Se acerca la fiesta de San Cayetano, patrono del pan y del trabajo. Fiesta muy importante para la piedad popular de la Argentina. Los templos se llenarán de fieles devotos que irán a pedir y agradecer. Pero también aflorarán algunas cosas que no le gustarían al santo. De esto trata este artículo.
¿Está bien hacer este pan de San Cayetano? Me preguntó por teléfono una doña de mi parroquia. Le dije que no sabía de qué se trataba. Así que le pedí que se diera una vueltita por mi casa, me trajera la receta y lo veíamos. A la hora de la Misa sacó un papelito, que me dejó, en el cual estaban todas las indicaciones. Se la transcribo textualmente.
Receta del Pan de “San Cayetano
1° día. Colocar la porción que recibes en un bool. Cubrir con repasador, no tocar con los dedos, no poner en la heladera, es leudante.
2° día. Agregar: 2 tazas de harina; 1 taza de azúcar; 1 taza de leche (revolver con cuchara de madera y taparlo hasta el día siguiente).
3° día. Agregar: 2 tazas de harina; 1 taza de azúcar; un poquito de leche, mezclar igual.
4° día. Separar la masa en 3 porciones (de 5 cucharaditas cada una y repartir a 3 personas que crean en San Cayetano, junto con una copia de este papel). Al resto de la masa, agregarle 2 tazas de harina, 1 de azúcar, 3 huevos, ralladura de limón, algunas nueces, pasas y ½ taza de aceite. Dejar reposar 10 minutos y cocinar en el horno. Pedir una gracia, rezar la oración a San Cayetano, un Padrenuestro, un Ave María y un Gloria. Comer en familia y/o convidar a un amigo.
¿De qué se trata esto?
A primera vista podemos decir que se trata de lo que vulgarmente se conoce como “cadenas”. Si buscáramos una definición para las cadenas diríamos que estas tienen que ver con algo material que alguien hace y que, como parte de lo que se está haciendo, lo comparte con otra persona.
En este caso, lo “material” consiste en hacer un pan, rezar unas oraciones y compartir algo de masa con otros. Me podrían objetar que las “oraciones” no son algo material sino lo totalmente opuesto: una acción espiritual. Sin embargo no interesa tanto orar al Dios Vivo como hacerlo en medio de un rito para que este tenga eficacia al hacerlo. Es, así, un proceso mágico el que se desata: si yo hago tal cosa bien (es decir, de acuerdo al rito previamente fijado) entonces la divinidad no tiene más remedio que obrar en consecuencia con mis deseos. En lo mágico el rito tiene más fuerza y poder que la divinidad: esta queda atada a la fuerza de la acción humana que se realiza.
El Catecismo nos advierte que este tipo de acciones van contra el primer mandamiento. Y lo ubica como superstición, que tiene que ver con un exceso en la religiosidad. Dice que:
“La superstición es la desviación del sentimiento religioso y de las prácticas que impone. Puede afectar también al culto que damos al verdadero Dios, por ejemplo, cuando se atribuye una importancia, de algún modo, mágica a ciertas prácticas, por otra parte, legítimas o necesarias. Atribuir su eficacia a la sola materialidad de las oraciones o de los signos sacramentales, prescindiendo de las disposiciones interiores que exigen, es caer en la superstición (cfr. Mt 23, 16-22).” (CIC 2011)
¿Qué hago entonces?
Si le llega esta cadena, no tenga miedo de cortarla que no pasa nada. Es preferible quedar mal con alguna persona que ofender a Dios con prácticas supersticiosas. Y Dios es mucho más fuerte que estas prácticas mágicas como para vivir en el temor de romper con las cadenas.
Si le gusta la receta… entonces no hay problema de que se prepare un buen “pan” con ella y se alimente en el desayuno o con alguna amiga a la hora del té. Lo malo no está en hacer esta comida. Lo malo está en hacer un rito mágico y supersticioso. Esta última diferencia es lo que debemos tener muy en cuenta en estos momentos y en toda nuestra vida de católicos.
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