San Ireneo, obispo y mártir
(MO). Rojo.
Ireneo fue obispo de Lyon (Francia) en el siglo II. Fue un gran evangelizador de la Galia, en tiempos de conflictos y persecuciones bajo el emperador Marco Aurelio. Trabajó por la paz y las buenas relaciones entre las comunidades de Oriente y Occidente. Por su cercanía temporal con la Iglesia primitiva (fue discípulo de Policarpo, a quien se le atribuye haber sido discípulo de Juan), sus escritos son un excelente testimonio de la fe y la vida cristiana de los primeros tiempos. Murió mártir en Lyon, en el año 202.
Antífona de entrada Mal 2, 6
La doctrina de verdad estaba en su boca y no se encontró maldad en sus labios; caminaba conmigo en paz y rectitud, y apartó a muchos de la iniquidad.
Oración colecta
Dios nuestro, que diste al obispo san Ireneo la gracia de mantener con firmeza la doctrina de verdad y la paz de la Iglesia, concédenos, por su intercesión, que, renovados en la fe y en la caridad, trabajemos siempre por la unidad y la concordia. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
Oración sobre las ofrendas
El sacrificio que te ofrecemos con alegría, en la fiesta de san Ireneo te glorifique, Señor, y nos obtenga amar siempre la verdad para conservar íntegra la fe de la Iglesia y afianzar su unidad. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Antífona de comunión Jn 15, 4-5
Permanezcan en mí, como yo en ustedes, dice el Señor; el que permanece en mí, y yo en él, da mucho fruto.
Oración después de la comunión
Padre misericordioso, por estos sagrados misterios, concédenos crecer en la fe para que, así como el obispo san Ireneo la confesó hasta su muerte gloriosa, a nosotros nos justifique la fiel perseverancia en la verdad. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Lectura Gn 15, 1-12. 17-18
Lectura del libro del Génesis.
La palabra del Señor llegó a Abrám en una visión, en estos términos: “No temas, Abrám. Yo soy para ti un escudo. Tu recompensa será muy grande”. “Señor –respondió Abraham–, ¿para qué me darás algo, si yo sigo sin tener hijos, y el heredero de mi casa será Eliezer de Damasco?”. Después añadió: “Tú no me has dado un descendiente, y un servidor de mi casa será mi heredero”. Entonces el Señor le dirigió esta palabra: “No, ese no será tu heredero; tu heredero será alguien que nacerá de ti”. Luego lo llevó afuera y continuó diciéndole: “Mira hacia el cielo y, si puedes, cuenta las estrellas”. Y añadió: “Así será tu descendencia”. Abrám creyó en el Señor, y el Señor se lo tuvo en cuenta para su justificación. Entonces el Señor le dijo: “Yo soy el Señor que te hice salir de Ur de los caldeos para darte en posesión esta tierra”. “Señor -respondió Abraham-, ¿cómo sabré que la voy a poseer?”. El Señor le respondió: “Tráeme una ternera, una cabra y un carnero, todos ellos de tres años, y también una tórtola y un pichón de paloma”. Él trajo todos estos animales, los cortó por la mitad y puso cada mitad una frente a otra, pero no dividió los pájaros. Las aves de rapiña se abalanzaron sobre los animales muertos, pero Abrám las espantó. Al ponerse el sol, Abrám cayó en un profundo sueño, y lo invadió un gran temor, una densa oscuridad. Cuando se puso el sol y estuvo completamente oscuro, un horno humeante y una antorcha encendida pasaron en medio de los animales descuartizados. Aquel día, el Señor hizo una alianza con Abrám, diciendo: “Yo he dado esta tierra a tu descendencia, desde el torrente de Egipto hasta el gran río, el río Éufrates”.
Palabra de Dios.
Comentario
En todas las culturas, los seres humanos utilizan rituales y ceremonias para comunicarse con sus dioses y honrarlos. Abram da culto ofreciendo lo que tiene: algunos animales. Con este gesto, se sella una alianza con la cual Dios se involucra en el futuro de Abram y su descendencia.
Sal 104, 1-4. 6-9
R. El Señor se acuerda eternamente de su alianza.
¡Den gracias al Señor, invoquen su nombre; hagan conocer entre los pueblos sus proezas; canten al Señor con instrumentos musicales, pregonen todas sus maravillas! R.
¡Gloríense en su santo nombre; alégrense los que buscan al Señor! ¡Recurran al Señor y a su poder, busquen constantemente su rostro! R.
Descendientes de Abraham, su servidor, hijos de Jacob, su elegido: el Señor es nuestro Dios, en toda la tierra rigen sus decretos. R.
Él se acuerda eternamente de su alianza, de la palabra que dio por mil generaciones, del pacto que selló con Abraham, del juramento que hizo a Isaac. R.
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