te haga misericordioso, que sepas perdonar. Sé benévolo. Y si descubres en tu vida algún detalle que desentone de esta disposición de fondo, ahora es un buen momento para rectificar, formulando algún propósito eficaz..

Propósito
Procurar un estilo de vida más sencillo y sobrio para ser solidario con los necesitados.

Diálogo con Cristo
«Vivir con los pies bien plantados en la tierra, atentos a las situaciones concretas del prójimo, y, al mismo tiempo, teniendo el corazón en el Cielo, sumergido en la misericordia de Dios». Permite, Señor, que ésta sea mi actitud, mi estilo de vida. No evadir egoístamente los problemas, afrontarlos sabiendo que Tú estás conmigo, viviendo auténticamente mi libertad, dando a mi vida la trascendencia para la cual fue creada. 

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07:37

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