La liturgia diaria meditada - Vino Él hacia ellos, caminando sobre el mar (Mt 14, 22-36) 13/08

09:19

Domingo 13 de Agosto de 2017
Domingo 19° durante el año
Verde.

Semana III para el Salterio. 

Martirologio Romano: Santos mártires Ponciano, papa, e Hipólito, presbítero, que fueron deportados juntos a Cerdeña, y con igual condena, adornados, al parecer, con la misma corona, fueron trasladados finalmente a Roma, Hipólito, al cementerio de la vía Tiburtina, y el papa Ponciano, al cementerio de Calisto (+236 dC).

Antífona      Cf. Sal 73, 20. 19. 22-23
Acuérdate, Señor, de tu alianza, y no olvides para siempre a tus pobres. Levántate, Señor, defiende tu causa y no desoigas el clamor de los que te invocan.

Oración colecta    
Dios todopoderoso y eterno, a quien, movidos por el Espíritu Santo, nos animamos a llamar Padre; confirma en nuestros corazones la condición de hijos tuyos, para que podamos entrar en la herencia prometida. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

Oración sobre las ofrendas       
Padre de bondad, acepta los dones que misericordiosamente has dado a tu Iglesia y que, con tu poder, conviertes en sacramento de salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Antífona de comunión      Sal 147, 12. 14
Jerusalén, glorifica al Señor tu Dios, que te sacia con lo mejor del trigo.

O bien:         Cf. Jn 6, 51
Dice el Señor: “El pan que yo daré, es mi carne para la vida del mundo”.

Oración después de la comunión
Padre, que la comunión de tus sacramentos nos alcance la salvación y nos confirme en la luz de tu verdad. Por Jesucristo, nuestro Señor.

1ª Lectura    1Rey 19, 9. 11-13
Lectura del primer libro de los Reyes.
Habiendo llegado Elías a la montaña de Dios, el Horeb, entró en la gruta y pasó la noche. Allí le fue dirigida la palabra del Señor. El Señor le dijo: “Sal y quédate de pie en la montaña, delante del Señor”. Y en ese momento el Señor pasaba. Sopló un viento huracanado que partía las montañas y resquebrajaba las rocas delante del Señor. Pero el Señor no estaba en el viento. Después del viento, hubo un terremoto. Pero el Señor no estaba en el terremoto. Después del terremoto, se encendió un fuego. Pero el Señor no estaba en el fuego. Después del fuego, se oyó el rumor de una brisa suave. Al oírla, Elías se cubrió el rostro con su manto, salió y se quedó de pie a la entrada de la gruta.
Palabra de Dios.

Comentario
Este relato nos enseña que Dios no puede ser encerrado en una experiencia o en una expectativa. Dios es el Señor, y se nos presenta siempre de una forma nueva e inesperada.

Sal 84, 9-14
R. Muéstranos, Señor, tu misericordia, y danos tu salvación.

Voy a proclamar lo que dice el Señor: el Señor promete la paz para su pueblo y sus amigos. Su salvación está muy cerca de sus fieles, y la gloria habitará en nuestra tierra. R.

El amor y la verdad se encontrarán, la justicia y la paz se abrazarán; la verdad brotará de la tierra y la justicia mirará desde el cielo. R.

El mismo Señor nos dará sus bienes y nuestra tierra producirá sus frutos. La justicia irá delante de él, y la paz, sobre la huella de sus pasos. R.

2ª Lectura    Rom 9, 1-5
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Roma.
Hermanos: Digo la verdad en Cristo, no miento, y mi conciencia me lo atestigua en el Espíritu Santo. Siento una gran tristeza y un dolor constante en mi corazón. Yo mismo desearía ser maldito, separado de Cristo, en favor de mis hermanos, los de mi propia raza. Ellos son israelitas: a ellos pertenecen la adopción filial, la gloria, las alianzas, la legislación, el culto y las promesas. A ellos pertenecen también los patriarcas, y de ellos desciende Cristo según su condición humana, el cual está por encima de todo, Dios bendito eternamente. Amén.
Palabra de Dios.

Comentario
El dolor que siente Pablo por sus hermanos judíos que no aceptan a Jesús, ¿lo sentimos nosotros por tantos hermanos que aún no conocen a Dios, el amor, la justicia, la paz? Pablo sale del “bienestar” que le da la fe, y se encuentra con este dolor. Nosotros, ¿nos abrimos a quienes esperan nuestra palabra?

Aleluya        Jn 1, 49
Aleluya. Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel. Aleluya.

Evangelio     Mt 14, 22-36
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
En aquellos días, cuando la gente hubo comido, Jesús obligó a los discípulos a subir a la barca y a ir por delante de Él a la otra orilla, mientras Él despedía a la gente. Después de despedir a la gente, subió al monte a solas para orar; al atardecer estaba solo allí.

La barca se hallaba ya distante de la tierra muchos estadios, zarandeada por las olas, pues el viento era contrario. Y a la cuarta vigilia de la noche vino Él hacia ellos, caminando sobre el mar. Los discípulos, viéndole caminar sobre el mar, se turbaron y decían: «Es un fantasma», y de miedo se pusieron a gritar. Pero al instante les habló Jesús diciendo: «¡Ánimo!, que soy yo; no temáis». Pedro le respondió: «Señor, si eres tú, mándame ir donde tú sobre las aguas». «¡Ven!», le dijo. Bajó Pedro de la barca y se puso a caminar sobre las aguas, yendo hacia Jesús. Pero, viendo la violencia del viento, le entró miedo y, como comenzara a hundirse, gritó: «¡Señor, sálvame!». Al punto Jesús, tendiendo la mano, le agarró y le dice: «Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?». Subieron a la barca y amainó el viento. Y los que estaban en la barca se postraron ante él diciendo: «Verdaderamente eres Hijo de Dios».

Terminada la travesía, llegaron a tierra en Genesaret. Los hombres de aquel lugar, apenas le reconocieron, pregonaron la noticia por toda aquella comarca y le presentaron todos los enfermos. Le pedían que tocaran siquiera la orla de su manto; y cuantos la tocaron quedaron salvados.
Palabra del Señor.

Comentario
Jesús nos da seguridad de que estará siempre con nosotros. Quizá tengamos la experiencia de hundirnos o de no ver sus proyectos claramente, pero, aun en medio de las tormentas, su voz sigue sonando: “No temas”. Él nos tiende su mano para mostrarnos su presencia.

Oración introductoria
Jesús, creo que verdaderamente eres el Hijo de Dios y hoy, al igual que llamaste a Pedro, me llamas porque quieres tener un encuentro conmigo en la oración. Mi camino no siempre es tu camino, por eso pido la intercesión de María Inmaculada, para seguir su ejemplo, no dudar nunca y seguir siempre el camino que me propones. 

Petición
Señor, que tenga el valor de salir de mi zona de confort y responder a tu llamado. 

Meditación

Hoy no veremos a Jesús durmiendo en la barca mientras ésta se hunde, ni calmando la tormenta con una sola palabra increpatoria, suscitando así la admiración de los discípulos (cf. Mt 8,22-23). Pero la acción de hoy no deja de ser menos desconcertante: tanto para los primeros discípulos como para nosotros.

Jesús había obligado a los discípulos a subir a la barca e ir hacia la otra orilla; había despedido a todo el mundo después de haber saciado a la multitud hambrienta y había permanecido Él sólo en la montaña, inmerso profundamente en la oración (cf. Mt 14,22-23). Los discípulos, sin el Maestro, avanzan con dificultades. Fue entonces cuando Jesús se acercó a la barca caminando sobre las aguas.

Como corresponde a personas normales y sensatas, los discípulos se asustan al verle: los hombres no suelen caminar sobre el agua y, por tanto, debían estar viendo un fantasma. Pero se equivocaban: no se trataba de una ilusión, sino que tenían delante suyo al mismo Señor, que les invitaba —como en tantas otras ocasiones— a no tener miedo y a confiar en Él para desvelar en ellos la fe. Esta fe se exige, en primer lugar, a Pedro, quien dijo: «Señor, si eres tú, mándame ir donde tú sobre las aguas» (Mt 14,28). Con esta respuesta, Pedro mostró que la fe consiste en la obediencia a la palabra de Cristo: no dijo «haz que camine sobre las aguas», sino que quería seguir aquello que el mismo y único Señor le mandara para poder creer en la veracidad de las palabras del Maestro. 

Sus dudas le hicieron tambalearse en la incipiente fe, pero condujeron a la confesión de los otros discípulos, ahora con el Maestro presente: «Verdaderamente eres Hijo de Dios» (Mt 14,33). «El grupo de aquellos que ya eran apóstoles, pero que todavía no creen, porque vieron que las aguas jugaban bajo los pies del Señor y que en el movimiento agitado de las olas los pasos del Señor eran seguros, (...) creyeron que Jesús era el verdadero Hijo de Dios, confesándolo como tal» (San Ambrosio).

Propósito
Rezar, diariamente, antes de dormir, el credo, para constantemente recordar las verdades de mi fe que me ayudan a recorrer el camino de la salvación.

Diálogo con Cristo
Señor, dame tu gracia porque quiero gozar de la oración como lo hacía Jesús, que te buscaba en el lugar donde sabía que podría encontrarte. Deseo experimentar la libertad, la paz y el gozo de la auténtica oración al saber apartarme de todo y de todos, para en la soledad de mi propio yo, abrirte mi corazón, con esa firme decisión que rompa mi inercia, mis dudas y mi mediocridad.

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