La liturgia diaria meditada - Si quieres, puedes limpiarme... Quiero; queda limpio (Mc 1, 40-45) 11/02

Domingo 11 de Febrero de 2018
6º domingo durante el año
Verde.

Semana II del Salterio.


Martirologio Romano: Memoria de la Bienaventurada Virgen María deLourdes. Cuatro años después de la proclamación de su Inmaculada Concepción, la Santísima Virgen se apareció en repetidas ocasiones a la humilde joven santa María Bernarda Soubirous en los montes Pirineos, junto al río Gave, en la gruta de Massabielle, de la población de Lourdes, y desde entonces aquel lugar es frecuentado por muchos cristianos, que acuden devotamente a rezar.
Antífona de entrada         cf. Sal 30, 3-4
Señor, sé para mí una roca protectora, un baluarte donde me encuentre a salvo, porque tú eres mi roca y mi baluarte; por tu nombre, guíame y condúceme.
Oración colecta    
Dios nuestro, que te complaces en habitar en los corazones rectos y sencillos, concédenos la gracia de vivir de tal manera que encuentres en nosotros una morada digna de tu agrado. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
Oración sobre las ofrendas      
Que esta ofrenda nos purifique y renueve, Señor, y sea causa de recompensa eterna para quienes cumplen tu voluntad. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Antífona de comunión       cf. Sal 77, 29-30
Ellos comieron y se saciaron, el Señor les dio lo que habían pedido; no fueron defraudados.
O bien:           Jn 3, 16
Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna.
Oración después de la comunión
Saciados con el pan del cielo, te pedimos, Padre, la gracia de desear siempre este alimento que nos da la vida verdadera. Por Jesucristo, nuestro Señor.
1ª Lectura    Lev 13, 1-2. 45-46
Lectura del libro del Levítico.
El Señor dijo a Moisés y a Aarón: Cuando aparezca en la piel de una persona una hinchazón, una erupción o una mancha lustrosa, que hacen previsible un caso de lepra, la persona será llevada al sacerdote Aarón o a uno de sus hijos, los sacerdotes. La persona afectada de lepra llevará la ropa desgarrada y los cabellos sueltos; se cubrirá hasta la boca e irá gritando: “¡Impuro, impuro!”. Será impuro mientras dure su afección. Por ser impuro, vivirá apartado y su morada estará fuera del campamento.
Palabra de Dios.
Comentario
El objetivo del aislamiento del leproso consistía en preservar de la enfermedad al resto de la comunidad. Esta práctica significó una penosa situación para los leprosos, considerados como impuros, es decir, no aptos para el culto a Dios e indignos de participar en las cosas santas. Por eso, la curación de un leproso, o sea, su purificación, estaba supeditada a los sacerdotes.
Salmo 31, 1-2. 5. 11
R. ¡Me alegras con tu salvación, Señor!
¡Feliz el que ha sido absuelto de su pecado y liberado de su falta! 
¡Feliz el hombre a quien el Señor no le tiene en cuenta las culpas,
 y en cuyo espíritu no hay doblez! R.
Pero yo reconocí mi pecado, no te escondí mi culpa, 
pensando: “Confesaré mis faltas al Señor”.
 ¡Y tú perdonaste mi culpa y mi pecado! R.
¡Alégrense en el Señor, regocíjense los justos! 
¡Canten jubilosos los rectos de corazón! R.
2ª Lectura    1Cor 10, 31—11, 1
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto.
Hermanos: Sea que ustedes coman, sea que beban, o cualquier cosa que hagan, háganlo todo para la gloria de Dios. No sean motivo de escándalo ni para los judíos ni para los paganos ni tampoco para la Iglesia de Dios. Hagan como yo, que me esfuerzo por complacer a todos en todas las cosas, no buscando mi interés personal, sino el del mayor número, para que puedan salvarse. Sigan mi ejemplo, así como yo sigo el ejemplo de Cristo.
Palabra de Dios.
Comentario
En toda tarea podemos dar gloria a Dios. Toda acción puede ser testimonio de su amor. Esto es lo que debe resaltar en nuestra vida, para no dar a nadie ocasión de pecado y hacer crecer la Iglesia de Dios.
Aleluya         Lc 7, 16
Aleluya. Un gran profeta ha aparecido en medio de nosotros y Dios ha visitado a su Pueblo. Aleluya.
Evangelio     Mc 1, 40-45
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos.
Se le acercó un leproso a Jesús para pedirle ayuda y, cayendo de rodillas, le dijo: “Si quieres, puedes purificarme”. Jesús, conmovido, extendió la mano y lo tocó, diciendo: “Lo quiero, queda purificado”. En seguida la lepra desapareció y quedó purificado. Jesús lo despidió, advirtiéndole severamente: “No le digas nada a nadie, pero ve a presentarte al sacerdote y entrega por tu purificación la ofrenda que ordenó Moisés, para que les sirva de testimonio”. Sin embargo, apenas se fue, empezó a proclamarlo a todo el mundo, divulgando lo sucedido, de tal manera que Jesús ya no podía entrar públicamente en ninguna ciudad, sino que debía quedarse afuera, en lugares desiertos. Y acudían a él de todas partes.
Palabra del Señor.
Comentario
El leproso era como un muerto en vida: excluido de toda actividad social y sin contacto. Jesús envía a este hombre a presentarse delante del sacerdote: con esta acción quedaba restablecido para la vida pública. Jesús le devuelve no solo la salud, sino la posibilidad de ser reconocido, de ser alguien dentro de su sociedad. Porque Jesús no quiere la segregación ni la exclusión. Él vino a inaugurar el Reino de Dios, un reino donde todos y cada uno tienen su lugar.
Oración introductoria
Señor, si Tú quieres esta meditación puede hacer la diferencia en mi día, y en mi vida. Vengo ante Ti como el leproso, necesito de tu gracia. Tócame y sáname de todas mis iniquidades, de mi egoísmo, de mi soberbia, de mi vanidad, de mi indiferencia. 
Ayúdame, Jesús, a vivir tu Evangelio al convertirme en un apóstol fiel y esforzado de tu Reino.
Meditación 
1.- ¿Qué es lo impuro? Las medidas tomadas por los sacerdotes respecto a la pureza tenían una finalidad en primer lugar de tipo higiénico: evitar el contagio; pero la finalidad más importante era de tipo cúltico, ya que las afecciones descritas deforman la presencia externa del hombre. La no integridad física los hacía incompetentes para el culto. La persona declarada impura era alejada de la comunidad. El pueblo, propiedad de Dios, es santo y la impureza atenta contra esa santidad. El grito de "impuro" sirve de aviso para que los otros miembros de la comunidad no se le acerquen. Se les consideraba personas "apestadas", eran separados de la comunidad y del culto y tenían que vivir alejados de todos, como "excomulgados". La lepra, decían, era consecuencia de su pecado, el castigo por su mala conducta. No cabe duda de que la actitud ante ellos era sumamente humillante y vejatoria. El leproso vivirá solo hasta que sea declarado puro por el sacerdote. El cristiano no puede entender este texto. Y el cristiano tampoco podía entender aquellos cánones del antiguo Código de Derecho Canónico –en uso hasta hace muy pocos días– que hablaban de los defectos corporales que inhabilitaban para ser ministros del culto. Estos versículos del Levítico debemos leerlos siempre a la luz del Evangelio cuando nos dice que no es lo que viene de fuera lo que contamina al hombre, sino lo que sale de la boca y del corazón "...porque del corazón salen las malas ideas: los homicidios, los adulterios, inmoralidades, robos, testimonios falsos, calumnias. Eso es lo que mancha al hombre; comer sin lavarse las manos, no". Y en la Iglesia, ¿qué es lo que contamina al cristiano?.
2.- Dar gloria a Dios es lo importante. Es sabido que los judíos no comían de una carne sacrificada a los ídolos por considerarla impura. Pensaba que el que comía de esa carne participaba de alguna manera en el culto pagano y se incapacitaba para el culto legítimo de Israel. Y de la misma opinión que los judíos eran los cristianos procedentes del judaísmo, los más conservadores o judaizantes, a los que Pablo llama los "débiles" en contraposición al partido más progresista de los "fuertes". Estos últimos comían sin miramiento alguno de toda carne que se vendiera en los mercados públicos, que era siempre carne previamente "sacrificada". Pablo escribe que, sea lo que fuere, ya comamos o bebamos o hagamos cualquier cosa, la suprema norma de conducta cristiana es dar gloria a Dios. Pero nadie puede dar gloria a Dios si desprecia olímpicamente la conciencia de los demás. Por eso es preciso no escandalizar a nadie, ni a los judíos ni a los gentiles, ni a los de fuera ni a los hermanos en la fe. Esto significa para los fuertes que no deben herir la susceptibilidad de los débiles, aunque no deben renunciar tampoco a confesar la libertad de los hijos de Dios ante los gentiles. Tendrán que actuar, por tanto, teniendo en cuenta la situación. Pablo les ofrece su propio ejemplo y les invita a que le sigan en la medida en que él mismo sigue a Jesucristo. El ejemplo de Pablo puede evitar hoy muchas tensiones inútiles dentro de la iglesia.
3. – Jesús se acerca al leproso y le toca con su mano. Dos actitudes, dos verbos entre los muchos que emplea Marcos en su evangelio: acercarse y tocar. Un ejemplo para nosotros y una llamada de atención: tenemos que acercarnos al necesitado, acogerle con cariño y estar dispuestos a tenderle nuestra mano. Las manos sirven a veces para golpear, para rechazar, para desplazar al otro. Jesús emplea su mano para perdonar, para acoger, para ayudar, para apoyar al que se tambalea, para guiar al que no encuentra el camino. Dios nos ama personalmente y apasionadamente. Lo ha demostrado en Jesús de Nazaret y lo podemos comprobar en la curación del leproso. Su amor está por encima de la justicia humana. Frente a la legislación rigurosa y discriminatoria que excluía a los leprosos, Jesús actúa con misericordia –poniendo el corazón en la miseria–. El cura y, sobre todo, pone sus ojos de amor en aquel hombre. Hemos de aprender a mirar no con nuestros ojos, sino desde los ojos y sentimientos de Jesús, que se fija en el necesitado y sale a su encuentro. Sólo pide fe, la confianza del leproso, que le dice: "Si quieres, puedes curarme". Y Jesús....le devolvió la salud y la dignidad. ¿Qué actitud tomamos ante esas personas que están tiradas al borde del camino? Comencemos ya ahora a tener actitudes de amor hacia el necesitado. La compasión, el consuelo, el cuidado de la persona herida, el ejercicio de la misericordia con el prójimo es lo que hoy día llamamos solidaridad. Es la participación personal en las necesidades y sufrimientos del otro. No se trata de dar, sino de "darse", es manifestar al hermano sufriente que "lo que a ti te pasa, a mí me importa y me conmueve".
Propósito
Revisar mi programa de vida espiritual para concretar medios que me acerquen más a Cristo.
Diálogo con Cristo
Jesús, ¡cuánto podrías hacer conmigo si me dejara transformar por Ti! ¡Sería un instrumento que Tú podrías usar para comunicar a los hombres tus tesoros y tus gracias! Jesús, ayúdame a vivir tu Evangelio y a sentir el apremio de cumplir con tu mandato misionero.

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