Juan Carlos Izpisua (Hellín, Albacete, 1960) es una de las mentes más brillantes del Instituto Salk de California, uno de los centros de élite en Estados Unidos. Sus investigaciones, como la que ahora se publica, permiten soñar con el fin de enfermedades incurables.
—Han demostrado que la técnica es eficaz y segura, al menos a nivel embrionario. ¿Podría haber errores solo detectables tras el nacimiento?
—Es posible, pero improbable. También existe la posibilidad de que ese error se transmita a lo largo de generaciones. Pero recuerde, lo que hemos hecho es investigación básica y nos queda por hacer mucha investigación básica antes de llevarlo a la práctica. Yo formo parte del comité internacional que ha evaluado los riesgos de la edición genética y acordamos que se hiciera solo para tratar o prevenir enfermedades muy graves y con una vigilancia estricta.
—¿Qué patologías deberían tener prioridad?
—Estamos valorando el cáncer de mama y ovario de origen genético. Estos casos aparecen por mutaciones en determinados genes como el BRCA1 y 2.
—Un kit de CRISPR se vende por 150 dólares. ¿No le da miedo que se utilicen para fines menos loables que erradicar enfermedades?
—Sí, es por lo que la regulación y supervisión de estas investigaciones debe ser estricta. Estamos absolutamente en contra de los bebés «a la carta», de utilizar la tecnología para mejorar características físicas o capacidades cognitivas. El único fin debe ser la prevención de la enfermedad.
—¿No teme que en unos años solo las parejas con más recursos puedan eludir la enfermedad?
—Esto es muy, muy importante. Lo que creo que ocurrirá es que el desarrollo de nuevas tecnologías tenderá a reducir el precio y hacerlo accesible para toda la población. Quizá podríamos darle la vuelta a la pregunta y discutir si la edición genómica podría favorecer una sociedad más igualitaria. En cualquier caso, no creo que esto sucede de forma rápida. Aún estamos muy lejos. Conocemos los genes implicados en muchas enfermedades, sabemos muy poco de los genes involucrados en rasgos físicos o la inteligencia.
abc.es
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