“Lo que pasa en Las Vegas se queda en Las Vegas”, aseguraba una campaña publicitaria norteamericana a inicios de los 2000. Ahora bien, a diferencia de lo que sucede en la “ciudad del pecado”, lo que ocurre en el entorno familiar de los chicos en edad escolar no se queda en casa: se hace sentir con toda probabilidad en su desempeño en el aula y, en consecuencia, en su futuro más lejano.
Un estudio de los investigadores Nicholas Zill y Bradford Wilcox, del Institute for Family Studies (IFS), revela que la composición del núcleo familiar –sin dejar de lado un factor como la renta– puede incidir en que los resultados escolares sean más o menos satisfactorios. De hecho, quienes se llevan la palma del rendimiento escolar son precisamente los que viven con sus padres biológicos casados, con lo que se observa que el matrimonio está funcionando como un apoyo fundamental.
Para comprobar su hipótesis, Zill y Wilcox tomaron como base la Encuesta Nacional de Salud Infantil 2011-2012, que sondeó a los padres de 96.000 chicos y chicas de 6 a 17 años. Con los datos en la mano, dividieron la población infantil en categorías según sus circunstancias familiares: si vivían con sus padres biológicos unidos en matrimonio, o con estos mismos, pero en situación de unión consensual; con un progenitor y un padrastro o madrastra, con una madre soltera, con una madre separada o divorciada, o, por último, solamente con el padre biológico, con otro familiar o con una familia adoptiva.
Aceprensa
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