La liturgia diaria meditada - Guardaos de los falsos profetas, por sus frutos los reconoceréis (Mt 7,15-20) 28/06



Miércoles 28 de Junio de 2017
San Ireneo, obispo y mártir
(MO). Rojo.

Ireneo fue obispo de Lyon (Francia) en el siglo II. Fue un gran evangelizador de la Galia, en tiempos de conflictos y persecuciones bajo el emperador Marco Aurelio. Trabajó por la paz y las buenas relaciones entre las comunidades de Oriente y Occidente. Por su cercanía temporal con la Iglesia primitiva (fue discípulo de Policarpo, a quien se le atribuye haber sido discípulo de Juan), sus escritos son un excelente testimonio de la fe y la vida cristiana de los primeros tiempos. Murió mártir en Lyon, en el año 202.

Antífona de entrada         Mal 2, 6
La doctrina de verdad estaba en su boca y no se encontró maldad en sus labios; caminaba conmigo en paz y rectitud, y apartó a muchos de la iniquidad.

Oración colecta    
Dios nuestro, que diste al obispo san Ireneo la gracia de mantener con firmeza la doctrina de verdad y la paz de la Iglesia, concédenos, por su intercesión, que, renovados en la fe y en la caridad, trabajemos siempre por la unidad y la concordia. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

Oración sobre las ofrendas       
El sacrificio que te ofrecemos con alegría, en la fiesta de san Ireneo te glorifique, Señor, y nos obtenga amar siempre la verdad para conservar íntegra la fe de la Iglesia y afianzar su unidad. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Antífona de comunión      Jn 15, 4-5
Permanezcan en mí, como yo en ustedes, dice el Señor; el que permanece en mí, y yo en él, da mucho fruto.

Oración después de la comunión

Padre misericordioso, por estos sagrados misterios, concédenos crecer en la fe para que, así como el obispo san Ireneo la confesó hasta su muerte gloriosa, a nosotros nos justifique la fiel perseverancia en la verdad. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Lectura        Gn 15, 1-12. 17-18
Lectura del libro del Génesis.
La palabra del Señor llegó a Abrám en una visión, en estos términos: “No temas, Abrám. Yo soy para ti un escudo. Tu recompensa será muy grande”. “Señor –respondió Abraham–, ¿para qué me darás algo, si yo sigo sin tener hijos, y el heredero de mi casa será Eliezer de Damasco?”. Después añadió: “Tú no me has dado un descendiente, y un servidor de mi casa será mi heredero”. Entonces el Señor le dirigió esta palabra: “No, ese no será tu heredero; tu heredero será alguien que nacerá de ti”. Luego lo llevó afuera y continuó diciéndole: “Mira hacia el cielo y, si puedes, cuenta las estrellas”. Y añadió: “Así será tu descendencia”. Abrám creyó en el Señor, y el Señor se lo tuvo en cuenta para su justificación. Entonces el Señor le dijo: “Yo soy el Señor que te hice salir de Ur de los caldeos para darte en posesión esta tierra”. “Señor -respondió Abraham-, ¿cómo sabré que la voy a poseer?”. El Señor le respondió: “Tráeme una ternera, una cabra y un carnero, todos ellos de tres años, y también una tórtola y un pichón de paloma”. Él trajo todos estos animales, los cortó por la mitad y puso cada mitad una frente a otra, pero no dividió los pájaros. Las aves de rapiña se abalanzaron sobre los animales muertos, pero Abrám las espantó. Al ponerse el sol, Abrám cayó en un profundo sueño, y lo invadió un gran temor, una densa oscuridad. Cuando se puso el sol y estuvo completamente oscuro, un horno humeante y una antorcha encendida pasaron en medio de los animales descuartizados. Aquel día, el Señor hizo una alianza con Abrám, diciendo: “Yo he dado esta tierra a tu descendencia, desde el torrente de Egipto hasta el gran río, el río Éufrates”.
Palabra de Dios.

Comentario
En todas las culturas, los seres humanos utilizan rituales y ceremonias para comunicarse con sus dioses y honrarlos. Abram da culto ofreciendo lo que tiene: algunos animales. Con este gesto, se sella una alianza con la cual Dios se involucra en el futuro de Abram y su descendencia.

Sal 104, 1-4. 6-9
R. El Señor se acuerda eternamente de su alianza.

¡Den gracias al Señor, invoquen su nombre; hagan conocer entre los pueblos sus proezas; canten al Señor con instrumentos musicales, pregonen todas sus maravillas! R.

¡Gloríense en su santo nombre; alégrense los que buscan al Señor! ¡Recurran al Señor y a su poder, busquen constantemente su rostro! R.

Descendientes de Abraham, su servidor, hijos de Jacob, su elegido: el Señor es nuestro Dios, en toda la tierra rigen sus decretos. R.

Él se acuerda eternamente de su alianza, de la palabra que dio por mil generaciones, del pacto que selló con Abraham, del juramento que hizo a Isaac. R.


Aleluya        Jn 15, 4a-5b
Aleluya. “Permanezcan en mí, como yo permanezco en ustedes. El que permanece en mí da mucho fruto”, dice el Señor. Aleluya.

Evangelio     Mt 7, 15-20
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Jesús dijo a sus discípulos: “Tengan cuidado de los falsos profetas, que se presentan cubiertos con pieles de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los reconocerán. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los cardos? Así, todo árbol bueno produce frutos buenos y todo árbol malo produce frutos malos. Un árbol bueno no puede producir frutos malos, ni un árbol malo, producir frutos buenos. Al árbol que no produce frutos buenos se lo corta y se lo arroja al fuego. Por sus frutos, entonces, ustedes los reconocerán”.
Palabra del Señor.

Comentario
¡Cuán fácil emitimos juicios sobre los otros! ¡Y cuántas veces a sus espaldas! Así vamos generando rumores y habladurías que envenenan a la familia, la comunidad y la sociedad. Sepamos callar por el bien de nuestros hermanos.

Oración introductoria 
Jesús, ilumina mi oración para salir de ella fortalecido, dispuesto a dar los frutos buenos que debo producir. Para perseverar y ser fiel en mi vocación necesito de tu gracia, de tu luz. 

Petición 
Señor, ayúdame a descubrir lo que me impide crecer más en el amor. 

Meditación  

Hoy, se nos presenta ante nuestra mirada un nuevo contraste evangélico, entre los árboles buenos y malos. Las afirmaciones de Jesús al respecto son tan simples que parecen casi simplistas. No lo son, como no lo es la vida real de cada día.

Ésta nos enseña que hay buenos que degeneran y acaban dando frutos malos y que, al revés, hay malos que cambian y acaban dando frutos buenos. ¿Qué significa, pues, en definitiva, que «todo árbol bueno da frutos buenos (Mt 7,17)»? Significa que el que es bueno lo es en la medida en que no desfallece obrando el bien. Obra el bien y no se cansa. Obra el bien y no cede ante la tentación de obrar el mal. Obra el bien y persevera hasta el heroísmo. Obra el bien y, si acaso llega a ceder ante el cansancio de actuar así, de caer en la tentación de obrar el mal, o de asustarse ante la exigencia innegociable, lo reconoce sinceramente, lo confiesa de veras, se arrepiente de corazón y... vuelve a empezar.

¡Ah! Y lo hace, entre otras razones, porque sabe que si no da buen fruto será cortado y echado al fuego (¡el santo temor de Dios guarda la viña de las buenas vides!), y porque, conociendo la bondad de los demás a través de sus buenas obras, sabe, no sólo por experiencia individual, sino también por experiencia social, que él sólo es bueno y puede ser reconocido como tal a través de los hechos y no de las solas palabras.

No basta decir: «Señor, Señor!». Como nos recuerda Santiago, la fe se acredita a través de las obras: «Muéstrame tu fe sin las obras, que yo por las obras te haré ver mi fe» (Sant 2,18).

Para ser un buen discípulo, no basta emplearse a fondo, hemos de partir de la base que en todo ello sólo somos instrumentos en las manos de Dios. Porque dar fruto es comunicar a los demás una experiencia, una fe que hemos recibido como un don. Es darla no como quien comparte algo que tiene en "posesión", porque la fe no se posee y es sólo de Dios. 

Pero Él nos ha concedido comunicar nuestra vivencia, conscientes que Dios añadirá la parte que le corresponde. Se requiere dejarse guiar por el Espíritu Santo, y sobretodo humildad y confianza, para estar más pendientes de Dios y de su voluntad, que de nosotros mismos. Nuestras virtudes y capacidades, así como nuestros defectos y limitaciones, son también parte de ese plan de Dios. Por sus frutos los reconoceréis... es la llamada colaborar en la obra de Dios si nos prestamos con decisión y humildad. 

Propósito 
Consentiré sólo buenos pensamientos y deseos y desecharé todo lo que me aleje del amor de Dios. 

Diálogo con Cristo 
Jesús, quiero vivir siempre bajo tu cuidado exigente, pero amoroso. No puedo dar fruto viviendo mediocremente. Ayúdame a crecer en la generosidad, en la prontitud, en la autenticidad, que nunca consienta el egoísmo o doblez. Sé que esto es difícil, por eso te pido tu gracia, para rectificar hoy todo aquello que me aleja de Ti. 




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