Don Daniel Granada Cañada, que ya nos ayudó a reflexionar sobre Amoris Laetitia en las sesiones de Formación Parmanente del Clero en el mes pasado, nos ha ilustrado hoy a los sacerdotes sobre la segunda parte de la Exhortación Apostólica.
Y lo ha hecho con competencia, entusiasmo y claridad, sin eludir retos, problemas y posibilidades que se plantean a la pastoral familiar.
Nos ha mostrado que no se trata de cambiar la legislación, sino los corazones. Es necesario tener claridad de ideas, criterios y normas, pero todo ello con discernimiento, caridad pastoral y disposición a acompañar a las familias en los procesos que tienen que llevar a cabo en este tiempo confuso y turbulento, para vivir la alegría del evangelio. Ojalá lo logremos ese discernimiento y capacidad de acompañar. Yo, al menos, quiero intentarlo porque pienso que merece la pena.
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