Otro mosaico sobre cómo hay que imaginarse a un obispo del siglo V, en un post sobre Trump


Los que seguís este blog sabéis que no me gusta faltar a la caridad, no me gusta hablar mal de nadie, me gusta fijarme en lo positivo. Pero sí que tengo cierta aficioncilla a decir alguna cosa, de tanto en tanto, sobre Trumpo.

Vamos a ver, si uno saca una canción al mercado, después no puede quejarse de que le hagan críticas a su canción. Va con el trabajo. Si filmas una película y la pones en los cines, los blogs te despellejarán o te elevarán al Olimpo. Va con el trabajo.

Si llegas a presidente de Estados Unidos, todo el mundo dice algo, para bien o para mal. Es como si un grupo de amigos en una taberna de Cesarea Marítima comentaran qué tal está gobernando Claudio.

Dicho lo cual para aquellos que sean trumpistas, opción muy respetable, yo la respeto, je le respecte, me gustaría que os fijarais en el vídeo donde se ve cómo Trump hace unos días aparta rudamente al Primer Ministro de Montenegro para ponerse a la cabeza del grupo de jefes de Estado. El vídeo es Trump en estado puro y más cuando se para delante de todos y parece decir. “aquí estoy yo”, con un gesto que hay que verlo para creerlo.

Hay muchos vídeos parecidos en los que se ve cómo trata a Melania (quería a toda costa que le diera la mano), a Merkel (no queriéndole dar la mano), al primer ministro japonés (no soltándole la mano), etc, etc.

También os habréis fijado que aquí apenas he hablado de su programa electoral. Ese programa no merece ningún interés, porque es una cosa sintética a la que él mismo no le prestará ninguna atención, más allá del aislacionismo al que nos tiene acostumbrados, del retirarse del acuerdo climático y de emprender, en general y en todos los frentes, una guerra contra la cordura.

El Papa le recibió con el nivel 10 de seriedad pontificia, que es un modo fino de decir “a cara de perro”. Pero es que de seguir así, cuando acabe esta legislatura el Pueblo y el Senado norteamericanos van a acordar un referéndum para que el país sea gobernado, a partir de entonces, por un triunvirato de congresistas, por un consejo de ancianos o por lo que sea, antes que arriesgarse a que la estadística les depare otro Trump.


Él es la comprobación de que, a veces, la ficción se hace realidad: Presidente por accidente, Presidente por un día o Un chihuahua en la Casa Blanca. Este presidente salido de Los juegos del Hambre sería lo más divertido desde Benito Mussolini si no fuera porque estamos en el mundo real y no en el de la ficción y la factura nos puede salir cara. Este tipo de bromas del Pueblo son muy graciosas hasta que llega la factura de la fiesta. Si me dan a elegir entre el chihuahua y Trumpo, yo votaría por el chihuahua.

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