Es sorprendente cómo, en una sociedad que alardea de su anti yanquismo, luego te encuentres con tanta gente imitando todo lo que aparece en las más típicas y tópicas películas norteamericanas. Y es sorprendente que la única formación religiosa y litúrgica de tantos católicos sea el visionado de los más básicos e intranscendentes telefilmes de importación.
Hay que ver las cosas que nos piden las parejas a la hora de casarse por la Iglesia, y que son eso, cosas de película de americanos. Parejas, por ejemplo, que te piden que tras el consentimiento digas eso de “ya puede besar a la novia”.
Pero hombre, por Dios, qué cosa tan machista en estos tiempos de igualdad. ¿Por qué no decir ya puede besar al novio o bien pueden besarse? Pero es que además es cosa del todo risible. Hace algún tiempo, una parejita, conviviendo años y ya con un niño. Y que si va a decir eso de que ya puede besar a la novia. Pues evidentemente no, sobre todo porque me puede, nos puede dar a todos, la risa floja. Lo malo es que hay sacerdotes que sí lo dicen. Memos estamos.
Otra cosa que piden los novios con harta frecuencia es un repertorio musical de película de Hollywood. Exactamente eso.
Mire padre, para empezar, la música de “Carros de fuego”, luego nos haría ilusión la de “Desayuno con diamantes”, y para final algo con marcha, una cosa que nos encanta de “Fiebre del sábado noche”. Y si se puede poner algo más, entonces alguna cosa de esas religiosas que usted se sepa. Y es que las películas americanas, como pueden imaginarse, no saben de música litúrgica. El cura debería tener algún conocimiento, pero ya se sabe que los curas que entienden de música litúrgica suelen ser rancios, conservadores y un tanto tiquismiquis.
Tampoco es despreciable el hecho de que soliciten los novios una ceremonia religiosa en los lugares más inverosímiles: playa, campo, finca, amanecer, atardecer… Sobre todo, al aire libre, que es mucho más glamoroso. Por cierto, no saben lo que es una glamorosa boda al aire libre en el momento en que se desata la tormenta. Lo dicho, mucha película y poca catequesis.
Muy americano también es que aparezcan los novios con un ejército de damas de honor y “damos” de honor en el momento de la ceremonia. Recuerdo una boda en la que se me presentaron con media docena de cada, amén de cuatro niños vestidos de pajecitos, tan monos ellos. Con un picador y dos monosabios hubieran hecho un más que aceptable papel en cualquier paseíllo de Las Ventas.
El problema, al final, no es que muchas parejas no tengan una formación mínima. Más me preocupa que los curas nos pleguemos a sus extravagancias y caprichos, y en lugar de celebrar un sacramento acabemos de peliculeros americanos, aunque, eso sí, seamos los más anti americanos del planeta, que para modernos y solidarios nosotros. Y aquí te encuentras al cura Pepe, el cura más antiamericano del occidente europeo, celebrando la boda “dans le jardin de ma tante”, justo en ese mismo en el que “j’ai perdu ma plume”, acompañado por la música de “Nueve semanas y media” y diciendo solemnemente a Boby que ya puede besar a la novia, después de que llevan años conviviendo del todo.
Y la familia, y los amigos, felices: Pepe es un cura como Dios manda y además antiamericano. Pues nada, vivan los novios.
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