La liturgia diaria meditada - El Hijo del Hombre no ha venido a perder a los hombres, sino a salvarlos (Lc 9,51-56) 03/10


Martes 03 de Octubre de 2017
De la feria
Verde.

Martirologio Romano: En la región de Namur, en Lotaringia, san Gerardo, primer abad del monasterio de Brogne, que él mismo había fundado. Trabajó para instaurar la disciplina monástica en Flandes y Lotaringia, y ayudó a muchos monasterios a recuperar la observancia primitiva (+959 dC).

Antífona      Cf. Dn 3, 31. 29-30. 43. 42
Todo lo que hiciste con nosotros, Señor, es verdaderamente justo, porque pecamos contra ti y no obedecimos tu ley; pero glorifica tu nombre, tratándonos según tu gran misericordia.

Oración colecta    
Dios nuestro, que manifiestas tu poder sobre todo en la misericordia y el perdón, derrama sin cesar tu gracia sobre nosotros, para que, deseando tus promesas, nos hagas participar de los bienes celestiales. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

Oración sobre las ofrendas       
Dios misericordioso, concédenos que nuestra ofrenda te sea aceptable, y que, mediante ella, se nos abra la fuente de toda bendición. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Antífona de comunión      Cf. Sal 118, 49-50
Acuérdate, Señor, de la palabra que diste a tu servidor, ella me infunde esperanza y consuelo en mi dolor.

O bien:         1Jn 3, 16
En esto hemos conocido el amor de Dios: que él entregó su vida por nosotros. Por eso, también nosotros debemos dar la vida por nuestros hermanos.

Oración después de la comunión
Por esta eucaristía que hemos celebrado, renueva, Señor, nuestro cuerpo y nuestro espíritu, para que participemos de la herencia gloriosa de tu Hijo, cuya muerte anunciamos y compartimos. Él que vive y reina por los siglos de los siglos.

Lectura        Zac 8, 20-23
Lectura de la profecía de Zacarías.
Así habla el Señor de los ejércitos: Vendrán asimismo pueblos y habitantes de muchas ciudades. Los habitantes de una ciudad irán a otra, diciendo: “Vamos a apaciguar el rostro del Señor y a buscar al Señor de los ejércitos; yo también quiero ir”. Pueblos numerosos y naciones poderosas vendrán a Jerusalén a buscar al Señor de los ejércitos y a apaciguar el rostro del Señor. Así habla el Señor de los ejércitos: En aquellos días, diez hombres de todas las lenguas que hablan las naciones, tomarán a un judío por el borde de sus vestiduras y le dirán: “Queremos ir con ustedes, porque hemos oído que Dios está con ustedes”.
Palabra de Dios.

Comentario
El profeta considera que Jerusalén será el centro de atracción de todo el mundo, porque allí está Dios esperando. Quizás algún día podamos ver cómo miles y miles de personas no solo se acerquen a lugares turísticos sino que también acudan allí donde Dios está esperando, para sentir el amor de Dios y de los hermanos.

Sal 86, 1-7
R. ¡Dios está con nosotros!

¡Esta es la Ciudad que fundó el Señor sobre las santas Montañas! Él ama las puertas de Sión más que a todas las moradas de Jacob. Cosas admirables se dicen de ti, Ciudad de Dios. R.

“Contaré a Egipto y a Babilonia entre aquellos que me conocen; filisteos, tirios y etíopes han nacido en ella”. R.

Así se hablará de Sión: “Este, y también aquel, han nacido en ella, y el Altísimo en persona la ha fundado”. R.

Al registrar a los pueblos, el Señor escribirá: “Este ha nacido en ella”. Y todos cantarán, mientras danzan: “Todas mis fuentes de vida están en ti”. R.

Aleluya        Mc 10, 45
Aleluya. El Hijo del hombre vino para servir y dar su vida en rescate por una multitud. Aleluya.

Evangelio     Lc 9, 51-56
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Cuando estaba por cumplirse el tiempo de su elevación al cielo, Jesús se encaminó decididamente hacia Jerusalén y envió mensajeros delante de él. Ellos partieron y entraron en un pueblo de Samaría para prepararle alojamiento. Pero no lo recibieron porque se dirigía a Jerusalén. Cuando sus discípulos Santiago y Juan vieron esto, le dijeron: “Señor, ¿quieres que mandemos caer fuego del cielo para consumirlos?”. Pero él se dio vuelta y los reprendió. Y se fueron a otro pueblo.
Palabra del Señor.

Comentario
¡Cómo cuesta vencer las rivalidades étnicas, culturales o de clase! Los mismos discípulos de Jesús piden castigo para los samaritanos. Nosotros hoy tal vez no nos animamos a admitirlo en voz alta, pero hay algún grupo o sector de la sociedad al que rechazamos y consideramos menos digno de la salvación. Y Jesús, el Ungido servidor, quiere ofrecer su mensaje a todos, y con todos formar una familia.

Oración Introductoria 
Padre bueno, que fácilmente juzgo a los demás en vez de estar más alerta sobre mi propio comportamiento, por eso yo si quiero recibirte hoy en mi corazón, sé que tu presencia en mi vida logrará cambiar las actitudes negativas que me alejan de la santidad. 

Petición 
¡Ven Señor Jesús! Transforma mi debilidad en fuerza de amor. 

Meditación  

Hoy, en el Evangelio, contemplamos cómo «Santiago y Juan, dijeron: ‘Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo y los consuma?’. Pero volviéndose, les reprendió» (Lc 9,54-55). Son defectos de los Apóstoles, que el Señor corrige.

Cuenta la historia de un aguador que, en los extremos de un palo que colgaba en sus espaldas, llevaba dos vasijas: una era perfecta y la otra estaba agrietada, y perdía agua. Ésta —triste— miraba a la otra tan perfecta, y avergonzada un día dijo al amo que se sentía miserable porque a causa de sus grietas le daba sólo la mitad del agua que podía ganar con su venta. El trajinante le contestó: —Cuando volvamos a casa mira las flores que crecen a lo largo del camino. Y se fijó: eran flores bellísimas, pero viendo que volvía a perder la mitad del agua, repitió: —No sirvo, lo hago todo mal. El cargador le respondió: —¿Te has fijado en que las flores sólo crecen a tu lado del camino? Yo ya conocía tus fisuras y quise sacar a relucir el lado positivo de ellas, sembrando semilla de flores por donde pasas y regándolas puedo recoger estas flores para el altar de la Virgen María. Si no fueses como eres, no habría sido posible crear esta belleza.

Podemos llamar a este pasaje "el evangelio del perdón sincero". Cristo manda a sus apóstoles a prepararle el camino, para avisar a la gente de ese pueblo que iba a parar allí. 

Pero esas personas de Samaría, en lugar de descubrir a Cristo entre el grupo de viajeros, sólo se fijaron en que "tenían intención de ir a Jerusalén". En ese tiempo los samaritanos no se hablaban con los demás judíos que bajaban a Jerusalén. Por eso los apóstoles le preguntan si quiere que pidan que les caiga fuego del cielo. Esta propuesta de los apóstoles molestó más a Cristo que la ofensa recibida por el pueblo. ¿No vino Cristo a predicar el perdón? ¿No vino Cristo a morir por amor a toda la gente de ayer, de hoy y de siempre, para salvarnos y llevarnos al cielo? ¿Cómo, pues, iba a permitir que una pequeña ofensa mereciera un castigo así de grande? No. Y dice el Evangelio que Cristo les reprendió enérgicamente. 

Partimos del momento en que Jesús decide emprender su última peregrinación a Jerusalén. San Lucas anota: "Sucedió que como se iban cumpliendo los días de su asunción, él se afirmó en su voluntad de ir a Jerusalén". Mientras "asciende" a la Ciudad santa, donde se llevará a cabo su "éxodo" de esta vida, Jesús ve ya la meta, el Cielo, pero sabe bien que el camino que lo lleva de nuevo a la gloria del Padre pasa a través de la Cruz, a través de la obediencia al designio divino de amor por la humanidad. 

El Catecismo de la Iglesia Católica afirma que "la elevación en la Cruz significa y anuncia la elevación de la ascensión al cielo". También nosotros debemos tener claro, en nuestra vida cristiana, que entrar en la gloria de Dios exige la fidelidad cotidiana a su voluntad, incluso cuando esto requiere sacrificio, requiere a veces cambiar nuestros planes. La Ascensión de Jesús ocurre concretamente en el Monte de los Olivos, cerca del lugar donde se había retirado en oración antes de la pasión, para permanecer en profunda unión con el Padre: una vez más, vemos que la oración nos da la gracia de vivir fieles al proyecto Dios. 

Todos, de alguna manera, somos vasijas agrietadas, pero Dios conoce bien a sus hijos y nos da la posibilidad de aprovechar las fisuras/defectos para alguna cosa buena. Y así el apóstol Juan que hoy quiere destruir, con la corrección del Señor se convierte en el apóstol del amor en sus cartas. No se desanimó con las correcciones, sino que aprovechó el lado positivo de su carácter apasionado para ponerlo al servicio del amor. Que nosotros también sepamos aprovechar las correcciones, las contrariedades -sufrimiento, fracaso, limitaciones- para “comenzar y recomenzar”, dóciles al Espíritu Santo para convertirnos a Dios y ser instrumentos suyos.

Propósito 
Perdonemos hoy a aquel que nos ofenda, a ejemplo de Cristo, que murió en esa Cruz y se ofreció como víctima al Padre tanto por los que le iban a amar como por los que le iban a crucificar. 

Diálogo con Cristo 


Jesucristo, quiero recibirte en mi interior con sencillez, apertura y humildad. Me pongo de rodillas ante Ti y te digo que acepto tu Reino. Quiero configurar toda mi vida con tu Evangelio. Quiero cambiar mis criterios, mis reacciones altaneras, para que todo lo haga por amor. Quiero saber agradecer y valorar a tantas personas santas que has puesto en mi camino. Dame tu gracia para que todo esto sea posible. 

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10:39

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